Experiencias al límite: pollo y bacon
No soy de los que se quejan
innecesariamente, o de los que hacen de la queja su profesión.
Ni siquiera me gusta quejarme, pero indignarme por lo que considero
indigno y abusivo y comunicarlo es parte de una personalidad que
difícilmente puedo cambiar.
Tampoco me gusta destruir reputaciones
ni perjudicar a empresas españolas (las demás me traen
sin cuidado) y si explico en detalle mis experiencias con ellas, es
más un ejercicio de catarsis y de limpieza de actitudes
empresariales abusivas que de una actividad de mero troll aburrido o
de sagaz conspirador de la competencia.
Hoy estoy realmente hasta el ojal de
Delikia, una empresa que dice que fabrica sándwiches en Alcalá
de Henares. Y verán por qué.
De varias máquinas expendedoras
en mi actual empresa, suelo sacar un par de sándwiches cada
semana, bien porque me he olvidado de la comida en casa, bien porque
los ojos también comen, y las fotos son muy cautivadoras ...
con su bacon crujiente en lonchas, su lechuguita, ... su precio: 1'20
... quien se resistiría a un tentenpié así a
media mañana.
Sin embargo, después de la
apetencia vienen los problemas. Las máquinas de Maselga
siempre tienen alguna pega, no sé si es parte del sello
de la casa, bien ... y cuando al fin cae estrepitosamente la comida
empaquetada, ¿qué me encuentro? Un sándwich
pegajoso, una masa fundida de algo cuasi cremoso, con lechuga en
trozos con las puntas ennegrecidas. Las 3 capas de pan son
indesplegables para ver el misterioro contenido, por lo que no sé si contenía también el anunciado pollo.
Se trata de una jodida estafa y un
insulto al mismo concepto de la alimentación -¿le darán
el reconocimiento de Alimentos de España?- La comida para
gatos de mi vecina es mucho más apetitosa.
Y yo me pregunto ¿tienen Uds.
trabajadores extranjeros comprometidos con el consumidor español?
¿les pagan Uds. bien? ¿hacen Uds. algún control
de calidad? ¡y un güevo!
La escena se ha repetido tres veces en
el corto espacio de medio año y, créanme, les aconsejo
que les den un toque a sus trabajadores chapuceros, pero también
que cambien de pan, porque es un puro engrudo para pegar papel
pintado.
Como nota anecdótica, diré que el etiquetado viene también en inglés -para que su calidad se extienda allende los mares- y a la vuelta en gallego, valenciano, catalán y vascuence, por si no quedaba claro a esos españoles de qué iba la cosa.
Adjunto una foto de la etiqueta del
crimen, del fiambre no me atreví a hacerla por miedo a pringar
mi elegante cámara japonesa con los dedos ... y para que mi
jefa no se preguntase porqué le estaba sacando una foto a un
trozo de sándwich a las 11 de la mañana ...