miércoles, 31 de julio de 2013

Delikia, los sándwiches pegajosos contra los madrileños

Experiencias al límite: pollo y bacon

No soy de los que se quejan innecesariamente, o de los que hacen de la queja su profesión. Ni siquiera me gusta quejarme, pero indignarme por lo que considero indigno y abusivo y comunicarlo es parte de una personalidad que difícilmente puedo cambiar.

Tampoco me gusta destruir reputaciones ni perjudicar a empresas españolas (las demás me traen sin cuidado) y si explico en detalle mis experiencias con ellas, es más un ejercicio de catarsis y de limpieza de actitudes empresariales abusivas que de una actividad de mero troll aburrido o de sagaz conspirador de la competencia.

Hoy estoy realmente hasta el ojal de Delikia, una empresa que dice que fabrica sándwiches en Alcalá de Henares. Y verán por qué.

De varias máquinas expendedoras en mi actual empresa, suelo sacar un par de sándwiches cada semana, bien porque me he olvidado de la comida en casa, bien porque los ojos también comen, y las fotos son muy cautivadoras ... con su bacon crujiente en lonchas, su lechuguita, ... su precio: 1'20 ... quien se resistiría a un tentenpié así a media mañana.

Sin embargo, después de la apetencia vienen los problemas. Las máquinas de Maselga siempre tienen alguna pega, no sé si es parte del sello de la casa, bien ... y cuando al fin cae estrepitosamente la comida empaquetada, ¿qué me encuentro? Un sándwich pegajoso, una masa fundida de algo cuasi cremoso, con lechuga en trozos con las puntas ennegrecidas. Las 3 capas de pan son indesplegables para ver el misterioro contenido, por lo que no sé si contenía también el anunciado pollo.

Se trata de una jodida estafa y un insulto al mismo concepto de la alimentación -¿le darán el reconocimiento de Alimentos de España?- La comida para gatos de mi vecina es mucho más apetitosa.

Y yo me pregunto ¿tienen Uds. trabajadores extranjeros comprometidos con el consumidor español? ¿les pagan Uds. bien? ¿hacen Uds. algún control de calidad? ¡y un güevo!

La escena se ha repetido tres veces en el corto espacio de medio año y, créanme, les aconsejo que les den un toque a sus trabajadores chapuceros, pero también que cambien de pan, porque es un puro engrudo para pegar papel pintado.

Como nota anecdótica, diré que el etiquetado viene también en inglés -para que su calidad se extienda allende los mares- y a la vuelta en gallego, valenciano, catalán y vascuence, por si no quedaba claro a esos españoles de qué iba la cosa.


Adjunto una foto de la etiqueta del crimen, del fiambre no me atreví a hacerla por miedo a pringar mi elegante cámara japonesa con los dedos ... y para que mi jefa no se preguntase porqué le estaba sacando una foto a un trozo de sándwich a las 11 de la mañana ...