LO
Goya mecanizado de Berrocal |
El bodrio soberbio no podría tener mejor premio que el intento de
"mejorar" al remedo del tío Óscar en el busto de un genio, que tuvo
hasta una cámara plegable dentro en las primeras tres ediciones (87/89) y que
hoy es la fotocopia descarada de un busto de Benlliure.
Lo de "academia" suena a rechufla, a biblioteca chancletera. Y la gala
es un ejercicio de patetismo acomplejado que deprime al más pintado su sola
mención.
El desfile de abominables lerdos ha tenido su clímax con la presentación de un
narcisista de lupanar para catetos con nombre de presidente soviético.
Disfrazado de hombre orquesta, como es su costumbre, se parece más al aguador
de Marrakech, con sus cacharros colgantes, que a un tío que se gana la vida
haciendo reír. Tal vez sea un cerebro haciendo chistes para otros, pero la
talla intelectual de la que presume -y que a algunos convence- expele un
tufillo a calcetín negro-sudao de becario, y de fibra.
No se exhibía tal cantidad de pena ajena desde los angustiosos monólogos de
Pepe Viyuela, hoy un sifilítico Filemón, al que alguien, inexplicablemente, da
de comer.
El cine español no es una realidad; no es más que una caterva de rojelios
impresentables chupando del bote. El Arte subvencionado se trata sólo de un
acto de propaganda de partido.
Nuestro cine no existe desde hace 20 años, cuando todavía coleaban las
películas depravadas del destape, verdadero coletazo postrero del filme
visceral que se heredó desde el séptimo “arte” coartado -pero también social-
del anterior régimen político español.
Hoy sólo hay algunos excelentes directores, magníficos técnicos de imagen y de
sonido, buenos animadores, aunque en el extranjero, pero cine español como tal
... creo que no es más que humo de indios disfrazaos. Un grupo de jetas que juegan al artisteo y
al famoseo, en un continuum de la adolescencia rebelde y soez.
El que Pé se exhiba de putilla por el mundo lamiendo morros famosos a diestro y
siniestro no la convierte en actriz, por mucho que nos la intente colar Allen
en una película de viejo verde, de las que seguirá haciendo gala hasta que no
pueda ya ni sujetarse el clarinete.
Tampoco Banderas, por muchas visitas que haga a la Semana Santa malagueña, se
convertirá en mejor actor. Ambos de la factoría Almodóvar, un sujeto original
convertido en icono por progres de aquí y gays de allá, aunque con el indudable
mérito de haber marcado un antes y un después en el cine, lo que no es poco.
Bardem, es otro cantar. Es un animal de la escena, tan rotundo que su masiva
cabeza parece la de un fauno de arcilla fresca, dispuesto a engullir
saturnalmente la escena. Puede hacer lo que le dé la gana, que saldrá bien y se
convertirá en el Anthony Quinn español. Todo, menos emplear foros de cine para sus discursos panfletarios.
Para tener una idea de lo que es el cine español deberemos tomar un poco de
altura sobre la perspectiva, no sea que el chovinismo y el tontismo nos
cieguen.
Astérix en Los Juegos Olímpicos es una coproducción de cuatro países trufada de
actores de cada uno de ellos para
"garantizar" un exitazo europeo en taquilla. Santiago Segura, nuestro
gran artista cutre, es nuestro valedor. Y ese es el mismo sistema que aplica el
tontolaba y su comparsa de enanitos toreros del gobierno al llamado cine
español.
Como no quiero echar más sal y vinagre a este bálsamo de Fierabrás contra el cutrerío que es este blog, me reservo un poco para la próxima ensalada.
Primera publicación: 10/02/08