Ruinas en la base de El Alcázar |
Una visita al museo que ya no existe
De amarga y muy decepcionante debo calificar la visita al nuevo Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo el pasado 20 de julio.
Después del cierre en 2005 de la sede del museo en el Salón de Reinos de Madrid, nos quedamos sin museo del Ejército de Tierra durante 5 largos años, en los que con la excusa de dedicarlo a la restauración de su aspecto original y su uso para la ampliación del Museo del Prado, se liquidó un bellísimo y viejo museo romántico que evocaba heroísmo, batallas, ciencia, patriotismo, fantasía y emociones vívidas.
Cartelería exigua e inútil |
Hoy, el Museo del Ejército de Toledo, inaugurado en 2010, no es más que una caja blanca enorme, llena de salas desordenadas con muchos menos fragmentos de historia de España en sus vitrinas. Y también se ha liquidado la historia del mismo Alcázar contenida entre sus paredes.
Objetos descontextualizados, espacios enormes, sin unidad temática atractiva, sin itinerarios, didácticamente escaso y audiovisualmente parco. Asepsia en colores blancos, pésima señalización y una muy deficiente iluminación.
Armaduras. Colección de Medinaceli Fuente: Internet |
Aparece como un almacén de objetos envitrinados y desprovistos de historia, castrados al dictado de la Memoria Histórica, la Vergüenza Histórica y la museística más ramplona.
Remedo de la destrucción del otrora hermoso Museo de Ciencias Naturales, hoy una bazofia irreconocible que he borrado a la fuerza de mi ocio madrileño de fin de semana. Y primo hermano del Museo Arqueológico, algo más atractivo pero con los mismos defectos: el desorden, la museística “moderna” y la asepsia más descarnada.
Patio de El Alcázar |
No volveré a ese sepulcro blanqueado que ha borrado casi cualquier vestigio de la historia misma del Alcázar y fregado con lejía la sangre y el esfuerzo de tantos españoles por lustrar muchas monarquías infames y gobiernos tiránicos, pero que forman parte de nuestro mismo ser y esencia.
Tres o cuatro armaduras japonesas que dan el aspecto de extraños enanos; un cañón allí y otro allá; escasísimas pinturas; soldados de plomo a mansalva; un navío solitario en una sala desangelada; espadas y picas como en un escaparate de Zara; la colección de armaduras de Medinaceli sin apenas esquemas, dibujos o indicaciones; las banderas a medio restaurar en vitrinas a las que no llega un niño, ... bustos medio a oscuras, para qué seguir.
Tres o cuatro armaduras japonesas que dan el aspecto de extraños enanos; un cañón allí y otro allá; escasísimas pinturas; soldados de plomo a mansalva; un navío solitario en una sala desangelada; espadas y picas como en un escaparate de Zara; la colección de armaduras de Medinaceli sin apenas esquemas, dibujos o indicaciones; las banderas a medio restaurar en vitrinas a las que no llega un niño, ... bustos medio a oscuras, para qué seguir.
Hemos pasado de tener posiblemente el mejor museo militar del mundo a disponer de una colección de antiguallas detrás de cristales, expurgada la supuesta espada del Cid, y cientos de estandartes y banderas, colecciones enteras de armas de fuego, maquetas, memorables cañones ...
Colección Medinaceli |
Hemos perdido el encanto de estar rodeados de historia por los cuatro costados y pasado a disponer de esquinas y rincones donde se pueden observar cosas viejas con escaso detalle y pocas explicaciones, despojados de cualquier emoción, afecto u honra, como si pertenecieran a una nación foránea y desconocida, o peligrosa de conocer en sus glorias y miserias.
Lo visto ayer en esta caja de colecciones lo califico de carísima mierda aparentemente destilada en laboratorios intelectuales antimilitares, antihistóricos y antiespañoles. Y por supuesto es mi opinión, aunque no la única en este sentido.
A nadie que respete tan poco el Ejército, la Historia y a los españoles mismos debe encargarse hacer un museo del Ejército español, porque la Historia no pertenece a quienes se la inventan o la escriben, sino a quienes la hacen con su sudor y su sangre.
El despacho de Moscardó |
Sin la espada del Cid, hoy en el Museo de Burgos, sin el grandioso escenario del Salón de Reinos, sin viejas vitrinas, sin maniquíes, sin alineaciones de cañones, … este museo muerto no es merecedor más que de desasosiego e inquietud por mano de quienes han dado la orden de laminar las pasadas glorias españolas.
Batalla de San Marcial, de Ferrer-Dalmau |
Lo visto en este museo no contenta a quienes hayan ido a ver el Museo del Ejército ni la historia misma del Alcázar, porque ya no queda casi nada, y lo que queda: una sala con una gran mesa vieja y disparos en las paredes, no tiene ningún sentido si no te conoces la historia, porque carece de carteles informativos. A las tumbas de Moscardó y de los que allí yacen les ocurre lo mismo, no tienen indicaciones ni explicaciones de qué se trata.
Quien olvida forzadamente a sus soldados es un traidor y un miserable, porque son los mismos ladrones que exigen a sus conciudadanos el máximo sacrificio de sangre mientras se llenan los bolsillos y engatusan a los que les votan con promesas de mercachifle.
El Museo del Ejército fue creado por orden de Manuel Godoy en 1803, y era el más antiguo de España después del Museo de Ciencias Naturales. El Prado, por ejemplo, se abrió más de 30 años después.
Su primera ubicación fue en el Arsenal Central de Artillería (el parque de Monteleón, cuyo arco todavía existe en la plaza del Dos de Mayo en Madrid), y contaba, principalmente, con los fondos de Artillería. En él se depositaban una copia de cada modelo de arma nueva que se fabricaba en España. Fue allí donde el personal y fondos del Museo entraron en combate contra el ejército francés, el 2 de Mayo de 1808.
La Tizona de El Cid Fuente: Internet |
En tiempos de la regencia de Espartero, éste reclamó para su uso ese palacio, y el museo se trasladó al palacio del Buen Retiro, que ha sido su sede ininterrumpida hasta ahora.
Inaugurado el 19 de julio de 2010 el nuevo Museo del Ejército de Tierra, al día siguiente se abría el museo al público.
La superficie de las instalaciones duplica la antigua, sin embargo sólo se exponen 5.000 piezas de las 35.000 que tiene el museo en sus fondos.
Armaduras antes de 2005 Fuente: Internet |
Y por favor, si deciden empezar por mejorar algo, al menos pongan una tienda decente con una buena selección de libros, fotografías y facsímiles de piezas, y no exhiban juguetitos montados en esa vergonzosa imitación de Lego fabricada en China. Muchos adultos interesados en la historia de nuestro país nos desplazamos desde muy lejos y merecemos cierto respeto intelectual por parte de un museo del Estado.
Nota
La reforma del Alcázar de Toledo es obra del arquitecto Francisco Fernández Longoria y de su colega Dionisio Hernández Gil, ambos de escasas referencias en Internet, y el primero de ellos ni siquiera aparece en la Wikipedia.
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La reforma del Alcázar de Toledo es obra del arquitecto Francisco Fernández Longoria y de su colega Dionisio Hernández Gil, ambos de escasas referencias en Internet, y el primero de ellos ni siquiera aparece en la Wikipedia.
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