Recipiente con los cagarros de Manzoni 1961 |
La transgresión y la burla
Mucho antes de conocer a Manzoni y sus excrementos
enlatados, me prodigué fatuamente en el arte más a mi alcance.
No pintaba con soltura, no hacía música más que a berridos y
dibujaba discretamente. Eso sí, frecuentaba a algún artista destacado de mi
ciudad y a otros pretenciosos, y escribía barrocamente, y con algo de imaginación,
aunque acababa yéndome por las ramas.
Mi atuendo era el que se correspondía, y para una ciudad como aquella era tan sólo un disfraz de desquiciado.
Fanzine gótico |
La atracción por lo negro, por lo sórdido y hasta soez, me
llevó a crear un fanzine en 1982 con otro colega de desventuras cerebrales. Hoy él es
un pseudoconocido profesor de arte visual y yo sigo en la periferia del arte.
El nombre de nuestro fanzine, impronunciable, fue nuestro primer
desencuentro, pero el único, porque llenarlo de escatologías de todo tipo fue
un gran placer en nuestras vidas.
Desde burlas a nuestros profesores más idiotas y temidos, a
los medios locales, menús imposibles, guarrerías varias, exabruptos agresivos,
… y hasta regalos encartados … pero nada de música.
Regalábamos un trozo de papel higiénico usado de El Elefante, con una señal marrón
verdadera …
Manzoni ya había sacralizado de forma parecida sus
excrementos muchos años antes: “Todo lo que produce un artista es arte”.
Sin embargo, como Manzoni, la intención burlona y
despreciativa hacia la sociedad chocaba con los principios cristianos de
respeto al individuo que anidaban en nuestras meninges. Y si Manzoni finalmente lo que introdujo en sus famosas
latas –dicen- fue yeso, nosotros acabamos pintando una raya marrón a pincel en
nuestros regalos.
Pero ya habíamos epatado.
Fanzines tempranos y tardíos
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Enlaces
Los fanzines fueron la prensa más auténtica de los 80, con un contenido preponderantemente musical, pero no exclusivamente. Estos medios se realizaban artesanalmente, pero qué mierda, y reflejaron e impulsaron el verdadero espíritu de lo que se conoce como La Movida, que no tenía ese nombre tan hortera por aquella época (1981), ni ningún otro, excepto algo que podemos nominar como “el rollo”, que no es otra cosa que “lo que se mueve y en lo que estamos metidos y nos gusta”.
Los fanzines salieron como hongos, algunos fueron: Premamá, (Prensa Marginal Madrileña) de La Cochu (Laboratorios Colectivos Chueca) con su oficina en la calle Augusto Figueroa, agrupaba a los primeros de la época: Mmmm...!, Muá, Muasica, Diario Desarraigado, Schmurz, Pchi-Pchi y otras (todos de 1976 a 1978).
Después, el rompedor de esquemas "96 Lágrimas" (1980 - 1982) de Sardinita, "La Pluma eléctrica" (1982), "Grátix" (1983), "Du-Duá" (1983) y muchas otras publicaciones, hasta la aparición de las revistas La Luna (1983), junto con Madrid Me Mata (1984) de Óscar Mariné, y posteriormente Madriz (1985).
Fuente: Wikipedia
Reflections of yesterday
Si me atengo a lo que significó para mí aquella experiencia de realizar un fanzine, debo preguntarme primero por qué surgió en mi cabeza.
El cambio político y social, la ruptura de las ataduras ideológicas, la irrupción de una nueva estética musical que podíamos imitar y llevar por la calle sin ir disfrazao de capullo circense, la potencia de las guitarras y baterías, el punk que lo inundó todo y su contrapunto la ola neorromántica ...
La cultura a nuestro alcance, que ya no era cosa de adultos. Ni cuadros, ni toros, ni fútbol, ni otras coplas, sólo algo surgido de otros jóvenes como nosotros, en circuitos de jóvenes, en garajes, al aire libre, ... casi cualquiera podía ser músico o artista, fuera del circuito discográfico de las lentejuelas y horteradas varias que nos arqueaban el paladar.
Era fácil tomarte algo junto a los miembros de tu grupo favorito, porque bebían botellines, como tú, jugaban al futbolín y tomaban las mismas mierdas que tú.
Si a ello añades la potencia demográfica del Baby Boom español de los sesenta te darás cuenta del poderío que significó aquello en nuestras vidas y en la de todo el país.
Hoy estamos todavía pagando la resaca de esa supernova, pero nos ha dejado la sensación de que la cultura no es sólo cosa de artistas y espectadores, sino que se puede ser a la vez consumidor de arte y artista, y ese ha sido el gran logro de lo que se ha dado en llamar La Movida.
Otros enlaces
Movidón en el sótano, la colección de Blanca Sánchez
Los fanzines salieron como hongos, algunos fueron: Premamá, (Prensa Marginal Madrileña) de La Cochu (Laboratorios Colectivos Chueca) con su oficina en la calle Augusto Figueroa, agrupaba a los primeros de la época: Mmmm...!, Muá, Muasica, Diario Desarraigado, Schmurz, Pchi-Pchi y otras (todos de 1976 a 1978).
Después, el rompedor de esquemas "96 Lágrimas" (1980 - 1982) de Sardinita, "La Pluma eléctrica" (1982), "Grátix" (1983), "Du-Duá" (1983) y muchas otras publicaciones, hasta la aparición de las revistas La Luna (1983), junto con Madrid Me Mata (1984) de Óscar Mariné, y posteriormente Madriz (1985).
Fuente: Wikipedia
Reflections of yesterday
Si me atengo a lo que significó para mí aquella experiencia de realizar un fanzine, debo preguntarme primero por qué surgió en mi cabeza.
El cambio político y social, la ruptura de las ataduras ideológicas, la irrupción de una nueva estética musical que podíamos imitar y llevar por la calle sin ir disfrazao de capullo circense, la potencia de las guitarras y baterías, el punk que lo inundó todo y su contrapunto la ola neorromántica ...
La cultura a nuestro alcance, que ya no era cosa de adultos. Ni cuadros, ni toros, ni fútbol, ni otras coplas, sólo algo surgido de otros jóvenes como nosotros, en circuitos de jóvenes, en garajes, al aire libre, ... casi cualquiera podía ser músico o artista, fuera del circuito discográfico de las lentejuelas y horteradas varias que nos arqueaban el paladar.
Era fácil tomarte algo junto a los miembros de tu grupo favorito, porque bebían botellines, como tú, jugaban al futbolín y tomaban las mismas mierdas que tú.
Si a ello añades la potencia demográfica del Baby Boom español de los sesenta te darás cuenta del poderío que significó aquello en nuestras vidas y en la de todo el país.
Hoy estamos todavía pagando la resaca de esa supernova, pero nos ha dejado la sensación de que la cultura no es sólo cosa de artistas y espectadores, sino que se puede ser a la vez consumidor de arte y artista, y ese ha sido el gran logro de lo que se ha dado en llamar La Movida.
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Movidón en el sótano, la colección de Blanca Sánchez