Semilla de illipe, fuente: Internet |
Las Navidades son una estación propicia para la eclosión de golfos y ladrones. Pensemos, si no, en un paseo por Sol con nuestro iPhone nuevo en la mano, ese que acabamos de financiar durante 2 años, con un pago inicial que valdría para comprar la cesta de Navidad de toda una familia media, con jamón incluido.
Pero el peligro también acecha dentro de la misma cesta de Navidad. Los empresarios más desaprensivos y sinvergüenzas hacen su diciembre mientras babean contando monedas.
Hoy traigo a colación el asunto de las grasas vegetales en los dulces navideños.
Hoy traigo a colación el asunto de las grasas vegetales en los dulces navideños.
Investigación casera sobre un malestar estomacal
Durante la cena de Navidad de este año decidí que no cometería los excesos de los años pasados. Así que elegí -y no pagué- un par de vinos buenos de la tierra (Valtravieso 2010 serie numerada y un blanco Marqués de Riscal de aceptable paladar), para maridar (término chorras) con un breve cocktail de marisco y aguacate, codornices rellenas de foie y reineta, y salmón (el alimento más tóxico del mundo), con rodaballo y setas de cardo.
No puedo decir que esos ingredientes formen parte habitual de mi cesta de la compra, pero sí que conozco sus efectos.
El caso es que parece que algo me sentó mal, bastante mal, aunque sin llegar al extremo evacuatorio.
Busqué mentalmente en los ingredientes citados ... y no hallé nada sospechoso. Porque allí no estaba la causa, sino en la bandeja de dulces, hoy me he percatado.
El Lobo, qué indigestión |
El alimento sospechoso
Picoteando hoy en la despensa volví a echar mano de unas “trufas clásicas” de la marca El Lobo recién compradas en El Corte Inglés y volví a sentir la misma pesadez de estómago. ¿Pero de qué estaban hechas?
Para empezar, no llevan trufa, sino cacao desgrasado, al que le añaden grasas que se funden a mayor temperatura para que no se te pringuen las manos al cogerlas. Esto ya es un principio de estafa: te venden trufa sin trufa.
Lo de “clásicas” debe de ser el adjetivo para disimular la mentira primera, pues lo clásico o “de siempre” tiene que ver con los ingredientes, y cuando miro (mientras tengo un ataque de gases estomacales y acidez varia) veo que tiene en su composición “tradicionales” grasas de palma, coco e illipe, siendo las dos primeras por separado sinónimos de grasaza perniciosa, juntas: alianza de venenos, y con el concurso de la tercera: bomba de mierda. Y desde luego ninguna crece en los bosques de España.
Coprolito de reptil |
La forma misma de esa “trufa” se asemeja enormemente a una ñorda fosilizada, que quizá fuera menos indigesta que este producto etiquetado como “hecho en España”, y en Jijona, nada menos.
Los alimentos envasados en España tienen una gran calidad en su conjunto, pero existen una serie de chorizos con corbata de empresario que pretenden joder el prestigio ganado a pulso y con esfuerzo de otros muchos empresarios de la alimentación.
Humm, realmente apetitosas ... |
Conocemos los peligros de las grasas de palma y coco, muy poco saludables, añadidas sólo porque son más baratas. Sabemos que se talan bosques en Indonesia para plantar palmeras de aceite de palma, pero no sabía que una empresa española añadía illipe -una grasa barata para hacer cosméticos y extraída con disolventes- a unos chocolates desagradables con forma de mierda.
Escribo esto mientras padezco un malestar estomacal que ya me dura 3 días, tanto para quienes no quieren ser engañados como para quienes comer aceites de baja calidad es un contrasentido.
El aceite de illipe
La manteca de illipe o sebo de Borneo es semejante en usos a la manteca de cacao. Se obtiene de la semilla del árbol Shorea stenoptera, un fruto no comestible por la presencia excesiva de saponinas. Es conocida como "falsa nuez de illipe". La mayor parte de esta grasa se obtiene de la India y tiene uso en la empresa de cosméticos. Parece ser que se ha utilizado durante cientos de años por la tribus dayak de Borneo para tratar afecciones de la piel.
Su uso en alimentación humana es una verdadera novedad para mí.
Grasas vegetales, enlaces