viernes, 10 de noviembre de 2017

Los tejos viejos de Barondillo

Bajando al arroyo de la Angostura
Rascafría y los Tejos Milenarios

La salida fue a las 8:45 desde Plaza de Castilla y llegamos a Rascafría como una hora después; allí tomamos un café con churros congelados bastante sabrosos.

Iniciamos la ruta en coche unos pocos kilómetros más arriba de La Isla, en la segunda zona de aparcamiento junto a la carretera, margen derecho, y bajamos andando hacia el río de la Angostura atravesando la carretera hacia el lado izquierdo, bajando la ladera.

Los márgenes del río de la Angostura discurren bajo el dosel de grandes pinos silvestres (Pinus sylvestris), que protege enebros rastreros (Juniperus communis nana), algún piorno (Cytisus sp.), robles melojos (Quercus pyrenaica) aislados y jóvenes acebos (Ilex aquifolium) solitarios. Aparece algún gran abedul (Betula pubescens celtiberica) colgado sobre el cauce y también un sorprendente álamo temblón (Populus tremula), ambos con las hojas amarillas muy conspícuas entre el verde perenne del bosque y algunas marcescencias de medianos melojos.

Álamo temblón en el arroyo de la Angostura 
Atravesamos el río por el puente de la Angostura y después los arroyos de Valhondillo y del Paraje, éste por dos veces, para subir por el recóndito y misterioso cauce del Valhondillo hacia los tejos añosos, aislados entre robustos pinos silvestres en partes aclaradas del bosque. A través de un escarpe de pendiente media y de una pluviosidad elevada, llegamos hasta los tejos viejos de Rascafría, un recorrido nada fácil, a no ser que vayas directamente a buscarlos con geolocalizador.

El arroyo Valhondillo es uno de tantos arroyos de montaña a las faldas de las Cabezas de Hierro, que pueden alcanzarse subiendo por este torrente de montaña entre rocas de gneis y granito.



Tejo en el arroyo Valhondillo
Los tejos en Europa

El tejo (Taxus baccata) es una especie rara que, según la clasificación de Rabinowitz (1986), se enmarcaría como especie con área de distribución amplia, pero tamaños poblacionales reducidos allá donde aparece. También hay que considerar su carácter de especie relicta, más extendida durante la última glaciación pero que, tras este último período glacial, ha quedado restringida a pequeñas poblaciones aisladas unas de otras (Thomas y Polwart, 2002).

Los acebos pueden considerarse competidores del tejo pero, en determinadas circunstancias, cuando el estrés ambiental es muy fuerte y las probabilidades de establecimiento de las plántulas lejos de los tejos madre son prácticamente nulas, puede surgir una interacción positiva entre el tejo que nace y el acebo que alberga al tejo naciente. En esos casos llamamos nodriza al acebo que alberga al nuevo tejo, al que proporciona una defensa mecánica frente a los depredadores.


Entrada al paraíso ignoto
Los tejos de Valhondillo

Se ubican en la zona alta del Valle del Lozoya, concretamente junto al arroyo de Barondillo o Valhondillo (afluente del río de la Angostura o río Lozoya), a 1.630 msnm, en la cara norte de la Loma de Pandasco y en el término municipal de Rascafría.

El entorno donde se encuentran los tejos está bien conservado y es muy húmedo y musgoso, con precipitaciones anuales ente 900 y 1000 mm, pero corre el riesgo de deteriorarse debido a la afluencia de visitantes, que con los geolocalizadores tienen muy fácil llegar hasta la zona.

Tejos en el arroyo Valhondillo
El llamado tejo de Barondillo es uno de los árboles más viejos de la Península Ibérica, un tejo hembra de una edad estimada entre 1500 y 1800 años. El habitual pisoteo de los visitantes apelmazaba el suelo y llegaban a arrancar trocitos de ramas, por lo que ha habido que protegerlo con un murete de piedra y un vallado de hierro, que rompe la estética extremadamente salvaje de la zona pero evita la proximidad de las personas, que sin embargo pueden contemplarlo en toda su majestuosidad.

El número de visitantes no es grande. "Igual ahora llegan 500 personas al año, mientras antes apenas llegaban a las 80", dicen … Aunque hoy, en menos de media hora, he visto 15 personas.

Al andar cerca del espécimen compactaban la tierra, dañando las raíces. El tejo de Barondillo produce frutos, porque en realidad es hembra. En esta especie los sexos están separados. Cerca del tejo hay un ejemplar macho que también es milenario. Alcanza los mil años justos, un mocito comparado con la teja.

Como parte de un proyecto cuyo objetivo es asegurar la supervivencia del tejo en la zona, se han plantado varios hijos del tejo de Barondillo, al que se le ha clasificado de fuente semillera. Ahora existen varios tejos jóvenes, de 9 ó 10 años que son hijos de la teja madre.



Abedul en La Angostura
Domingueros consumidores de experiencias naturales

Los árboles singulares, en general, suelen estar expuestos al vandalismo, los incendios, el pisoteo de su zona perimetral y el expolio de su corteza, frutos, flores, ramas y hojas. El patrimonio natural español debe protegerse de manera más efectiva que con vallados, creando zonas restringidas y poniendo vigilancia.

Entre los nativos, los inmigrantes y los turistas somos más de 100 millones de personas, cada vez con más ansias de consumir naturaleza, con grupos organizados cada ver más masivos y deteriorantes, en busca de ocio barato y de sentirse exploradores de fin de semana. Realmente son los nuevos domingueros, que son más peligrosos porque están más preparados y llegan más lejos.


El olmo de Rascafría


Árbol de la plaza en Rascafría
Rascafría cuenta con leyendas como la del Tuerto Pirón, famoso bandolero que se escondía en el Árbol de la Plaza, olmo de más de trescientos años que murió el 14 de enero de 2000 por grafiosis, como tantas olmas de las plazas de Castilla que se plantaran por orden Carlos III.

Se encontraba situado en la Plaza de España y en torno a él se hizo la vida de Rascafría. Hoy lo han sustituido por otro árbol que desconozco, que posiblemente llegará a ser grande, pero que carecerá de la veneración y significado del desaparecido.

La grafiosis ha acabado desde 1930 con 6 millones de olmos autóctonos en España. En el año 1986 el 82% de las olmedas españolas estaban afectadas. De las dos especies españolas, Ulmus minor o negrillo y U. glabra, la primera tiene cierta resistencia a la enfermedad. La conservación de semillas y su plantación artificial ayuda a evitar la extinción de la especie, pero no garantiza estirpes resistentes. Aún así, la selección natural puede encontrar la llave para su preservación.





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