El ocio de los niños es diferente según las épocas. Hoy está muy mediatizado por tablets, móviles y consolas. Desde muy niños sus padres los ponen a su disposición para no tener que ocuparse de ellos, o convencidos de que es un buen entretenimiento.
Empiezan a enseñarles a jugar, rudimentariamente, primero en los móviles y luego en las tabletas y ordenadores, según las posibilidades de cada cuál. Por último, los niños acaban pidiendo una videoconsola por su comunión, y aquí se acabaron los juegos, las relaciones con los padres y con los amigos … si no son cómplices de su afición-adicción.
Mi infancia y adolescencia transcurrieron haciendo largos en la piscina, con el fútbol y con el tenis, el cross matutino en pantalón corto a temperaturas bajo cero, las expediciones para descubrir la ribera del río Duero en sus parajes arenosos y boscosos, el asalto a casas abandonadas, las clases de guitarra, las gamberradas y las escapadas para jugar entre los trenes de la estación de una ciudad del occidente de Castilla …
De carbón o fuelizadas, el botijo siempre acompañaba |
Los niños poníamos monedas sobre los raíles para que los trenes las aplastasen. Y algunos incluso piedras, y se escondían en los taludes. Uno de los descarrilamientos mortales con un ferrobús se dice que lo causaron las piedrecillas colocadas por los niños sobre las vías, algunas de las cuáles salían disparadas, con riesgo de herir gravemente a los inconscientes muchachos.
Meterte en un túnel y ver aparecer el tren, aplastarte contra una pared húmeda llena de hollín a menos de medio metro de la bestia de hierro atronadora, era una prueba de valor para nosotros. A veces encontrábamos refugio en los ensanches al efecto, pero el miedo era casi el mismo. Decían que el aire generado por el paso veloz del tren te absorbía ...
También nos arrastrábamos por los sumideros cuadrados de la estación, una acción realmente temeraria, porque podríamos habernos quedado atascados y nuestros gritos puede que no los llegara a escuchar nadie. En esas galerías a flor de tierra vi el pelado cráneo de una enorme rata, a modo de advertencia sobre el lecho arenoso y húmedo.
En la estación, los viernes después de clase
Nos subíamos a vagones de carga con el portalón descorrido, nos metíamos debajo de ellos, con riesgo de vernos sorprendidos por las maniobras, y en una zona cerealista como la nuestra, las historias de muertos cercenados por los trenes y asfixiados en un silo de cereal se entremezclaban. El riesgo nos estimulaba.
Lo que nunca hicimos fue subirnos al techo de un vagón. Lo considerábamos peligroso y demasiado visible. Y tampoco se nos pasó por la imaginación pintarrajear aquellos corpachones inmensos de madera y hierro. No habíamos visto nunca un bote de spray, aunque los había.
El tren me lleva al campo
Mis primeras salidas naturalistas también tuvieron de protagonista al ferrocarril. Aquellos trenes regionales, que empezaban a ser eléctricos, me llevaban a las cercanías de donde vivía. Caminaba por los bordes de la vía, sintiendo el ventarrón al paso de un tren a toda velocidad por la llanura arenosa de pinares, entre dos ríos.
Los puentes de hierro de hacía más de 100 años, con sus remaches salientes y sus mil capas de pintura, sus óxidos, las grasas de los trenes, su ruido infernal, la luz cegadora de su único ojo … Un corpus de ingeniería y conocimiento de otro tiempo y también del nuestro.
La dignidad del ferrocarril de esa época estuvo en saber mantener en condiciones precarias una costosa infraestructura combinando líneas con traviesas de madera del siglo XIX, máquinas diesel y eléctricas con los modernos trenes Talgo.
La última máquina de vapor se retiró en 1975. Hasta entonces convivían las máquinas de vapor (carbón o fuel) junto con las diesel y eléctricas; anticuadas máquinas de sistema Mikado y modernos TAF y Talgo circulaban por las obsoletas vías españolas.
La visita al museo por el mercadillo
La inesperada visita al Museo de Ferrocarril de Madrid me devolvió todas aquellas sensaciones de una manera atávica. Había ido al reclamo del Mercado de Motores, que ya conocía de la Nave de Motores de Metro de Madrid.
Sinceramente, me pareció un mercadillo mal montado y enormemente caro. Desde gafas de acetato de diseño andaluz y fabricadas en Italia a 89 € (de oferta) con una bisagra ciertamente cutre, hasta dulces y bollería más cara que si te la tomaras con un café en el mismo centro de Madrid con vistas.
Música en directo todo el tiempo, mala y estridente. Puestos como en el Rastro, con nulo estilo, y una zona abierta de terrazas, con más basura y manchurrones en el suelo que en un concierto punk al aire libre. Si quieres dar estilo, Sr. Organizador, primero da imagen, y la pulcritud es la primera de las imágenes.
Muy acertado, eso sí, el vagón cafetería, con un café caro: 1,90 €, pero apenas 40 cts. de recargo por una sensación especial. En otro vagón, la empresa ferroviaria CAF exponía sus ciento y pico de años de historia, con paneles bilingües vascuence-español, en los que el vascuence aparecía destacado en negrita. No sé si se han dado cuenta de que en Madrid no lo entienden ni cuatro gatos. La política nacionalista hasta en la sopa. Interesante al menos.
La instalaciones y el material ferroviario
Es verdad que las instalaciones se han quedado pequeñas para tanto material y necesitan mejores paneles informativos, guías o cicerones que no vi por ninguna parte, mejorar las salas anejas y que funcionen las maquetas de trenes, mejorar la didáctica y dar un mejor empaque al museo, por ejemplo mejorando su iluminación o vistiendo al personal de revisores y jefes de estación antiguos … mercadotecnia cutre aparte …
Pero fue toda una experiencia contemplar esas enormes máquinas antiguas o ver los interiores de los vagones restaurados. No vi al entrañable ferrobús, ni campanas, faroles u otro material antiguo propio de la estación, que aparece sólo como una nave industrial, en vez de cómo una verdadera estación de ferrocarril.
Allí estaban un Talgo II, máquinas francesas y británicas del siglo XIX, un TER y un TAF de Fiat, un vagón cafetería de Wagon Lits, gigantescas máquinas de vapor de sistema Mikado, vagones de madera de pasajeros y restaurante, … mucho material interesante. Ningún tren blindado o referencia a ellos.
Queda mucho por hacer para satisfacer a los que amamos el tren y los trenes, pero es un gran acierto haber reunido y restaurado vagones restaurante, coches cama, automotores y algunas locomotoras para su exposición, y que la celebración de Mercado de Motores me lo haya descubierto.
Ánimo y a seguir mejorando para que ambos eventos compartan sinergias.
Enlaces
Mercado de Motores en Nave de Motores de Metro
Mercado de Motores
La última locomotora a vapor en España, 1975
El 23 de junio de 1975 el entonces príncipe Juan Carlos apaga la caldera de la Mikado 141 f-2348 y cierra un ciclo histórico. La "f" significaba que estaba fuelizada.
Los trenes blindados en la República Española y en Rusia
Trenes blindados republicanos en España
Museo del Ferrocarril, Estación de Delicias
La estación de Delicias, sede del museo |
Nos subíamos a vagones de carga con el portalón descorrido, nos metíamos debajo de ellos, con riesgo de vernos sorprendidos por las maniobras, y en una zona cerealista como la nuestra, las historias de muertos cercenados por los trenes y asfixiados en un silo de cereal se entremezclaban. El riesgo nos estimulaba.
Lo que nunca hicimos fue subirnos al techo de un vagón. Lo considerábamos peligroso y demasiado visible. Y tampoco se nos pasó por la imaginación pintarrajear aquellos corpachones inmensos de madera y hierro. No habíamos visto nunca un bote de spray, aunque los había.
Locomotora de vapor 030-2017 "El Alagón", Société Autrichienne, Francia, 1861 |
Mis primeras salidas naturalistas también tuvieron de protagonista al ferrocarril. Aquellos trenes regionales, que empezaban a ser eléctricos, me llevaban a las cercanías de donde vivía. Caminaba por los bordes de la vía, sintiendo el ventarrón al paso de un tren a toda velocidad por la llanura arenosa de pinares, entre dos ríos.
Los puentes de hierro de hacía más de 100 años, con sus remaches salientes y sus mil capas de pintura, sus óxidos, las grasas de los trenes, su ruido infernal, la luz cegadora de su único ojo … Un corpus de ingeniería y conocimiento de otro tiempo y también del nuestro.
La dignidad del ferrocarril de esa época estuvo en saber mantener en condiciones precarias una costosa infraestructura combinando líneas con traviesas de madera del siglo XIX, máquinas diesel y eléctricas con los modernos trenes Talgo.
La última máquina de vapor se retiró en 1975. Hasta entonces convivían las máquinas de vapor (carbón o fuel) junto con las diesel y eléctricas; anticuadas máquinas de sistema Mikado y modernos TAF y Talgo circulaban por las obsoletas vías españolas.
Interior del Talgo II España, 1950 |
La inesperada visita al Museo de Ferrocarril de Madrid me devolvió todas aquellas sensaciones de una manera atávica. Había ido al reclamo del Mercado de Motores, que ya conocía de la Nave de Motores de Metro de Madrid.
Sinceramente, me pareció un mercadillo mal montado y enormemente caro. Desde gafas de acetato de diseño andaluz y fabricadas en Italia a 89 € (de oferta) con una bisagra ciertamente cutre, hasta dulces y bollería más cara que si te la tomaras con un café en el mismo centro de Madrid con vistas.
Música en directo todo el tiempo, mala y estridente. Puestos como en el Rastro, con nulo estilo, y una zona abierta de terrazas, con más basura y manchurrones en el suelo que en un concierto punk al aire libre. Si quieres dar estilo, Sr. Organizador, primero da imagen, y la pulcritud es la primera de las imágenes.
Muy acertado, eso sí, el vagón cafetería, con un café caro: 1,90 €, pero apenas 40 cts. de recargo por una sensación especial. En otro vagón, la empresa ferroviaria CAF exponía sus ciento y pico de años de historia, con paneles bilingües vascuence-español, en los que el vascuence aparecía destacado en negrita. No sé si se han dado cuenta de que en Madrid no lo entienden ni cuatro gatos. La política nacionalista hasta en la sopa. Interesante al menos.
Locomotora eléctrica 7507 Brown Boveri (Oerlikon-CAF, 1944) Suiza-España |
Es verdad que las instalaciones se han quedado pequeñas para tanto material y necesitan mejores paneles informativos, guías o cicerones que no vi por ninguna parte, mejorar las salas anejas y que funcionen las maquetas de trenes, mejorar la didáctica y dar un mejor empaque al museo, por ejemplo mejorando su iluminación o vistiendo al personal de revisores y jefes de estación antiguos … mercadotecnia cutre aparte …
Pero fue toda una experiencia contemplar esas enormes máquinas antiguas o ver los interiores de los vagones restaurados. No vi al entrañable ferrobús, ni campanas, faroles u otro material antiguo propio de la estación, que aparece sólo como una nave industrial, en vez de cómo una verdadera estación de ferrocarril.
Allí estaban un Talgo II, máquinas francesas y británicas del siglo XIX, un TER y un TAF de Fiat, un vagón cafetería de Wagon Lits, gigantescas máquinas de vapor de sistema Mikado, vagones de madera de pasajeros y restaurante, … mucho material interesante. Ningún tren blindado o referencia a ellos.
Camioneta Fargo, Power Wagon Modificada por Desquenne et Giral Francia, 1957-58 |
Enlaces
Mercado de Motores en Nave de Motores de Metro
Mercado de Motores
La última locomotora a vapor en España, 1975
El 23 de junio de 1975 el entonces príncipe Juan Carlos apaga la caldera de la Mikado 141 f-2348 y cierra un ciclo histórico. La "f" significaba que estaba fuelizada.
Los trenes blindados en la República Española y en Rusia
Trenes blindados republicanos en España
Museo del Ferrocarril, Estación de Delicias
Brigada Ferroviaria República Española |