Marjo Nina Ikonen en "La voz humana". Foto: Zenobita |
Las voces de las personas que amamos, las que nos aman y las
que nos desdeñan …
Mi primer encuentro con esa extraña palabra de tres letras
fue a través de los recitales grabados de Frank Sinatra en un televisor de blanco
y negro.
A Sinatra se le conocía como ‘La voz’, no por su virtuosismo
como cantante, sino por su capacidad de emocionar y transmitir a través de
ella. Algunos decían que su directo te erizaba la piel con sólo coger ya el
micrófono y despertaba todas y cada una de las sensaciones que tenías olvidadas
y enterradas dentro de ti.
Conocí la poesía amorosa de Salinas más tarde, incluso
llegué a regalar un La voz a ti debida, ilustrado en la contraportada personalmente
y dedicado, como un regalo muy preciado por mí. Y así también descubrí luego a
Garcilaso.
El endecasílabo de este fragmento lo incluye Cervantes en su segunda parte del Quijote, por lo que debió de gustarle también mucho eso de la 'voz'.
Mis concepciones platónica y petrarquista del amor son casi contemporáneas de este poemario, y becquerianas y byronianas también, por lo que es casi inmediato que me emocionen los versos de Pedro Salinas pero ¿y esta obra de Cocteau?
Jean Cocteau por Modigliani |
Años convulsos los 30, después de la Gran Depresión con la
estrepitosa caída de las bolsas de valores. Tal vez ambos quisieron apostar a
un valor seguro, como el amor, o al menos a un trasfondo que todos entendían y
deseaban.
La biografía sentimental del poeta francés es tortuosa, y
tal vez eso le llevó a describir tan bien el desdén y la intensidad de un amor
no correspondido, como el que emborrona furiosamente el texto en La voz humana,
monólogo desgarrador de una mujer cuyo amante ya se ha aburrido de ella y busca
otros horizontes más jóvenes y estimulantes.
El carácter de la protagonista: voluble, embaucador,
atribulado y hasta colérico, nos puede dar un atisbo de por dónde su amante
pudo entrever una relación con la que debía acabar, aunque no es el argumento
de la obra, sino más bien cómo una mujer, presa de una pasión arrebatada por un
hombre, sufre de tristeza y rabia por el abandono, intentando convencer a su
amante de que ella lo ama y que esa es la única razón para que esté con ella de
nuevo.
Marjo Nina Ikonen en "La voz humana". Foto: Zenobita |
El recurso a un aparato telefónico que interrumpe
constantemente la conversación pudo ser en 1930 un comienzo tragicómico, algo
que había sufrido la mayoría de los espectadores en la Francia de la época y
que generaba un encuadre de complicidad con la protagonista, desesperada con la
operadora.
Una vez desarmado el público por algo que podría ser una
comedia, nos damos cuenta de la gravedad de la situación por el sufrimiento de
la actriz, pues se aferra a una relación aunque sepa del amargo desenlace.
La actriz Marjo Nina Ikonen transmite plenamente esa sensación de desasosiego al espectador con los altibajos emocionales de quien se ilusiona con sus propias palabras y se estremece de dolor y de rabia con la indiferencia de su expareja.
Marjo Nina Ikonen. Foto: Zenobita |
La representación de Ikonen en Arroyomolinos nos descubrió
el drama de Cocteau desde el prisma de una mujer más despechada y furiosa que
zalamera, más ofendida que sumisa, y realmente con pocas posibilidades de
conseguir un retorno de su amante por el esfuerzo de sus propios medios.
Volvería como loca a sus brazos, angustiada esperando su
llamada, dispuesta a salir a su encuentro si él no llamaba … pero no tiene más
recursos que producirle pena por lo que está sufriendo por él, con amenazas apenas
veladas de acabar con su vida. ¿Puede ser suficiente?
La representación de la actriz tiene el valor de generar empatía
por una persona tan incómoda de tratar como la soprano protagonista: engreída,
exigente y muy básica en sus sentimientos, que se reducen a la mera compañía y
al fetichismo de ser acariciada por los objetos personales del amor perdido.
Nos envuelve en la angustia del sufrimiento por desamor ¿quién no lo ha padecido? Nos incomoda con su desesperación, nos conmueve con su patetismo ¿realmente se merece que la abandonen? La mortificación del personaje está muy bien conseguida y el papel le viene como anillo al dedo a la actriz.
La obra de Cocteau es un gran reto para cada actriz, y no está al alcance de cualquiera, que sin la intensidad adecuada en la interpretación sería vacuo y hasta ridículo en nuestro tiempo tecnológico actual.
Marjo Nina Ikonen. Foto: Zenobita |
Buen vestuario, sencilla y buena puesta en escena y un gran
acierto el abordaje de esta obra, traducida directamente del francés por el
director de escena para esta representación, que necesita ser sutilmente pulida
en algunos pasajes para adaptarlo a un español más fluido de interpretar.
Representación