martes, 28 de agosto de 2012

España 2012, apuntes sobre desempleo



La tasa de paro y los sucesivos gobiernos constitucionales



La tasa de paro actual en España (25%) es el indicador más claro y preocupante del fracaso de todos los agentes políticos surgidos desde el cambio de régimen en 1975.


Los casi 7 años de Suárez y Calvo Sotelo se caracterizaron por el deterioro constante y continuo del empleo. Los de Felipe González por un estancamiento de la oferta laboral, que se descongestiona durante la época Aznar, aunque basado el crecimiento del empleo en sectores ligados a la construcción, en todos sus ámbitos. Durante el gobierno de Zapatero no se apuntalan los efímeros éxitos logrados y sobreviene la catástrofe actual, fruto de una muy deficiente gestión política y de una deficiencia estructural heredada que lastra el progreso del país.

Además,  el paro juvenil alcanza el 50%, lo que conlleva una carga adicional a los padres de los jóvenes que se hacen cargo de los hijos y una dependencia que los convierte en individuos laboralmente inmaduros, que están perdiendo la oportunidad del aprendizaje cuando la mente está en mejores condiciones para ello y les retrasa en sus proyectos personales, colocándoles en situaciones de complejo de inferioridad frente a sus homólogos extranjeros.


Perspectiva económica para los próximos lustros

La gravedad de lo que hablamos no se mitiga por estar de acuerdo con lo anteriormente expuesto o por esperar a que se solucionen solas las cosas (ayudas o conyunturas internacionales, exportaciones, etc.).

La falta de cotizaciones en suficiente cuantía, con escasos planes de pensiones y con empleos escasamente pagados que puedan permitir a las personas invertir en productos financieros, inmobiliarios o materiales es otra vertiente de la lacerante realidad de la escasa población activa.

Si además, pudiéramos obtener cálculos fiables de cuántos españoles trabajan y cotizan a la seguridad social frente a los extranjeros, obtendríamos un panorama aún más sombrío, pues nos habla de modificación de hábitos y costumbres a través de inversiones exóticas, fuga de personas que llegaron sin formación y vuelven formadas a sus países, problemas de pobreza en el elemento autóctono frente al foráneo, gérmenes todos de una futura conflictividad étnica (o como quieran Uds. llamarla) desconocida en España desde la expulsión de los moriscos.


Nuestros gestores somos nosotros

No es nuevo el hecho de contar en España con gestores ineficaces, irresponsables, perjudiciales e incluso claramente delincuentes, la Historia nos da fe de una extensa colección que ha llamado la atención incluso de los hispanistas más favorables. Pero nunca el riesgo de barrido de este país ha sido mayor, que puede acabar diluido en una supraentidad llamada Unión Europea, secuestradas sus competencias e independencia y atomizado en regiones que reproducirán, posiblemente, los errores de esa, aún viva, entidad política llamada España.

La gestión del actual equipo de gobierno se nos antoja irregular, errática, blanda y contraproducente.

Las rabietas de Rajoy permitiéndose el pavoneo ante los socios europeos y otros tiburones diciendo casi que las condiciones de refinanciación o supuesto rescate las impondría él, suenan a la bravata insolente de Mas diciendo que exigen la ayuda del Estado pero sin condiciones, en una clara muestra de chulería ibérica de la que hacen gala casi todos los reyezuelos autonómicos, otros de los cánceres que nos acongojan.

La escasa preparación para afrontar la crisis del equipo de gobierno actual, casi tan de dibujos animados como la de Zapatero, y sus mermadas competencias legales no les servirá para exculparlos de las responsabilidades que hubieren de realizarse, porque debemos empezar por la modificación de la "cultura de la irresponsabilidad" y empezar a cesar, expedientar, castigar, multar e incluso encarcelar a quienes venden el país a sus enemigos económicos y culturales (no se sonrían, por favor porque es la p ... verdad) y encima se lucran, como aquellos potentados a la sombra de austrias y borbones que la Historia nos muestra, pero abundantes en todas las épocas.


Una modesta propuesta de solución que nos salvará (de momento)

Es una realidad irrefutable que en España hay buenos trabajadores y empresarios -como en cualquier otra parte- pero la inseguridad laboral les hace permanecer a los primeros realizando su trabajo de una manera servilista al no poder abrirse a un mercado con más oferta que fuerce a los empresarios más cutres a dejarse influenciar por sus asalariados.

Los empresarios "buenos", por otra parte, dejan de realizar apuestas arriesgadas en su gestión y limitan beneficios y plusvalías, incentivos y palmadas a lo estrictamente necesario, creando un círculo vicioso de dependencia trabajador-empresario que lleva a un despido prácticamente libre, a un encadenamiento a la empresa hasta el dulce o amargo final y a una terrorífica pérdida de competitividad.

Por eso, urge, no una reforma laboral, que como las educativas no aportan soluciones, pues no por cambiar de juego de mesa se cambia la "suerte", sino una modificación de las actitudes de TODOS: de los mangantes que avasallan en la ciudad con tus TT alemanes a los coches más depauperados que apenas pasan las ITVs y de los conductores de éstos, amargados por la prepotencia de quienes tienen empleos mucho mejor pagados.

Está en nosotros parecernos -con todos los respetos- a una economía como la mejicana, desaparecer del mapa político como los yugoslavos, emular a las potencias clásicas (entre las cuáles llegamos a contarnos) o imitar a los nórdicos (harto imposible habida cuenta de nuestra mayor población y creciente heterogeneidad) lo cuál es una quimera.




¿Abandonaremos nuestros deseos de ser repúblicas independientes de nuestra casa y trabajaremos por el bien común? ¿Aportaremos cada día en nuestro trabajo nuestro mejor saber? ¿atenderemos a las necesidades de las personas caídas en desgracia o les recordaremos que se jodan porque ellos se lo buscaron? ¿nos formaremos, estudiaremos y trabajaremos más que los demás?

Con el comercio minorista amenazado y en manos de chinos, nuestras finanzas en manos de alemanes, nuestra política exterior dependiente de Francia, el gobierno de España en poder de los mentecatos líderes de las autonomías y los asuntos de Gibraltar y Ceuta coleando,  se me antoja harto difícil.

La última gran traición y pérdida del estado y la aparición de los reinos de taifas se solucionó después de 800 años. Esperemos que no tardemos tanto como entonces. Porque "nosotros lo valemos".


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