miércoles, 7 de diciembre de 2016

Un café escatológico en Montmartre

Barricada en la calle de la Bonne, colina de Montmartre,
durante la Commune de Paris de 1871
Fuente: www.souslavouteetoilee.org
03/12/16
En Montmartre se instalaron los cañones comprados por el pueblo francés para defenderse de los prusianos en la época de la Comuna de París (1871), y ese sabor acre de la pólvora y la política ha debido de quedar desde entonces en el ambiente. 

Digo esto porque después de tomar el sol tibio del mediodía en las escaleras y de haberme confortado con el olor de los cirios de la Basílica del Sagrado Corazón de este frío día de diciembre, me apetecía un café noir, de esos tan franceses y tan gustosos, con su vasito de agua al lado.


Hardware Société con su suelo ajedrezado
Un petit café noir serait génial

Saliendo de la Basílica, a la izquierda, se abren unas escaleras que dan a la calle Lamarck, que lleva a no se sabe dónde, y encontré un café moderno, estiloso, al gusto nórdico, con maderas de pino pulidas y mesas de varios tamaños. 

Allí había una guapa camarera con un impresionante delantal de cuero falso y un depósito de café con la marca PADRE. Tan sorprendente y desconocido nombre anunciaba sensaciones novedosas … 

Me llegó el café en una bonita taza anaranjada con el borde dorado, magnífica presentación. Así que cerré los ojos, abrí las coanas nasales a tope y mi lengua se dispuso a paladear el néctar, dejando libre el área cerebral correspondiente (que no es otra que el extremo inferior de la circunvolución postcentral de la pared superior del surco lateral en el área adyacente de la ínsula) para disfrutar de las sensaciones plenamente … 

¡¡¡Agghsstxngg!?!! ¡qué asco! ¡Más azúcar! …. ¡aghsss! ¡ajco, aj! … más azúcar … ¡pszzschnngg!

La porquería que estaba sorbiendo era lo más parecido al agua de fregar unos lavabos una mañana de domingo en Malasaña.

Mi divertida amiga no acertaba con el sabor, pero apuntó en la dirección indonesia, la de no sé qué civeta que come semillas de café, las expulsa por el orificio final de su intestino y con ello se hace un famoso café de las islas.


Paul Hogan se chotea del personal
Hardware Société, un coffe shop à la mode de Melbourne

Fijándome en el posavasos delator leí: Melbourne-Paris. Inopinadamente, estaban unos australianos experimentando con la población parisina como los norteamericanos en Nagasaki.

Tal vez, ante la escasez de civetas, a algún avispado australiano tipo Paul Hogan se le había ocurrido hacer ingerir a unos canguros unas bolsas de café de Starbucks para hacer con los cagarros el café PADRE … 

Salimos cagando leches de allí, justo para enjuagar nuestros dientes con un vin chaud a 60ºC que nos desinfectase la cavidad oral, tan maltratada en ese bar de modernos parisinos muy jóvenes, que seguramente desconocían a lo que sabe un café de verdad.


En la calle Lamarck,
homenaje a Simone Jaffray

Una conspiración en toda regla

La zona está llena de sobresaltos: sobre una pared de la Rue de Lamarck cuelga una placa conmemorativa de una miembro de la Resistencia asesinada por la Gestapo en 1944. Un mal trago después de otro ...

A decir de algunos jacobinos, comunistas y anarquistas, el Sagrado Corazón es "una verruga construida sobre los cadáveres de los communards". Y es que a muchos les molesta sobremanera la omnipresencia de la basílica en lo más alto de París.

Después de visitar devotamente la basílica, se me antoja un intento de envenenamiento en un bar con un pavimento ajedrezado, de tanta raigambre en París.

Y con el sabor amargo a pólvora del XIX en las papilas y un sablazo en mi bolsillo de euros globalizados, fuimos en pos de un verdadero mercadillo de Navidad, junto a las tapias del Sacré Coeur, que nos devolviera los sabores y sensaciones de la Francia prerrevolucionaria.



Suelo de Notre Dame
y Corona de Jesús


Interior de una logia masónica


Suelo de la Iglesia de
San Pablo-San Luis




La vida es demasiado corta
como para beber una mierda de café












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