lunes, 25 de diciembre de 2017

El declive de la Navidad en Madrid

Plaza Syntagma, Atenas, Grecia
Árbol de Navidad incendiado por manifestantes
09/12/2008 http://news.bbc.co.uk
Recordar … es un bonito verbo …

Este conjugador reconoce la forma pronominal “recordarse” y la negativa en infinitivo “no recordar” como parte de su memoria a largo plazo, la fijada en las proteínas.

No es que con la llegada de esta Navidad rememore u olvide selectivamente navidades anteriores, cuando no faltaban aún muchos seres queridos, o que el abrumador balance a favor de la memoria a largo plazo sepulte la inmediatez de mis percepciones. Es sólo que me recuerdo en las iglesias del norte de Alemania escuchando absorto conciertos de Navidad, en un mercadillo de Cracovia y en Montmartre bebiendo vino caliente, en los belenes de las plazas y escaparates de ciudades españolas … y no recuerdo Navidad parecida en las calles de Madrid.


Belén en Boadilla del Monte
Ultraje a las creencias
Entre la intencionalidad y la desidia

La Navidad parece interior en España, pues los ayuntamientos nunca le han dedicado demasiado dinero; se hace en familia y no trasciende en las calles, más que porque un ayuntamiento decida poner luces o belenes grotescos de tamaño natural, que el vandalismo juvenil acaba descabezando o poniendo en posturas procaces. Pero no es más que una cultura impuesta recientemente por los consistorios de manera mimética, porque en España no se vive la Navidad de puertas afuera.

Ese interiorismo navideño se queda en el domicilio en forma de reunión familiar obligada atávicamente, pues no hay tampoco Navidad interior: la Navidad de la humildad y el recogimiento.

La actitud mental navideña tiene que ver con el clima: el frío de las calles se combate en casa con una confortable calefacción, con alfombras, con comidas y bebidas calientes … y en la España del buen clima, dados a la juerga y los amigos, preferimos echarnos a la calle, acumular alegría y hacernos los remolones para no colaborar en la cena de Nochebuena.

Fuente: Internet
No hay tiempo para que padres, hijos, hermanos y abuelos hablen. Y si lo hacen, es para discutir por escaquearse o por diatribas políticas como el movimiento secesionista catalán o la "felicitación" navideña de Izquierda Unida con un árbol ardiendo.

Las madres, grandes sufridoras de la Navidad,  acaban convirtiendo Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes en un maratón de cazuelas y platos sin fregar, en un reproche continuo hacia los hijos y sus maridos, porque –no sin razón- y espoleadas por la política, reivindican con vehemencia que son explotadas por el "machismo", esa palabra mágica para describir que el marido no ayuda, que el niño no ayuda, que la niña no ayuda, que el Estado no ayuda, que el cambio climático no ayuda … y que ellas, por sí solas, no toman decisiones, lo que tampoco les ayuda.

Grzaniec, vino caliente en Cracovia
Fuente: www.trover.com
Algunas familias, abrumadas por el festival de fiestas durante estas Fiestas, han decidido mudar sus comidas a los restaurantes, un poco más caros, pero quizá más proclives a la conversación, donde las madres puedan hablar de sus problemas y no sean unas meras esclavas de la Navidad.

Esa situación de estrés, enfrentamiento y obligación, ha hecho que muchos aborrezcan la Navidad en familia. Se ha vuelto tan prosaica e incómoda, que el motivo original de celebración religiosa en concordia se ha olvidado casi por completo.

Los jóvenes exigen sus regalos con vehemencia y estar con sus amigos y los viejos se conforman con verlos a todos reunidos, a cualquier precio.


"Felicitación" navideña de IU Madrid 2017
Fuente: Twitter
Los enemigos de la Navidad

La Navidad como la hemos conocido tiene hoy muchas amenazas, especialmente en ciudades como Madrid. La Iglesia ha desaparecido de nuestras vidas: apenas organiza actos solidarios, apenas organiza actos musicales y apenas utiliza las iglesias como lugares sociales, habiendo quedado reducidas a magníficos edificios dedicados para leer unas escrituras una y otra vez, un par de veces al día durante 20 minutos mientras los escasísimos  y ancianos feligreses dan cabezadas esperando que se acabe la letanía.

Los cristianos de base se han entregado al consumismo, el estado alardea de laico y los ayuntamientos han liquidado las cruces y los símbolos cristianos de las calles para no "ofender" a los credos laico y musulmán, lamiendo a la vez la bota negra de las figuras en la sombra, de las cuáles son sus lacayos ejecutores.

Corporación actual del
Ayuntamiento de Madrid
En fechas recientes, las acertadas iniciativas de las corporaciones municipales del Partido Popular de poner en las plazas madrileñas mercadillos de Navidad y pistas de hielo para patinar -con visible laicismo, dicho sea de paso- se han transformado hoy en día en la reducción del número de casetas de Navidad, del número de mercadillos, de la variedad de productos ofrecidos -bisutería y regalos baratos- y de la desaparición completa de símbolos religiosos por parte de la corporación de la lideresa de Ahora Madrid, Manuela Carmena, una vieja jueza comunista.

Se diría que los madrileños han puesto el gobierno municipal en manos de Ahora Madrid para que se cargue la Navidad. Sin embargo el partido ganador de las últimas elecciones fue el PP. Y en un alarde de ingeniería social, Ahora Madrid y PSOE se unieron por su cuenta para conculcar la voluntad popular. ¿En qué parte de su programa decía que iban a pactar?


"Mercadillo" navideño en Madrid
Diciembre 2017
Los títeres proterroristas, los asaltos a capillas y los chistes racistas y ofensivos a las víctimas del terrorismo han salpicado a varios de los miembros de la amalgama que es Ahora Madrid, entre cuyas filas se encuentra Izquierda Unida de Madrid, otro conglomerado de ideologías bordeando la legalidad, pero enfangados en la obscenidad política, y que nos ha "felicitado" la Navidad con un árbol de Navidad ardiendo, una extraña y coincidente manera que recuerda a la "fortuita" antorcha en la que se convirtió el edificio Torre Espacio en la celebración de la consecución del Mundial de Baloncesto por la Selección Española

La iluminación de las calles madrileñas ha perdido su sentido religioso, y sus mercadillos de escasa estética se limitan a vender cosas de bazar, en el que ni por asomo hay mazapán, turrón o bebidas calientes, aunque sí dulces árabes ¡qué cojones! Véanse, si no, los contenedores blancos de la plaza de Ópera.

La Navidad es un estado mental y los responsables municipales de Madrid están hoy adorando a Baphomet y engordando sus cuentas bancarias.



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