Lo de cambiar los himnos en las celebraciones deportivas se ha convertido en una curiosa tradición en los últimos tiempos. La más recordada es, sin duda, la final de la Copa Davis 2003, cuando los españoles fueron recibidos con las notas del Himno de Riego, el oficial durante la Segunda República.
Dicho himno también sonó en un partido de la selección española de fútbol en
Checoslovaquia en 1967. Los organizadores se excusaron diciendo que era el
único que tenían a mano.
Otro fallo técnico, si se puede llamar así, hizo que los jugadores
de la selección de waterpolo tuvieran que tararear el himno durante la entrega
de medallas en el Mundial de 2001 en Fukuoka.
También, la selección española de balonmano escuchó en 1999, con
Urdangarín en el equipo, el himno de Marruecos cuando se disponía a jugar un
partido ante Argentina en el Mundial disputado en Egipto.
Hubo un «lío diplomático» con la organización del Giro de Italia,
que durante la celebración del segundo Giro conquistado en 2011 por Alberto Contador hizo sonar el himno español... con letra de
José María Pemán. El ciclista pinteño tuvo que escuchar en el podio la versión
que el escritor realizó a encargo de Miguel Primo de Rivera, ante la extrañeza
del ciclista y de los aficionados españoles.
No es la primera vez que Contador se ve inmerso en un
conflicto igual. En 2009, tras la conquista de su primer Tour, el ciclista fue
recibido en el podio con los acordes del himno danés, lo que motivó las quejas
de la delegación española.
Lissavetzky se llevó el himno español en su MP3 al
europeo de Polonia de baloncesto por las confusiones en varios acontecimientos.
Parece ser que los organizadores no ponen excesivo celo en homenajear a los
deportistas españoles. Habrá que preguntarles si a ellos les ha ocurrido en
tantas ocasiones recientemente.
La organización del
Gran Premio de Estados Unidos se equivocó e hizo sonar el himno italiano en lugar
del español durante la ceremonia del podio en el que Jorge Lorenzo ocupó el
cajón más alto (25/07/2010).
Después de todo esto, el CSD se ha hartado y ha
enviado el himno español a los organizadores de distintas competiciones. Claro,
se impone el sentido común.
Son errores
graves de los organizadores, pero una clara muestra de lo mucho que ha de sonar
el himno español últimamente. Lo que no se explica es de dónde son capaces de
sacar el himno de Riego o con letra de Pemán.
Aunque tal
vez se trate de la extrañeza de los extranjeros cuando escuchan La Marcha Real
sin letra y, escamados, deciden buscarlo en Internet.
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