domingo, 9 de julio de 2017

Excursión al arroyo Guarramillas

Cascada en el arroyo Guarramillas,
formando la charca Sócrates
Altitud 1800 m.
Fecha 02/07/2017

Cuando ya se acumulan en las piernas más de 10.000 km pateados por las montañas, ríos, bosques y selvas de España, Europa, Asia y África, bajo las ventiscas de nieve y los chaparrones tropicales, sobre el hielo, el fango, y soportando picaduras de insectos, rodeado de reptiles y mamíferos devoradores de hombres, animales ponzoñosos, con deshidrataciones extremas, temperaturas varias decenas por debajo de cero grados y comiendo durante semanas las proteínas crudas que encontraba en el medio, algunos no pueden siquiera imaginar que apenas a 70 km. de Madrid pueda encontrar en una tarde de verano las experiencias más placenteras de paz y aventura.

Las mismas sensaciones que he disfrutado en la selva pluvial de Sumatra, la taiga de la Laponia finlandesa, los barrancos norteafricanos o las montañas más duras.

A unos centenares de metros de la estación de ferrocarril de Cotos, entre Segovia y Madrid, esto es posible. En el exiguo cauce del arroyo Guarramillas.


Digitalis purpurea, junto a la cascada
La excursión

Acompañé a una conocida fotógrafa a esta excursión veraniega para bañarnos en una pequeña cascada de apenas 3 metros de altura, emplazada en un paraje boscoso de pinos silvestres de la alta montaña madrileña.

Una vez cumplido el rito de las abluciones en esas aguas ciertamente muy frías de la charca Sócrates, nos separamos para que yo pudiera sentir en solitario el pulso de la montaña y sus seres, mientras ella se echaba una siesta reparadora alejada de las garrapatas de los prados, los mosquitos de los remansos y la plaga de turistas del domingo.

Al fin y al cabo sentirse viajero intrépido y no turista estúpido sólo tiene que ver con la necesidad de estar a solas con el medio y no participar del gregarismo tribal que lleva pegado a su recua el lastre urbano de sus servidumbres, como el hedor que sigue al estiércol de una carreta.

Aves solitarias sorprendidas por la presencia humana, incluso un templado domingo de verano, paraje agreste, imperio de los insectos, verdadera riqueza de esta parte del Parque Nacional de Guadarrama.

Melanargia lachesis

Erebia meolans

Clytra espanoli
sobre enebro rastrero
Fotos tomadas en el arroyo Guarramillas el 02/07/17


Las especies del entorno

El trepador azul (Sitta europaea) es el ave más frecuente en mis salidas a la sierra madrileña. Lo he visto siempre que he ido a la Silla de Felipe II, a Rascafría y en las inmediaciones de El Tiemblo, ya en Ávila. También lo he visto hoy volviendo del arroyo Guarramillas hacia Cotos, en un recodo expuesto al sol donde también avisté fugazmente herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) y carbonero común (Parus major).

Clytra espanoli sobre
Junniperus communis var nana
Llama la atención la escasez de aves, pero es que el dosel arbóreo cerrado de los pinos silvestres (Pinus sylvestris var. iberica) y la pinocha ácida que cubre el suelo impiden el desarrollo de variedad vegetal y plantas con bayas, por lo que el alimento son fundamentalmente multitudes de especies de orugas y coleópteros como el Clytra espanoli. No vi otra especie arbórea, si bien existen tejos dispersos a menor altitud.

En cuanto a los arbustos, domina el suelo el enebro rastrero (Junniperus communis var. nana) en un bosque casi exclusivo de pinos silvestres de unos 60-80 años, producto del cultivo forestal, aunque es autóctono en la zona.

El bosque de Cabeza de Hierro o Pinar de Los Belgas lleva gestionado por la Sociedad Belga de los Pinares de El Paular unos 160 años, lo que ha mantenido su homogeneidad ecológica, aunque no sus árboles de gran porte, por las talas selectivas y las tormentas de viento y nieve. Aún así ha llegado hasta nuestros días algún árbol monstruoso, como el pino de 500 años que se perdió por una tormenta hace apenas una década. 

Junto a la cascada crecían varias digitales (Digitalis purpurea), identificadas por la altura a la que se encontraban (1.750 metros) y porque sus hojas eran lisas, al contrario que en Digitalis thapsi, que son pilosas.


Entomofauna del arroyo Guarramillas

Medioluto ibérica (Melanargia lachesis)
Erebia de Prunner (Erebia meolans)
C-blanca (Polygonia C-album)
Clytra espanoli

Polygonia c-album
Hasta la reciente descripción en España del crisomélido Clytra espanoli, el fenotipo se asociaba indefectiblemente en nuestro país a Clytra laeviuscula, una especie centroeuropea ya descrita en el siglo XIX.

La nueva catalogación ha hecho que los entomólogos españoles cada vez que se encontraban ahora con la morfología de ese crisomélido lo asociaran automáticamente a la nueva especie C. espanoli, creyendo que Clytra laeviuscula no era un taxón ibérico.

Sin embargo, el descubrimiento en Navarra de ambas especies, ocupando nichos distintos, enriquece la ya de por sí espectacular variedad entomológica española y constata -por enésima vez- que la Península Ibérica no es sólo un territorio de especificidades y endemismos, sino una plataforma donde confluyen especies norteafricanas y centro europeas debido a que en la misma península se extienden -de sur a norte- desde ecosistemas mediterráneos subtropicales hasta ecosistemas continentales atlánticos, favorecidos por la sucesión de cadenas montañosas horizontales que acentúan los contrastes latitudinales, convirtiendo Iberia en un microcontinente plagado de microclimas donde pueden vivir varias especies similares simplemente cambiando de valle.

Clytra espanoli
La especie de la foto ha sido identificada como Clytra espanoli, pero sin la certeza que un análisis de su genitalia masculina hubiera aportado para diferenciarla de C. laeviuscula.

Teniendo presente que algo menos del 50% de las especies en Guadarrama son mediterráneas, no sería extraño encontrar más especies típicamente centroeuropeas.

Sin embargo, el estudio de A. García-Ocejo y P. Gurrea (1995) sólo cita entre las Clytra de la sierra de Guadarrama a C. espanoli y C. quadripunctata.

Otro estudio muy temprano de Mauro Daccordi y Eduard Petitpierre a partir de una excursión a la Sierra de Cazorla (1975) ya dejaba claro que todos los ejemplares recolectados allí eran C. espanoli y no C. laevuiscula, y que la única manera segura de difereciarlos era fijándose en su edeago u órgano copulador.

Larva de tricóptero en su
funda construida de piedrecillas
Posteriormente (2001) J. I. Recalde, J. L. Agoiz y E. Petitpierre describieron la existencia en un valle cantábrico de Navarra a Clytra laeviuscula, confirmando la presencia en España de ambas especies tan similares.

Por todo esto, consideramos necesaria la revisión de la posible presencia de C. laeviuscula en la Sierra de Guadarrama.

Los lepidópteros son el plato fuerte del valle del arroyo Guarramillas, con más de una decena de especies reconocibles a simple vista, entre las que destaco:

Polygonia c-album, Melanargia lachesis y Erebia meolans, difícil ésta de distinguir de Erebia triaria y Ereboa palarica, si no nos fijamos en el ocelo vestigial asimétrico de E. meolans y su banda naranja más ancha.


Identificar las distintas Erebias


Erebia triaria,
La banda naranja es triangular
e incompleta
(Fuente: Internet)


Erebia meolans,
con los dos ocelos vestigiales asimétricos
sin pupila blanca
La banda naranja es rectangular y completa.



Erebia palarica,
la banda naranja se adelgaza
en el centro, como un ocho.
(Fuente: Internet)


Otras especie vista al vuelo, pero no identificada con certeza, fue la limonera (Gonepteryx rhamni).


Diferenciar las dos digitales presentes en la Sierra de Guadarrama

Todos ya hemos oído hablar de la digital (Digitalis purpurea), que ilustra la foto de más arriba que realicé junto a la charca de Sócrates, pero existe al menos otra especie presente en Guadarrama con la que se le confunde a menudo: la digital pegajosa (Digitalis thapsi).


Digitalis thapsi, en una ladera junto
al río Cambrones (SG) 10/06/17
D. thapsi se distingue de su pariente la Digitalis purpurea por tener aquélla las hojas cubiertas de pelos pegajosos, lo que hace que parezcan amarillentas y por tener las flores de un tono rosado en vez de purpúreo.

Ocupa zonas pedregosas soleadas que no se cubren de nieve, al contrario que la Digitalis purpurea, que en Guadarrama prefiere zonas de innivación, más húmedas y sombrías que D. thapsi. Ésta es un endemismo ibérico presente en las montañas del Sistema Central.

Yo he encontrado D. thapsi en numerosas partes de Guadarrama, tanto en la vertiente madrileña (sur) como en la segoviana (norte). La foto de la izquierda está tomada en el río Cambrones, cerca de La Granja, a unos 1.100 m. de altitud.

Según algunos autores, D. purpurea purpurea se hibrida con facilidad con D. thapsi, dando tipos intermedios, como D. purpurea carpetana, con colores de corola y hoja intermedios entre ellas, no es pegajosa al tacto y crece tras el deshielo.


Enlaces






Dedalera (Digitalis purpurea carpetana)

Diferencias entre Digitalis thapsi y Digitalis purpurea


Fotos: todas las fotografías fueron tomadas en el arroyo Guarramillas el 02/07/17, excepto las indicadas.





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