lunes, 10 de julio de 2017

La ruta Cotos-Charca de Sócrates

Cascada de 3 metros sobre el arroyo Guarramillas.
Al pie, la charca Sócrates, con un dique artificial.
Sobre el río Guarramillas se abre una bonita y fotogénica cascada de 3 metros de altura que sorprende porque parece trasplantada de los Pirineos o las Montañas Rocosas.

Los pequeños pinos silvestres que la rodean le dan una dimensión mayor, cuando no es más que una cascada en miniatura, apenas un salto, a la que ha habido incluso que fabricarle un dique para simular una poza donde bañarse hasta la cintura o poco más.

Sin embargo es un lugar mítico para el montañismo, el esquí y el naturalismo españoles. En esta zona unos pioneros como Manuel Bartolomé Cossío y Manuel González de Amezúa promovieron el conocimiento de esta sierra, y un día se toparon con Birger Sörensen, un joven empresario noruego que les enseñó a usar los esquíes, construyéndolos en su taller de la calle Argumosa, en Lavapiés, posiblemente los primeros esquíes fabricados en España, ya antes de 1910.

Hoy la Loma del Noruego está dedicada al hombre trajo el esquí de fondo a estas sierras. Aunque anteriormente Ángel Ganivet desde Finlandia había dado noticia de ese deporte a los españoles en 1896, proponiendo incluso una estación de esquí en Sierra Nevada.



La ruta Cotos-Guarramillas

Utilizamos el autobús 691 desde Moncloa hasta Cotos, en un recorrido algo aburrido de 1'5 horas de duración. Una vez que llegamos al Puerto de Cotos lo primero fue desayunar en la Venta Marcelino un café con leche y pan tostado con tomate, que más que triturado, estaba hecho lascas, y con pan de barra del malo.

Algo más rústico o más refinado se echa de menos, porque en cuestiones de desayuno el punto medio siempre se queda cutre.

Salimos enseguida aprovechando los 18º C de temperatura, que en la montaña se agradecen mejor que una jarra de cerveza saliendo de la piscina.


Collado a 1835 m, al fondo Cuerda Larga.
Lo primero fue acercarnos al centro de visitantes a hacernos con unos mapas y enterarnos de nuevo de qué era eso de la quitridiomicosis, una enfermedad mortal para los anfibios que es producto de la mala praxis de los científicos, muchos de los cuáles acusan a los excursionistas y naturalistas de ser el peor de los males para el medio ambiente, cuando desde hace milenios ha habido trasiego de hombres y animales portando inadvertidamente microorganismos en sus pies y su pelaje. Pero volveremos luego a este asunto.

Bajamos otra vez hasta la venta y atravesamos la carretera, subiendo unas escaleras de piedra que nos llevaban a las rutas verdes RV1 y RV9. Puede hacerse siguiendo un corto tramo de la carretera hasta Valdesquí y luego girando hacia la señalización del refugio Pingarrón, que está a la izquierda.


Cabezas de Hierro desde el Pingarrón
Son apenas 15 minutos de un recorrido con escaso interés hasta que se llega al collado del refugio, desde donde se ve Cuerda Larga, con sus Cabezas de Hierro y el denso pinar a sus pies, separado de nosotros por los valles del arroyo de Guarramillas y el del arroyo de las Cerradillas.

El refugio estaba cerrado, pero se encuentra en funcionamiento para grupos, como máximo 25 personas.

No tiene un gran valor arquitectónico y no existen papeleras, lo que dada la proximidad de Cotos y la presión de visitantes que soporta la zona no deja de ser un síntoma del desinterés de la Comunidad de Madrid, que presume de parque nacional pero hace bien poco por mantenerlo limpio.


Pasarela de madera sobre el
Arroyo Guarramillas
Desde las inmediaciones el sendero señalizado empieza a descender con un leve zig-zag hasta llegar a un pequeño valle abierto con un prado de verde hierba rala muy verde, estamos en el arroyo Guarramillas.

Si seguimos la ribera por la izquierda llegaremos en unos pocos cientos de metros a la Charca Sócrates y a su cascada.

Si lo ascendiéramos, girando a la derecha, alcanzaríamos la estación de esquí de Valdesquí, cuyas nieves fundidas van a dar todas al pequeño arroyo, que acabará conviertiéndose en el Río de la Angostura, después de tributarle por la izquierda el arroyo de Cotos y por la derecha el de Las Cerradillas. Y es precisamente el Río de la Angostura que pasará a llamarse Río Lozoya aguas más abajo.

No parece, por tanto, nada recomendable seguir manteniendo una estación de esquí, con todos sus contaminantes y deterioro del medio donde nace el río que da de beber a todos los madrileños.



Estaciones de invierno de Navacerrada y Valdesquí, donde nace el arroyo Guarramillas.
El arroyo se transforma en el Río de la Angostura y luego en Río Lozoya.


Cascada, petroglifo y
charca de Sócrates


Escudo de Infantería
Petroglifo de 1945




Sombra de helecho,
simulando dendritas de
pirolusita.


La ruta es bastante sencilla sin nieve, y aunque no puedo calcular el tiempo empleado, tardamos 6 horas entre desayunar, llegar, hacer las fotos, el baño consiguiente y una somera exploración aguas abajo de la cascada.

Tal vez calculando 2 horas entre ida y vuelta pueden abarcarse todas las edades y condiciones físicas.

Posiblemente sea la ruta de montaña más corta jamás abordada, pero merece la pena en satisfacciones porque nos encontramos en el corazón mismo del macizo de Guadarrama. De donde sale la riquísima agua que bebemos los madrileños y donde se inician las rutas biológicas más interesantes, en el límite de la alta montaña.




Secuencia fotográfica temporal de la ruta Cotos-Arroyo de Guarramillas

Cartel contra la quitridiomicosis
11:38

Venta Marcelino
11:31

Cartel antiguo del puerto
11:49 Salida

Hacia el refugio Pingarrón
12:03

Ruta Verde 1 y RV9
12:03


Collado de El Pingarrón
1835 m.
12:04


Refugio de El Pingarrón,
al fondo Cuerda Larga
12:07


Refugio de El Pingarrón,
estaba cerrado
12:09


Bajando por el camino
12:11


Al fondo Valdesquí y
la Bola del Mundo
12:13


Bajando al Guarramillas
12:15


Baliza de Ruta Verde
12:16


Pasarela sobre el Guarramillas.
No cruzarla, permanecer a la izquierda.
12:23


Arroyo Guarramillas junto a
la charca Sócrates
12:34


Cascada y charca Sócrates
sobre el Guarramillas
12:34

Total: 45 minutos desde el cartel de Cotos hasta la cascada.



Batracio muerto por quitridiomicosis
(Fuente: Internet)
La quitridiomicosis

Filoxera, grafiosis, afanomicosis, mixomatosis, neumonía hemorrágico-vírica, ...

Son todos nombres macabros que acabaron con las viñas, los olmos y los cangrejos de río en Europa y han diezmado a los conejos y a los animales que se alimentan de ellos. La causa: la insensata falta de control eficaz en el trasiego de animales y plantas de un país a otro, y a veces la introducción intencionada para exterminar una especie, como en Australia con los conejos y la mixomatosis.

Ahora llega la quitridiomicosis.

Muchas especies de anfibios se extinguieron antes de que se describiese para la ciencia el hongo de esta micosis mortal, el Batrachochytrium dendrobatidis. Hoy ya son más de 250, una pérdida irreparable. Como el sapo dorado de Costa Rica, que ha desaparecido para siempre.


Sapo dorado de Costa Rica
(Incilius periglenes) Extinto.
Causa probable: quitridiomicosis
(Fuente: Internet)
No se sabía realmente el porqué estaban muriendo poblaciones enteras de anfibios en Ecuador, en Australia o en España. Al final, la principal hipótesis y la más aceptada fue porque la endermedad se expandió con la exportación al resto del mundo de millones de ranas (Xenopus laevisdesde Sudáfrica para su uso médico, en concreto para hacer la prueba del embarazo.

El Proyecto Cero desarrolla actualmente la mitigación experimental de la quitridiomicosis en distintos puntos del territorio español, concentrando sus esfuerzos en las especies europeas más susceptibles a la enfermedad: los sapos parteros del género Alytes.

Una de estas especies, el sapo partero común (Alytes obstetricans) fue precisamente el objeto del primer brote de quitridiomicosis descubierto en Europa, en el Parque Natural de Peñalara en Madrid. Aquí se estudia el incremento de la temperatura del agua para matar al hongo.

Y en Málaga se está investigando en distintas concentraciones de fungicida para tratar larvas de sapo partero bético (Alytes dickhilleni).

Es muy probable que el hongo llegase a Peñalara en las botas y mochilas de los excursionistas, en las patas de las aves o del ganado, pero también en el material o en las mismísimas manos de los biólogos que estudiaban los batracios de sus lagunas.

Es por ello deseable que la entrada al Parque Nacional sea regulada minimizando la cantidad de esporas, polen, semillas y restos orgánicos que introducen los visitantes y los trabajadores, con controles como impedir el acceso en vehículo privado, la limpieza de botas y ropa, y la prohibición de traer animales y comida elaborada, pudiendo adquirirla en un supermercado al efecto con el mismo precio de Madrid. 



Enlaces





Batrachochytrium dendrobatidis, la mortal quitridiomicosis

¿Qué ocurrió con el sapo dorado de Costa Rica?

Control de especies exóticas e invasoras







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