La Noche de Halloween (1978), de John Carpenter fue la pionera en redescubrir el género slasher, pero para cuando pude verla ya habían salido otras dos de la misma saga (1981, 1982) y otros más mayores que yo se me habían adelantado en la afición.
Sin embargo, la TV ya me había mostrado el camino de lo gótico con Los Monster (1964) una serie muy divertida sobre el elenco de monstruos que ya eran propios de Estados Unidos cuando aquí apenas alcanzábamos a ver a Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo trabajando por su cuenta.
Y claro, como no, Elvira, Mistress of the Dark (1988).
Recuerdo haber visto espantapájaros hechos con una calabaza y un sombrero de paja en películas y dibujos animados, pero no acertaba a ver su significado. ¿Cómo enlazar a Michael Myers y su careta del capitán Kirk con Elvira y las calabazas?
La clave la tenían Jack y los irlandeses.
Pesadilla antes de Navidad (1993) me dio esa clave. Si durante años comprendía sólo a medias el significado esotérico de esa cucurbitácea naranja y me arrinconaba en lo más profundo de la simbología gótica musical y de los mitos literarios, fue esa película quien me introdujo de lleno en los mitos populares.
Desde entonces empecé a incorporar sin complejos el naranja en atuendos y decoración de mi habitación de estudiante y las calabazas, que miméticamente utilizaba, entraban ya en la dimensión del insight de mi atribulado cerebro postgótico.
Poco después entendí el porqué de la crema de calabaza que preparaba mi madre en los meses de otoño y mucho más tarde comprendí que Halloween y el Magosto o fiesta de la castaña son lo mismo.
Magosto en Sejas de Aliste |
También los huesos de santo y los buñuelos, aunque la tradición de limpiar las lápidas o acudir con flores a los cementerios no las practicábamos por no tener tumbas de nuestros familiares en las muchas ciudades donde vivíamos.
La desacralización y el rechazo a la cultura popular de los jóvenes españoles de los 80 nos llevó a adquirir nuevos intereses culturales, como Halloween, que no son sino tradiciones europeas de ida y vuelta que el cine de Estados Unidos nos ha devuelto de manera más elaborada y deformada, pero que son realmente lo mismo: el miedo a los fantasmas y a la muerte en el cambio de estación.
Nuestros bisabuelos ya tenían calabazas, de hecho las hay desde el descubrimiento de América, y seguro que hacían con ellas máscaras y cabezas con certeros cortes.
Pero antes, mucho antes, vaciaban nabos o colinabos en el noroeste de España para meter una vela dentro y evitar que se apagara. Y tal vez los tallaran, como hacía los antiguos irlandeses, para darles formas grotescas.
La cera era cara, sin embargo el sebo o grasa de animal abundaba, y así alimentaban esos curiosos farolillos anti-viento, que en algunos pueblos servían para iluminar el camino al cementerio.
Todavía en algunos pueblos de España se utilizan las calabazas a modo de cabezas terroríficas y se piden frutos secos a los vecinos para no asustarlos.
La leyenda de Jack O'Lantern dice que era un sujeto pendenciero y arruinado que quiso vender su alma al Diablo por una cerveza. Y una vez encontró a Jack en un pub, como no podía ser de otra manera.
Como no podía pagarse ninguna, desafió al Diablo para que se convirtiera en una moneda de oro; éste así lo hizo fatuamente, con la promesa de Jack de acompañarle al Infierno, pero el pícaro Jack pagó la pinta con el Diablo convertido en moneda, se la bebió y cuando le tocó saldar su deuda se metió la moneda en su bolsillo, donde guardaba un crucifijo.
Como el Diablo no podía salir por el espanto, prometió a Jack que no cumpliría su promesa de llevarlo al infierno en 20 años, por lo que Jack finalmente se lo sacó del bolsillo.
Andando el tiempo de 20 años, se volvieron a encontrar al pie de un manzano. Como el Diablo quisiera cobrarse su vieja deuda y nunca olvida, Jack le dijo que le concediera un último deseo: comerse una jugosa manzana de lo más alto del árbol.
El Diablo de nuevo accedió convencido por el pícaro Jack y se subió al árbol, pues Jack no alcanzaba. En esas Jack rodeó el árbol de crucifijos y pretendió escabullirse de nuevo, a lo que el Diablo le suplicó que le dejara bajar.
Jack quitaría los crucifijos con la promesa de que no se volviera a cruzar en su camino. Y el Diablo volvió a acceder.
Y llegó el tiempo en el que Jack murió, con sus pendencias a cuestas, y se presentó ante San Pedro en las Puertas del Cielo. Entonces Pedro le dijo que por su vida licenciosa el Cielo le estaría vedado para la Eternidad.
Desde entonces, Jack vaga entre la oscuridad del Cielo y el Infierno llevando, como otras almas del Purgatorio, una lámpara hecha con un nabo horadado, donde una vela reluce para alumbrar su desdichado camino.
Esa misma clase de lámpara es la que usaban en Europa Occidental los vivos que querían alejarse de los muertos, conjurándolos.
Así, depositaban en sus puertas antes de que la procesión de ánimas llegara, una pequeña cantidad de alimentos y una lámpara hecha con un nabo para que pasaran de largo.
Algunos antropólogos dicen que eran los mismos sacerdotes celtas los que obligaban al pago de parte de las cosechas recién recolectadas a principios de otoño con la amenaza de llevarse a los reacios a colaborar con los espíritus, y ya sabemos cómo se las gastaban los celtas por esa época ...
Y como ya va siendo hora de empezar, os diré cómo hago mis calabazas.
Cómo hacer calabazas para Halloween
Bien, lo primero es elegir bien las calabazas. Ya a mediados de octubre las hay, pero conviene comprarlas lo más cercano a la fecha, el 31 de octubre, Día de Halloween.
Se trata de que tengan un aspecto óptimo, de color naranja y bien turgentes, preferiblemente con parte del tallo, para darles aspecto como de que llevan sombrero de bruja.
Para prepararlas, bastará con hacerlo la víspera, para no encontrarnos con que se han arrugado el día de nuestra fiesta. No aguantan más de 48 en buenas condiciones.
Si queremos comer sopa de calabaza deberemos buscar otras variedades con más carne, ya que las habituales para Halloween están prácticamente huecas.
Ésto último es importante tenerlo en cuenta a la hora de cortarlas, para no herirnos, pues el cuchillo se hundirá de manera irregular.
Instrumentos que necesitamos:
1 cuchillo algo afilado con bastante punta y que nos permita trabajar sujetando parte del filo sin cortarnos.
1 cuchara para rebañar el interior.
1 destornillador muy pequeño (de gafas) para darle el último toque a los dientes y a la nariz.
1 vaso de sidra para hacer el círculo superior poniéndolo boca abajo.
1 bolígrafo de tinta borrable para hacer el círculo de arriba y para dibujar sobre la calabaza.
1 rotulador negro para repasar las zonas definitivas de corte.
Papel de cocina y alcohol para borrar los restos de tinta.
Procedimiento
-Lo primero es limpiar la calabaza con un paño húmedo.
-Después usamos una tabla grande de madera para realizar las operaciones.
-El diseño lo tendremos elegido previamente mirando en Internet de entre los que más nos gusten, o nos inventamos uno en un papel aparte.
-Lo único importante es que sea un dibujo sencillo para recortar y terrorífico.
-Dibujaremos con el bolígrafo borrable y después repasaremos con el rotulador.
-Dejaremos secar un poco y después pondremos el vaso de sidra boca abajo y trazaremos un círculo con el bolígrafo.
-Acto seguido inclinaremos el cuchillo 45º y perforaremos con cuidado la corteza con la punta, como 1 cm de profundidad. Luego repasaremos con cuidado de no cortarnos clavando demasiado el cuchillo y extraeremos la tapa.
-Con el cuchillo cortamos con cuidado los hilos laterales que pudiera haber en el interior.
-Con la cuchara empezamos a rascar y vaciar, ayudándonos con la mano.
-Limpiamos con papel de cocina el interior.
-Ahora empezamos a hacer incisiones con la punta del cuchillo muy cuidadosamente, con pequeños cortes que eviten que se nos vaya el cuchillo y demos al traste con nuestra calabaza.
-Después repasamos incidiendo más con el cuchillo y terminamos con pequeños retoques que nos dejen igualados los ojos.
-La dificultad de la nariz se resuelve incidiendo al principio menos con la punta y repasando con el pequeño destornillador. No te preocupes por los errores, te costará varios años ser un experto, pero siempre te quedará un aspecto atractivo para tu calabaza.
-Los dientes es lo más complicado, lo más sencillo es hacerlos triangulares.
-Ahora sólo te queda poner una pequeña vela en su interior con la tapa abierta y la llama centrada en el círculo creado.
Puedes encender la vela fuera y dejarla caer en el interior con cuidado. Ayudándote con un palillo de pinchitos puedes centrarla. La calabaza no se quemará, aunque deberás apagarla cuando te vayas a dormir.
O poner una lamparita especial en forma de vela y poner la tapa encima.
-Ahora, elige ubicación.
Yo las he puesto en la terraza, rodeadas de huesos de vaca y ciervo que recogí del campo y acompañadas con una lápida de poliestireno expandido con la frase del descanso eterno: RIP
Las dos de la izquierda son del clásico diseño maligno con pocos dientes.
La de la derecha es una recreación de la cabeza de Jack O'Lantern que aparece en Pesadilla antes de Navidad, y la de más abajo es de creación propia.
El próximo día de Halloween creo que me voy a atrever a hacer un cementerio. Ya os contaré la experiencia.
Animaos a celebrar Halloween o el Magosto, lo que más os guste. O ver Pesadilla antes de Navidad o la Noche de Halloween el 31 de octubre por la noche y visitar el cementerio de vuestros familiares el 1 de noviembre y después ver Don Juan Tenorio.
Esas tradiciones tienen el mismo origen pero con atractivos distintos. Debemos preservar nuestras costumbres y ser capaces de divertirnos con otras también.
¡Feliz Halloween 2020!
Enlaces
La máscara de Halloween, su inesperado origen
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