jueves, 12 de septiembre de 2024

Las Tablas de Daimiel, jornada para ver a un enfermo moribundo

Mirador en el P. N. Tablas de Daimiel
Me gusta visitar parques nacionales desde niño.

El primero que conocí fue el Parque Nacional de El Teide, no recuerdo la edad, pero he estado varias veces contemplando las coladas de lava rojiza petrificada, su teleférico rojo, el centro de visitantes y el parador nacional. Nada especial, por otra parte, sus instalaciones, pero sí de una rara belleza su carretera sobre la planicie volcánica.

Con 14 años ya exploré con mi familia los caminos, la laurisilva y los helechos gigantes del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera. Luego Covadonga (hoy Picos de Europa), las Islas Cíes, Monfragüe, Guadarrama, Cabañeros y Ordesa; el primer parque peninsular citado, antes y después de la ampliación; el resto antes y después de su reconocimiento como parques nacionales. El de Ordesa muy recientemente, en un verano muy cañero de senderismo y cascadas, y las Tablas de Daimiel hoy mismo, 11 de septiembre, cuando el mundo cambió .... Es decir, 9 de los 16 parques nacionales que hay en la actualidad en España.


El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel

Las instalaciones de este parque nacional son muy sobrias, anticuadas en señalética y mantenimiento de sus pasarelas y observatorios de madera, y se nota la falta de recursos y de dedicación del Gobierno de España, cuya gestión recae en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, de nombre distópicamente aterrador, y cuya titular es Teresa Ribera Rodríguez, una socialista licenciada en Derecho implicada de lleno en la aplicación de la Agenda 2030 en España, con más experiencia en política que formación en gestión de recursos naturales.

Vicepresidenta Tercera del Gobierno y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico


Obras actuales para ampliar instalaciones
Los parques nacionales son competencia del Estado, mientras que la mayor parte de los espacios protegidos de menor protección corren a cargo de las Autonomías, como los parques naturales.

La partida presupuestaria para los parques nacionales no debe de ser muy magra, a tenor de lo visto en las infraestructuras para llegar a ellos (tengo muy cercanos los recuerdos de  las malas carreteras de Ordesa y de Las Tablas), y en las instalaciones y señalizaciones.

El caso de Las Tablas de Daimiel es especialmente sangrante, pues se trata del único parque nacional español que ha estado a punto de desaparecer y el que tiene el peor centro de visitantes que alcanzo a recordar, no sólo de los parques nacionales visitados, sino de todos los parques naturales de entidad que conozco.

Según llegas, por una carretera estrecha, bacheada y sin pintar, sin indicadores prácticos y sugerentes, sino con unos hechos de cualquier manera y puestos a desgana, queda una construcción moderna recubierta de losas de piedra a la izquierda, desentonando con la arquitectura de la zona.


Detrás de unos cristales sucios, dentro no hay nada. Sólo una mujer que atiende a los escasos visitantes -hoy miércoles a las 10 a.m.- explicando vagamente un desdichado bodrio de plano mal impreso por una sola cara, donde los itinerarios hay que adivinarlos de lo poco que coinciden con la realidad. La información es parca, y el reverso está en blanco, tal vez para ahorrar tinta o para demostrar que les importan una mierda los ciudadanos.

No tienen más planos para dar ni para comprar, ni tampoco venden nada: ni libros, ni mercadotecnia, ni alquilan prismáticos ni hay ninguna triste guía con las especies más representativas, NADA. Tampoco hay un bar donde tomarse un refrigerio en una zona tórrida aún en septiembre. Hoy ha hecho 31 grados y a pleno sol. Si quieres, hay una máquina con botellas de agua en la recepción.

Las Tablas de Daimiel, declaradas parque nacional en 1973 por sus excepcionales valores zoológicos como zona de invernada y reproducción de aves, están moribundas. La causa es el haber permitido la extracción masiva de agua del acuífero 23, que alimenta al Guadiana.

La aguas salobres del Cigüela son otro de los aportes para la zona de inundación. El río Azuer, de carácter estacional, desapareció como aporte de Las Tablas durante 22 años debido a la construcción de un embalse. Debido a la sequedad del terreno la turba del subsuelo, que aportaba impermeabilidad, empezó a arder espontáneamente sin llama, consumando el desastre.

Se puede ver el verdor de los regadíos, incluso las viñas, cuando nos acercamos a Daimiel por carretera, contrastando con la ausencia de agua en la mayor parte de Las Tablas. El equilibrio ecológico es tan frágil en este sistema hídrico que va a requerir de muchos años y recursos humanos y económicos devolverle parte de su antiguo esplendor.


Poda de la vegetación de ribera en Las Tablas
Contra este desaguisado, tan parecido al de Doñana, se les ocurrió a los gobiernos centrales realizar un trasvase del Tajo-Segura e inundar una zona en torno a la Isla del Pan, que hoy es la única que tiene agua en estas fechas, un gran estanque de unos 30 cm de profundidad al que le clarean las riberas con guadañas ¿para dejarlo bonito? eliminando refugios para la fauna y dejando unos pasillos entre los juncos y la tierra firme.

Como estanque está curioso, pero como laguna natural HA DESAPARECIDO. Apenas hay peces (oí un par de chapoteos estando 3 horas en esa laguna) y no vi ninguna especie, ni siquiera gambusias. ¿Qué comerán gaviotas, cormoranes, garzas, martinetes y martines pescadores? Los restos de cangrejo rojo que vi indican que hay este crustáceo globalista y que alguna especie se los come parcialmente, dejando sin tocar las pinzas, por los restos observados en el agua. ¿tal vez los flamencos, que machacan el cangrejo para absorber su sustancia?, ¿lal vez los patos cuchara, que filtran también el agua y cuyo enorme pico puede aplastar sus partes menos duras? ¿o los grandes barbos comizos, de una escasez ya histórica en esas lagunas? En las dos primeras especies es bastante improbable por su manera de alimentarse, filtrando el agua para capturar microorganismos y diminutos peces, moluscos y crustáceos, en la tercera por su carácter vestigial. Habrá que preguntarle al último pescador de Las Tablas a ver si sabe algo, porque en este parque de la desinformación sería mucho pedir.

En realidad esta zona no es más que un enorme estanque para fochas, numerosísimas, a cientos, comiendo la vegetación acuática de ovas (Chara spp.) que ha aumentado estos últimos años, en un paraíso apenas soñado y casi libre de depredadores. Las acompañan unos 50 flamencos rosados, enzarzados ya en bailes nupciales en el agua y algunos patos cuchara en eclipse.


Itinerarios y especies

Comencé con el itinerario recomendado por la desganada funcionaria: el amarillo, que tira hacia la izquierda y transcurre por pasarelas de madera de tablazón irregular sobre la zona inundada artificialmente.

Itinerario amarillo

Lo primero que vi sobre la laguna fue una cigüeñuela y dos moritos espléndidos. Los moritos son negros en esta época con irisaciones verdosas, siendo broncíneos, como muestra la guía de aves de la SEO, en época de reproducción.

Existen dos especies de tarayes en el parque: Tamarix canariensis y Tamarix gallica, muy difíciles de diferenciar entre sí. Los tarayes (Tamarix canariensis) sorprenden por su abundancia,  considerable grosor y por ser el único género de leñosas en esa parte del parque, pues toleran cierto grado de salinidad en el agua. Me sorprendió en exceso ver muchas ramas partidas y resquebrajadas, tal vez por algún vendaval, y cortes de ramas de color rojizo realizadas con sierra sin tratamiento fitosanitario, tampoco les debe de alcanzar el presupuesto para pasta cicatrizante. Realmente el director de este parque tiene mucho en lo que mejorar.

Taray (Tamarix canariensis)
Después el gran grupo de unos 50 flamencos comunes entre centenares de fochas. El paseo me llevó hasta el primer observatorio, con ruidosos visitantes, algunos de los cuales, autóctonos, sólo estaban de cigarrito y de charla allí dentro. Los menos duchos dejaban caer con estrépito las portas de madera y estaban pertrechados de móviles, como si pudieran hacer alguna foto interesante de los bichos a 100 metros de distancia. El paisaje y el haber puesto su bandera en un parque nacional más les debió de compensar. Pero ninguno, ninguno, llevaba unos prismáticos. Tal sólo vi por allí una pareja, cuyo joven varón de bigotito debía llevarlos de adorno colgados del cuello, porque no hizo uso de ellos, pensando que ese aditamento ya lo convertía en ornitólogo, para solaz lúbrico de la hembra humana que le acompañaba.

Ciertamente el futuro de este parque es tan poco halagüeño como las aficiones ornitológicas de los españoles de esta parte de la Península.

Cuando toda la marabunta se marchaba, desde ese observatorio pude ver ocultas en la vegetación de ribera una tímida avefría empenachada y una garceta común de blanco inmaculado y patas negras.

Después más fochas y un par de patos cuchara en eclipse buscando en el fondo el sustento mientras dejaban la popa fuera. Las fochas sí que se animaban a bucear completamente sumergidas para alimentarse.

Llegué a escuchar el ruido del aporte hídrico del estanque a la derecha del último de los puentes, donde el agua estaba más turbia.


Itinerario rojo

El recorrido del camino hacia la Laguna Permanente discurre sobre una superficie elevada unos 20 cm para superar las inundaciones estacionales de la llanura. A los lados hay un túnel abierto de tamariscos o tarayes y un poco más allá olmos sueltos que no pude averiguar si eran Ulmus minor, y unos álamos blancos de los que dudo razonablemente de su autoctonía. 

Me llegué hasta el primer observatorio y allí estaban dos de los jóvenes de los cigarrillos de antes de cháchara, a los que mi presencia estrambótica y recurrente molestó. A los pocos minutos se fueron y pude observar a mis anchas el charco en la cota más baja de ese aporte del río Guadiana, donde 4 decenas de ánsares comunes occidentales (pico naranja y patas rosas) retozaban. Tres de los flamencos del estanque se habían desplazado hasta allí en un corto vuelo de apenas 300m. Y algún limícola también, que la enorme distancia no permitía adivinar con mis Nikon Monarch M7 de 10x42 ni con mis históricos Zenith de 20x50. Calculo que al menos 200 m sí que mediaban del observatorio.


Laguna de aclimatación
Laguna de aclimatación

Ya de vuelta, me dirigí por el itinerario amarillo hacia la laguna de aclimatación, protegida con una red baja para evitar incursiones de depredadores alados y evitar escapes. Desde el observatorio, cubiertos sus ventanucos con cristales, se pueden observar de cerca las especies.

Si quieres usar prismáticos vas a ver borroso, debido a la suciedad y a la poca calidad de los cristales. Allí hay numerosos porrones pardos (+8), un porrón bastardo hembra, un porrón moñudo macho, algunas fochas y numerosas pollas de agua adultas, que no encontré en libertad en el parque -sólo vi algunos ejemplares inmaduros-. Los aviones comunes y algunas golondrinas y otros aviones que no pude identificar con seguridad por sus rapidísimos vuelos, se habían metido bajo la red para capturar los abundantes dípteros que había sobre la superficie.


Toma desde a torre de Prado Ancho
Itinerario azul
 

La última parte del recorrido es la más desoladora, por la absoluta ausencia de agua, el aspecto abandonado de sus observatorios llenos de telarañas, parapetos vegetales caídos y un embarcadero que no sabemos cuándo fue el último año que se usó. Un aguilucho salió volando de las inmediaciones dándome la cola, por lo que no pude saber la especie.

Pero lo más interesante fue la presencia de un faisán vulgar macho saliendo de la sombra de un taray para atravesar el camino y meterse en la espesura, justo al lado del embarcadero. Siempre pensé que mi primer faisán salvaje sería en la zona de La Granja de San Ildefonso ...

Siguiendo el camino, más observatorios y una gran torre de observación (Torre de Prado Ancho) llena de excrementos de pájaros. Se ve que el mantenimiento no es algo que preocupe a la dirección del parque. En su proximidad, vi una abubilla con su característico vuelo vacilante de mariposa.

De vuelta, nada que reseñar excepto unos grandes lepidópteros que nunca había visto y que tenían una querencia especial por una planta que tampoco había visto antes, tal vez limonio (Limonium spp.).

Puede que se tratara de la mariposa pandoriana (Argynnis pandora), similar a la mariposa nacarada (Argynnis paphia), ya que aquella existe en el parque y es emblemática del mismo.

Estaba satisfecho de haber recorrido toda la parte visitable del parque y tener una idea de cómo son a finales de verano Las Tablas de Daimiel, aproximadamente un mes antes de las supuestas primeras lluvias.

Espero volver pronto.



ESPECIES VISTAS EN EL RECORRIDO del 11/09/24


Morito y cigüeñuela en Las Tablas de Daimiel

Cigüeñuela (2)

Morito (+15)

Focha común (+100)

Flamenco rosa (+50)

Urraca (2)

Polla de agua (3)

Pato colorado (+20)



Morito (Plegadis falcinellus)


Pato cuchara (2)

Avefría (1)

Garceta común (1)

Cigüeña común (2)

Ánsar común (40)

Paloma torcaz (4)




Flamenco común (Phoenicopterus roseus)


Porrón pardo (+8)

Porrón bastardo (1)

Porrón moñudo (1)

Faisán común (1)

Cormorán común (1)

Abubilla (2)








Vista de la zona inundada

Barcas de pescadores


Restos de cangrejo rojo


Cortando vegetación de ribera



Flamencos y fochas



Ánsares comunes




Arriba: porrón bastardo 
Abajo: porrón moñudo 

Laguna de aclimatación



NOTAS:

Todas las fotos se tomaron en el P. N. Las Tablas de Daimiel el 11/09/24.

El cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii) puede ser portador de dos tipos de hongos dañinos: Aphanomyces astaci, causante de la afanomicosis, que ha devastado las poblaciones españolas de cangrejo autóctono (Austropotamobius pallipes), y el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, causante de la quitridiomicosis que afecta a los anfibios.

El Batrachochytrium dendrobatidis se ha detectado, entre otros lugares, en la isla de Mallorca infectando al sapo partero balear (Alytes muletensis), especie críticamente amenazada; en el Parque Nacional de Peñalara, donde llevó al sapo partero común (Alytes obstetricans) al borde de la extinción, y en el Parque Nacional de Doñana (Bosch et al., 2010; Hidalgo-Vila et al., 2012).

MITECO. Batrachochytrium dendrobatidis (Loongore, Pessier & D.K. Nichols, 1999).

Los cangrejos de río rojos americanos soportan cierto grado de salinidad en el agua, hacen cuevas para refugiarse y pueden permanecer escondidos en el barro durante 4 meses, esperando mejores condiciones de humedad y temperatura. Pueden vivir más de 20 años.

A finales del pasado siglo XX se introdujo el cangrejo autóctono Astropotamobius pallipes en las Tablas de Daimiel, del que llegaron a depender unas 300 familias, pero desapareció por la afanomicosis (cuando se introdujo el cangrejo rojo americano) y el cambio en la canalización de ríos y humedales.

El último pescador de Las Tablas de Daimiel vuelve a pescar un barbo comizo o picarro (Luciobarbus comizo) después de 30 años debido a la lenta recuperación hídrica del parque nacional. Noticia de 2013.

El aumento de algas atrae un nuevo récord de fochas. El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel registra el segundo mayor censo de esta ave, una de las más representativas del parque, con un total de 3.275. Noticia de 2019.



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