
En un semáforo, la marabunta roja de CCOO, esos que viven del cuento y que se les acaba ahora, atacaron un taxi con pegatinas, anulando la visibilidad del taxista con pegajosos panfletos irremovibles. Se ve que les molestaba que el hombre trabajara.
A nosotros, una joven feminista de aspecto lesbiánico, por el mensaje de su camiseta, nos estampó violentamente una pegatina en todo el parabrisas, y luego, otras dos deformes izquierdosas comisionistas hicieron lo mismo en el capó, y otra en un lateral.
Mañana no haré la huelga, aunque tenía mis dudas. Ahora no me queda ninguna: no me identifico con gente violenta y con tan poca educación política. Deseo que los jetas y vividores representantes sindicales de UGT y CCOO pierdan sus privilegios, porque no han hecho nada más que pacer del pesebre durante al menos los últimos ocho años.
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