sábado, 9 de diciembre de 2017

La mujer y el monstruo, crítica de serie B

Creature from the Black Lagoon
El título español de esta obra maestra del cine de los años 50 -La mujer y el monstruo- se centra en el deseo sexual de una criatura monstruosa macho hacia una hermosa humana.

Ya vimos ese tema en El Fantasma de la Ópera (1916, 1925), Drácula (1931), King Kong (1933) y La Bella y la Bestia (1945): una especie de culto enfermizo a la belleza de la mujer, que es capaz de enamorar a hombres o bestias que nunca podrían competir con varones más atractivos, y que se esconden en cloacas, ataúdes, en selvas o solitarios castillos.

Esa forma de transliteración de los bajos instintos masculinos, concebida en épocas de represión sexual, dará paso en lo años 60 a sujetos menos brutales y más terrenales, como en El Coleccionista (1965) de William Wyler, una espeluznante película por su aterradora realidad, porque ya es un hombre convencional el secuestrador sexual.

Creature from the Black Lagoon (1954) es su título original y narra el descubrimiento de un monstruo anfibio prehistórico, que es un depredador celoso de su territorio, pero también celoso de los hombres que acompañan a una científica, interpretada por la bellísima Julie Adams. El monstruo primero ataca por territorialidad, aunque no es carnívoro, y también se defiende de los hombres que buscan atraparlo para estudiarlo y exhibirlo. Posteriormente se convierte en un depredador que mata para conseguir una hembra.


En la laguna, en medio de la selva
La crítica

El trasfondo científico, un escenario fluvial exótico y unos hombres apuestos que pugnan por el favor de una mujer bella son los ingredientes para dejarse atrapar por una película con personaje monstruoso, que aunque pueril es efectista, jugando con la fantasía de la violación por una bestia y con los asesinatos por celos de la mayor parte de los científicos.

Posteriormente pudimos ver como seguramente la película Tiburón (1975) y El Territorio de la Bestia (2007) se inspiraron en ella, dentro de lo que se conoce como monster movies. En la primera, un enorme tiburón blanco devora por la noche a una nadadora desnuda, en la segunda un cocodrilo marítimo lleva hasta su guarida a una monitora de turismo inconsciente.

La criatura ataca
El pase fue en la Filmoteca Nacional de Madrid, en un excelente visionado en blanco y negro. Julie Adams y su doble Ginger Stanley estaban espléndidas. Ginger también llegó a ser doble de la nadadora acrobática Esther Willians, por una perforación de tímpano de ésta.

Las ambiciones personales de los distintos personajes está muy bien trabajadas, excepto las del personaje femenino, que es un mero objeto de deseos.

La mujer y el monstruo es una película de acción, suspense y ciencia ficción, tradicionalmente considerada un ejemplo de película de terror de serie B. Sin embargo, la manera de empuñar las armas, la escenas de buceo y natación, y muchos excelentes planos nos hablan de una preparación exhaustiva y de una producción cuidada, alejada del cine de serie B excepto en la simpleza de la temática y la exhibición del monstruo, muy evidente y expuesto a la crítica de la verosimilitud, aunque muy conseguido para la época.




Julie Adams y la criatura
Sinopsis

Creature from the Black Lagoon (La mujer y el monstruo en España) fue dirigida por Jack Arnold en 1954 y producida por Universal Pictures. Los protagonistas son Julie Adams, Richard Carlson, Antonio Moreno y Richard Denning.

Una expedición paleontológica descubre en la Amazonia una mano fosilizada que data del periodo devónico, la que según el Dr. Carl Maia (Antonio Moreno) es evidencia de un espécimen intermedio entre las criaturas terrestres y marítimas. 

Tras el descubrimiento, Carl visita a su amigo David Reed (Richard Carlson), un ictiólogo que trabaja para un instituto de biología marina. Ambos convencen al patrocinador del instituto, Mark Williams (Richard Denning), para que financie una expedición al lugar donde fue encontrada la mano, con el fin de buscar el resto del cuerpo de la criatura.



Antonio Moreno en Creature from the Black Lagoon
Antonio Moreno, el Valentino español

Como curiosidad diremos que contó con la participación del actor español Antonio Moreno, todo un galán en años anteriores, pero ya en franco declive profesional. Antonio Moreno nació en Madrid en 1887, aunque su infancia transcurrió en Campamento, San Roque. Hijo de militar, quedó huérfano muy pequeño.

Por razones económicas emigraría con su madre a Estados Unidos a la edad de quince años. Una vez en Estados Unidos, trabajó en una compañía de gas y electricidad, sin manifestar ningún interés por el cine. En 1910 regresa temporalmente a España donde conoce a la actriz de cine mudo Helen Ware, quien lo convence para probar suerte como actor de teatro; al principio sólo en papeles secundarios a causa de su acento español.

Debutaría poco después en el cine mudo, y en 1913 firmaría un contrato con Vitagraph que lo convertiría en uno de los actores más cotizados del cine mudo y, junto a Rodolfo Valentino, uno de los llamados 'Latin lovers'.

Helen Ware
Uno de sus mayores éxitos fue la película Ello (It, 1927), una comedia romántica dirigida por Clarence G. Badger con los actores Gary Cooper y Clara Bow; película que acuñaría el término 'It girl'.

Moreno trabajó para Vitagraph, Paramount y Metro Goldwyn Mayer, y también dirigió varias películas; la primera, en 1920, llamada The veiled mystery, y posteriormente varias películas en Méjico.

Con la llegada del cine sonoro o 'talkies' su carrera comenzó a decaer debido a su fuerte acento, por lo que empezó a doblar películas al español e incluso rodó una película en España: María de la O (1936), dirigida por Francisco Elías junto a Carmen Amaya y Pastora Imperio.

Algunas de sus últimas películas fueron Creature from the Black Lagoon (1954) y The Searchers (1956).



Ricou Browning
La criatura de la laguna 

La criatura del laguna fue interpretada por dos actores, Ben Chapman y Ricou Browning. El primero participó en las escenas donde el monstruo está en tierra firme, mientras que Browning se encargó de las escenas acuáticas.

Chapman fue escogido para el papel por su gran estatura (1,98 metros). El traje que utilizaba era de caucho, dividido en piezas articuladas y tuvo un costo de 18.000 dólares. El proceso de montaje duraba cerca de tres horas.

El caminar lento y extraño de la criatura se debió a que Chapman era veterano de la guerra de Corea y sus heridas en las piernas le provocaron una visible cojera. Los movimientos faciales del monstruo también eran limitados.

Según Browning, el movimiento de las branquias se lograba con una pera de goma que estaba unida a un tubo. Al apretarla con una de sus manos, la presión del aire hacía que las branquias se movieran hacia dentro y hacia fuera. La boca de la criatura era controlada por el actor moviendo su mentón.


Julie Adms
Julie Adams

Julie Adams nació como Betty May Adams. En 1946, con 19 años, fue coronada como "Miss Little Rock" y entonces se mudó a Hollywood para dedicarse a su carrera de actriz. Aunque comenzó trabajando en westerns, la película que la catapultó al éxito fue La mujer y el monstruo, convirtiéndola en un icono del cine de terror. 

Después participó en películas bélicas, para posteriormente diversificar sus trabajos en los sesenta en series como “Maverick”, “Alfred Hitchcock Presenta”, “Bonanza”, “Perry Mason” o “Cannon”.











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miércoles, 6 de diciembre de 2017

La naturalización del río Manzanares, un inocente error


Río Manzanares en Madrid
13/05/2017
Madrid no tiene la grandiosidad de Estambul, con su ciudad en medio de dos continentes separados por el mar, ni de París, con su embellecido y caudaloso río Sena. Tampoco es Salamanca, que refleja sus dos catedrales en el río Tormes. Eso lo sabían sus gobernantes históricos, que canalizaron el río para darle más prestancia.

Hoy, a su paso por Madrid, el río Manzanares ha dejado de ser un caudaloso canal regulado por represas para ser, desde el 2016, un regato sobre un cauce plano de cemento.

El equipo municipal de Manuela Carmena ha convertido el río de Madrid en el de un poblacho de tercera.

El Dossier Plan Naturalización Manzanares del Ayuntamiento de Madrid es un pliego lleno de política cutre y reaccionaria con aspecto ecologista, trasfondo antisistema y algunos argumentos cargados de verdad, elaborado al dictado de Ecologistas en Acción, un colectivo antiglobalización que está en contra del Plan Hidrológico Nacional y que llama a España ‘Estado Español’, negando su realidad identitaria para articularse en asambleas confederales organizadas a nivel de autonomías.

En definitiva, una concesión del ayuntamiento procomunista de Madrid a un colectivo de ecologistas aficionados, más populista que riguroso y más electoralista que profesional.


El río que quería ser río en vez de canal

En el año 2016 se abren las compuertas de regulación del cauce del río Manzanares a su paso por Madrid, después de casi 100 años de canalización para prevenir inundaciones, higienizarlo contra insectos, roedores y plantas invasoras y embellecer su curso al paso por la ciudad, desbaratando lavaderos, vertederos y malos olores. Las obras principales fueron realizadas en los años 50, una época denostada emocionalmente en masa por el colectivo ecologista.

Gansos del Nilo y ánade real, río Manzanares
Madrid, 13/05/2017
Dice el Dossier que existían muchas especies exóticas y eso es un motivo para eliminar la canalización. Veamos entonces la foto donde p. e. unos gansos del Nilo (Alopochen aegyptiacus) –nada autóctonos- campan a sus anchas ahora en plena ‘naturalización’.

Pensemos también en el curso aguas arriba del Manzanares, antes de la presa de El Pardo, donde crían tortugas de Florida y cangrejos rojos alóctonos, que ahora sí alcanzarán la ciudad por la ‘naturalización’ de sus riberas, mejorando la comunicación con el cauce más abajo de la ciudad de Madrid.


Inundaciones en la Comunidad de Madrid 

Se tiende a pensar que las canalizaciones de los cauces aumentan el caudal punta en las avenidas y, por tanto, el riesgo de inundación aguas abajo aumenta, aunque se reduce en la ciudad de Madrid, con diferencia la más poblada y dónde los afectados por las inundaciones serían más numerosos.

Existe un gran número de antecedentes de inundaciones históricas en la Comunidad de Madrid, recogidas en el trabajo de la Comisión Técnica de Inundaciones: "Estudio de Inundaciones Históricas. Mapa de Riesgos Potenciales Cuenca del Tajo", 1985.

Inundaciones, Madrid 1947
En toda la Cuenca del Tajo se citan 159 inundaciones históricas, desde el año 849 hasta 1985. De ellas 85 se localizan en la Comunidad de Madrid, lo que representa más de la mitad del total de toda la cuenca. Los municipios que han sufrido más cantidad de inundaciones históricas se sitúan en las cuencas de los ríos Tajo, Jarama y Henares, y son: Aranjuez (58), Alcalá de Henares (10), Madrid (6) y Paracuellos del Jarama (6).

Recientemente: en el mes de junio de 1995, una fuerte tormenta descargó importantes cantidades de agua en el centro de la Comunidad, afectando especialmente a los términos municipales de Madrid, Leganés y Pozuelo de Alarcón, con el saldo de un fallecido.

En 1997, las prolongadas lluvias registradas en la Cuenca del Tajo provocaron inundaciones en tramos de los ríos Guadarrama, Manzanares, Henares y Jarama.

En la Comunidad de Madrid existen unos 30 embalses, con una capacidad de 1000 hm³, lo que significa un alto grado de regulación hidráulica. Por otro lado, en la sierra madrileña se superan los 50 días de nevadas al año, lo que es de gran importancia en el balance hidrológico de la Comunidad.

El fuerte desnivel existente entre la cota más alta y la más baja de la región es de 2000 m, lo que indica una fuerte pendiente en una extensión ciertamente reducida, y agrava el riesgo de inundaciones destructivas debido a la velocidad de movimiento del agua por gravedad.

Con la apertura de compuertas del Manzanares, el ancho y profundidad del cauce se han reducido considerablemente, dando un aspecto ciertamente raquítico del río, que ofrece una imagen más de arroyo o regato de una población menor que de la corriente de agua que se le supone a una gran urbe.

El embalse de El Pardo se construyó en 1970 para regular las aguas que pasan por Madrid. Tiene una capacidad de almacenaje de 45 hm³ y dispone de un aliviadero de compuertas que puede desaguar hasta 750 m³ por segundo. En su día representó un fuerte impacto ecológico por haber inundado la zona más valiosa del Monte de El Pardo, aunque actualmente es un enclave importante y protegido para la avifauna.

Su función es regular las presas de canalización del Manzanares a su paso por la capital, por lo que una vez abiertas las presas de la ciudad, hubiera sido lógico desmantelarlo por completo. La prudencia aconseja su mantenimiento para regular posibles inundaciones y ante una probable recuperación de la canalización del Manzanares en Madrid en el caso de que gane las elecciones otro partido.

Pero lo cierto, es que el hecho de que no se haya demolido más bien responde a que es propiedad de Patrimonio Nacional, porque Ecologistas en Acción y el consistorio madrileño seguro que se han quedado con las ganas, siendo el embalse todo un símbolo de la fiebre constructora de pantanos del régimen de Franco.


El Manzanares antes de la actuación, 2011
Autor: DXR
Por qué es una decisión desarcetada

Si analizamos los cambios estéticos, vemos que el ornato y monumentalidad eran mayores con el Manzanares canalizado (pensemos en el Sena en París). Si lo hacemos con criterio de salubridad, también la canalización gana, y también las posibilidades de pesca, de deportes acuáticos (piragüismo, remo, natación) y de aportación de humedad al reseco ambiente del verano madrileño.

El mantenimiento de la base de cemento del río también gana canalizado, evitando la expansión de las raíces de plantas especialmente perforantes, como ailantos y olmos, no olvidemos que la M-30 pasa por debajo del cauce.

Tan sólo el concepto mismo de río ‘naturalizado’ es un argumento a favor, aunque limitado, pues ahora el Manzanares en Madrid no es más que un río canalizado por sus tres partes pero sin represas, permitiendo el aluvión de arenas, donde se asienta una naciente vegetación no leñosa obturadora de flujos y fijadora de terrenos aluviales, se reduce la profundidad, con la que los grandes peces no tienen cabida y se favorece la ocultación y cría de especies como anátidas, rálidos, lavanderas y ardeidas. Es decir, se favorece una impresión de naturaleza restaurada que no es tal, sino una especie de zoológico seminatural de aspecto descuidado en medio de edificaciones y sin soporte arbóreo en sus riberas.

Las actuaciones en el aspecto paisajístico de Madrid con respecto al perfil de la ciudad en el conjunto Catedral-Palacio Real y el río Manzanares han sido muy desafortunadas. En el primer caso embutiendo una catedral, ya de por sí limitada estéticamente, en un cubo de dimensiones colosales (el museo de las Colecciones Reales). Y en segundo lugar, deshabilitando una actuación arquitectónica que daba unidad a la ciudad, como es la canalización mediante represas del río Manzanares.

Si bien la faraónica obra de Gallardón, soterrando la M-30, ha sido un caro acierto, la ‘recuperación’ de las riberas del Manzanares ‘naturalizándolas’ sólo puede considerarse maquillaje espurio del gobierno de Carmena, cambiando el pintalabios de marca por la jena, en un esbozo libertario que ha dejado en manos iconoclastas de aficionados desnortados un acertado proyecto del pasado, caro y repensado para dar empaque a la ciudad y servir de arteria artificial, que podría haberse utilizado como canal de remo y transporte de turistas a lo largo de sus aguas.

La reversión de la actuación sobre el río y la plantación de leñosas autóctonas no pivotantes en sus riberas sería la mejor de las opciones para potenciar los usos lúdicos y naturales del río que no sean la mera contemplación de marjales y aves, que, dicho sea de paso, apasiona como actividad al que esto suscribe, pero que prefiere actuaciones de restauración contundentes allí donde realmente sean útiles, como en Mingorrubio, donde las riberas del río Manzanares se han convertido en explanadas para domingueros.


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