sábado, 22 de febrero de 2020

Crítica a Star Wars, el ascenso de Skywalker

Star Wars, el ascenso de Skywalker de J. J. Abrams
La manera realista de ver el espacio empezó en España en 1968, con el estreno de 2001, una odisea del espacio, que fue la última película de ambientación espacial antes de la llegada del hombre a la Luna (1969), por lo que ambos hitos se mezclaron en el imaginarium de los aficionados al cine de esa época.

Y hubo de esperarse hasta 1977 para que esa aburrida y tecnológica manera de acercamiento quedase modificada por la influencia brutal de La Guerra de las Galaxias, que construyó una épica espacial al alcance de todos, sin erudiciones.

La sagaz combinación de malos postnazis y buenos rebeldes anglosajones encarnados en el Imperio y la Alianza, con guiños a las películas de guerra de la SGM, de piratas, de caballeros cruzados, de samurais, de espadachines y de criaturas de peluche provocó un vuelco en la manera de hacer cine hasta entonces en todas sus modalidades, sobre todo por su sencillez, efectos especiales, altísimo presupuesto y efectos demoledores en taquilla.

Star Wars, una nueva esperanza
Muchos fuimos los que nos emocionamos y acabamos midiendo todo el cine por ese baremo. Pero a medida que han ido pasando estos 42 años, la cosa ha ido a peor en la saga fílmica surgida, pues excepto El Imperio contraataca (1980) y El retorno del Jedi (1983), dentro de las 3 trilogías, y Rogue One, una historia de Star Wars (2016), como spin-off, las películas de la saga Star Wars se han movido entre farragosas y decepcionantes, ... hasta la última de todas Star Wars, el ascenso de Skywalker de J. J. Abrams, que ya dirigió El despertar de la Fuerza (2015), otro truño de su cosecha que comentamos en su día.


El descenso a los infiernos de J. J. Abrams y de Disney

Star Wars, el ascenso de Skywalker es un fárrago insufrible, un lío de familias insuficientemente explicado y tan sorpresivo como confuso, sentimentaloide, mal  montado, abigarrado en la pantalla y un colofón donde Disney le ha querido dar muerte a la saga dejándonos un asqueroso sabor a decepción, en la que han desfilado casi todos los personajes, vinieran o no a cuento, como en un epitafio de merchandising infausto.


La flota secreta de destructores, como tiburones en una pecera
Como montón de cosas desordenadas y confusas da muestra el que no hay manera de seguir un supuesto hilo argumental, donde hasta Rey se hace descendiente de los Skywalker cuando realmente descubrimos que es una Palpatine con unos padres anodinos y tontorrones, pero con un abuelo dueño de las galaxias conocidas y de un poder como el de todos los Jedi juntos. Se ve que la genética de Palpatine sólo se ha reflejado en la nieta.

Como abigarrado, porque cuando Rey se desplaza a las Regiones Desconocidas y llega a Exegol, el extraño difunto vivo Palpatine y una curia de Sith la reciben en un escenario poco dramático y nada original para lo terrible del lugar. Incluso no se detalla nada de esa masa de miles de siths, notándose demasiado que es un burdo clonado de imágenes.

Sentimentaloide porque aparecen una Leia virtual e insustancial y una ristra de fantasmas, como Skywalker y Han Solo, que impulsan la acción de Rey y Kylo Ren, el cuál deviene al final en Ben Solo, previo paso por la ambición de hacerse dueño galáctico del Imperio.


Los apestosos ewoks vuelven a salir en Star Wars IX
Mercadotecnia infantiloide contra los frikis serios 
Saltan un par de ewoks, las escenas de batallas aéreas son escenas muy manidas desde la inicial de 1977 y aparece una tal Jannah que es la Tina Turner rediviva de Mad Max, más allá de la cúpula del trueno, enamorada de Finn y rechazada, pero que busca consuelo en un viejo baboso y supuestamente mujeriego como Lando Calrissian. Tanto este personaje como el insípido Poe Dameron sustituyen penosamente los registros de Han Solo como piloto del Halcón Milenario y galán guaperas, aunque Dameron monte un ala X como Skywalker.

A pesar del despropósito y del cacareado final de todas las batallas, lo cierto es que el CEO de Disney, Bob Iger, dijo que las películas de Star Wars tendrán un descanso de dos años, así que Disney seguirá dándonos el coñazo explotando la gallina de los huevos de oro. Y por si fuera poco, The Hollywood Reporter ha desvelado que ya se está trabajando en un largometraje con Matt Owen como guionista y ambientado en el planeta Exegol de los Sith, toda una amenaza en firme.


Zorii Bliss, con la que flirtea el patético Poe Dameron
No tengo mucho más que decir de esta película realmente desdeñable, excepto la seriedad con la que se toman sus papeles Kylo Ren y Rey, sin duda lo mejor, enfangados en un batiburrillo de imágenes multiplicadas (especialmente deprimente la cobertura del cielo por decenas de cruceros espaciales gigantescos a menos de 500 m de distancia), y escenas aberrantes y muy grotescas como la cabalgada de extraños jamelgos espaciales por la superficie de un crucero espacial. No sé si algunos marines orientales se habrán hecho el harakiri después de ver esas escenas tan poco marciales.

Lo siento chicos, pero tengo que dejaros momentáneamente por el acceso de una arcada que me sobreviene al recordar varias escenas.


Momentos estelares de la película

Cuando los soldados capturan a Chewbacca, éste se encuentra a sólo un centenar de metros de la nave que lo transportaba, situada en la cima de una colina y los soldados no la ven. Por si fuera poco, el peludo es embarcado en la única nave visible, en medio de un desierto, y es destruida por la acción antagónica de Rey y Kylo Ren, pero, sorpresa, había otra nave que fue la que se llevó a Chewbacca, y es que no podía morir el wookiee.

Es sorprendente lo que le cuesta escalar riscos a Rey cuando otras veces salta y vuela como en una película de chinos.


La Estrella de la Muerte estrellada en la luna oceánica
Kef Bir en Star Wars IX. Fuente: Internet
Los restos de una estrella de la Muerte están tan enteros y hundidos en un mar que da la impresión de que han aterrizado en vez de impactar como un asteroride atraído por un planeta. Pero es casi peor pensar en los miles de metros de profundidad de ese mar para albergar semejante satélite, que podría haber arrasado cualquier vestigio de vida en esa luna e incluso desplazarla de su órbita.

La grotesca "caballería" que aterriza sobre un crucero espacial lo hace sin protección contra el frío y sin oxígeno, obviando las mínimas normas de coherencia espacial.

La intuición de Finn para saber qué crucero ha tomado el mando de las operaciones cuando se desconecta la antena principal es realmente una solución  imaginativamente imbécil del guionista para un simple stormtrooper.

Al final de la película se incluye un beso de dos bolleras, en un guiño al Nuevo Putiferio Mundial, ... les ha faltado el Metoo, el montador se hizo un lío con tanto material.

Y para qué seguir ...



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