jueves, 26 de noviembre de 2015

El Jardín Botánico de Madrid en noviembre

Jardín Botánico de Madrid en noviembre 2015
La primavera es lo que tiene: explosiones de colores porque está despertando la vida. Y en otoño lo contrario: la vida se aletarga.

Los colores del otoño, sin embargo, lucen magníficos en la sierra madrileña, donde los musgos y líquenes tapizan gruesos los suelos y los troncos. Donde las hojas de los abedules alfombran las sendas y las rocas, y en la que empiezan los acebos a marcar las esquinas del bosque con sus duras bayas rojas.

Otoño monótono en el Jardín
Las setas anaranjadas y marrones, blancas o rojizas, son parte de esa inconmensurable acción de vida de otoño, breve hasta que llegan los hielos. Los colores de la naturaleza del otoño español son los verdes, los amarillos, los ocres en sus hojas... los azules, rojos y naranjas en sus frutos, … 

Pero en un jardín botánico la conjunción de especies propias y foráneas puede dar lugar a una explosión de color inusitada, con cientos de especies que florecen y decaen con sus colores especiales.

No encontré, sin embargo, atisbo de emoción en mi visita al Jardín Botánico el domingo 22 de noviembre. La grafiosis de los grandes olmos, la ausencia de hojas rojas caducas, las poquísinas flores otoñales, la ausencia absoluta de setas, musgos y líquenes, lo desangelado de todo el jardín, … como de abandono.

Acer palmatum
Lamento decir que fue una pobre visita a un pequeño jardín, que si vale para algo es para tener muy a mano un compacto conjunto de plantas con carácter educativo para estudiantes de Botánica, pero que no invita a perderse en otoño por sus pasillos rectilíneos.

¿Dónde están los grandes arces reales con sus hojas púrpura, dónde los álamos negros, en qué parterre las bayas del otoño? Madroños, acebos, mirtos fructificados, y poco más.

Un raquítico Acer palmatum nos habla de que a alguien ya se le ocurrió dar algo de color al jardín en otoño, pero es muy insuficiente.

Osteospermum ecklonis invadiendo otra zona
La Osteospermun ecklonis púrpura es otra de las excepciones de color en este ceniciento jardín anticuado, pero tapada de las heladas por una lámina de plástico que aletea al viento y perjudica sus pétalos.

La jardinería inglesa y japonesa de otoño nos hablan de cómo combinar las especies para que luzcan atractivas al visitante no especializado, pues la afición llega antes por lo atractivo a la vista que por lo académicamente árido.

Plaza de Linneo, con su busto en la columna
Si queremos que la gente se entusiasme con la Jardinería y la Botánica,  si deseamos que amen las plantas para poder respetarlas, deberemos hacer bellos nuestros jardines, para que los niños urbanos estén deseosos de acudir, de perderse en sus sendas.



Urge un gran jardín botánico en Madrid, con un gran invernadero para plantas tropicales. Tenemos el Palacio de Cristal de El Retiro, ¿qué mejor que recuperarlo para su uso original, albergando flora tropical? Hoy está dedicado a exposiciones de escaso interés del Centro de Arte Reina Sofía.

Rama del Ulmus minor Pantalones
El Retiro es un parque grande con algunas zonas bellas, pero otras no son más que áreas de sombra llenas de plátanos, magnolios, abetos y pinos laricios abigarrados. Podría remodelarse para ofrecer una magnífica ampliación del Botánico actual.

Otras zonas posibles susceptibles de transformarse en jardines botánicos complementarios son el parque de Agustín Rodríguez Sahagún, Quinta de los Molinos y Dehesa de la Villa, en estas dos últimas respetando sus características originales.


Bonsai de Acer palmatum


Jardín inglés

Jardín japonés


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