martes, 6 de febrero de 2018

Expocoaching 2018, mucho ruido y pocas nueces

Cartel de Expocoaching 2018, en el que copia
el lema de Nokia "Connecting People"
Muy original.
Cuando se trata de acudir a formarse para estar al día, cada uno suele elegir donde cree que tiene más carencias. Pero no se matricula y no acude si no le es particularmente interesante a priori el asunto.

Considero con poca humildad que estoy al día en política nacional, en rutas de vinos por Madrid y en meteorología de andar por casa, en el trabajo que ocupa el 50% de mi tiempo profesional y hasta –pretenciosamente- en el uso que hago de Twitter.

No lo estoy, en cambio, en Facebook, en geoestrategia rusa, en ligar por Internet o en hipnosis aplicada al coaching, pero mientras las dos primeras escenas literalmente me la traen al pairo, han atraído con fuerza mi atención: la hipnosis … y el coaching

Quien más y quien menos entre los profesionales más hipsters cree que hace coaching de alguna manera: psicólogos, psiquiatras, comunicadores, formadores, yoguis, resilientes varios, … pero hipnosis … Eso son palabras mayores.

Ricardo Bru
Fuente: Internet / 20 Minutos
Me apunté al 5º evento de Expocoaching con el gancho de una conferencia de Ricardo Bru: “Hipnosis e intuición aplicada al liderazgo”. Lamentablemente el tráfico de Madrid del viernes tarde me impidió llegar a tiempo y sólo vi a Bru despedirse de manera tan puntual que seguro que tenía otros compromisos con auditorios más de su gusto.

A lo que alcancé fue a ver a una seria y envejecida Anne Igartiburu de negro, delgada, rubia muy artificial y con enormes gafas de presbicia a punto de pronunciar algo así como una conferencia. Aunque fue un espejismo … Acompañaba a Laura Moncho, una especialmente desconocida “coach” de parejas con un poder de atracción como el de un queso de bola a un ratón de plastilina.

Anne, en cuanto se quitó las gafas y se puso a hablar, era la maravillosa Anne cuarentona que casi todos conocemos. Digo casi todos, porque una malévola amiga y colega que estudió en San Sebastián me deslizó una foto de la Anne apenas tapado el cárter con unas exiguas bragas negras, quién sabe si de cuando era miembro de un grupo punk de Elorrio.


Anne Igartiburu
Fuente: Internet
De cantante punk a dar conferencias de coaching

Anne es hermana de Urko, el que cantaba en Eskorbuto, Tiananmen y otros grupos punk de los 80 y 90. Y como Urko se casó con Mamen, de las Vulpess, pues eso, que son cuñadas.

El primer grupo de Urko fue Segundo Gobierno, una banda punk de verbenas de pueblo, y allí la muy mocita Anne hacía los coros. Años después, dicen, estaba por Elorrio yendo a misa en vaqueros y jerseys de lana. Tanto gritar debió de vaciarla de sus demonios concupiscentes.

Pero esto no tendría excesiva importancia si no hubiera visto su foto vestida de Jane, tan pija y rebelde a la vez, con las dos sonrisas bien abiertas. A cada afirmación, a cada gesto, me asaltaba la escena de su melena cardada, haciendo casi imposible que me centrara en sus palabras.


Anne Igartiburu no es socióloga, pedagoga, psicóloga, ni nada que se le parezca, como los complejos procesos de aprendizaje en los que se basa el coaching quieren sugerir, pero dice haberse formado con Tony Robbins en Londres, el gurú de “Por qué hacemos lo que hacemos”.

Hoy ejerce de coach o instructora personal y grupal para colectivos de su profesión de comunicadora, seguro que con cierto éxito.

Anne Igartiburu,
hace años y ya alejada del punk,
pero manteniendo el estilo piconera.
En la conferencia apenas hizo otra cosa que mostrar palmito, dejando todo el peso a una comunicadora tan populachera como inefectiva, como fue la olvidable Laura Moncho.

Sí es cierto que de todo se saca algo, y el imperfecto juego de cartas que se esforzó poco la Moncho en que saliera bien, me descubrió cuán importante es para mí la familia.

Después de este emotivo y casi lacrimógeno descubrimiento oculto por el cemento de mi consciente, sólo tengo agradecimiento para la Moncho, o mejor, para el coaching por valores y las cartas de Simon Dolan y Avishai Landau. Avisados estáis.

En cuanto a Anne … su satisfacción visible, si es producto del coaching, bien vale un curso de 20 €. Hacer de adolescente rebelde lo que te da la gana y luego ser una presentadora estrella no es algo al alcance de casi nadie. Admiro su trayectoria y su persona, ¿pero como coach … ?

Administrativa disfrazada de coach
La penosa impresión de esta conferencia fallida se vio reforzada por mis dos compañeras improvisadas de silla. A mi izquierda, alta y de Albacete: una administrativa casada más cursi que un bouquet de lilium blanco cortadas a mano por un agricultor que sólo bebe vino sin sulfitos.

A mi derecha, una “empresaria” inmobiliaria de Salamanca, cincuentona y ajada, con más cornás que un sueco en los Sanfermines. En su dimensión humana atesoran grandes valores, y es encomiable su afán formativo, pero como asistentes a este foro profesional son muy alienígenas.

Por haber tenido una noche movida en un club gótico de la zona de Bilbao no pude asistir en condiciones a las conferencias de la mañana y tuve que contentarme por la tarde con un truño-espectáculo de coaching educativo centrado en la familia, tan mal dirigido por tres cantamañanas, que si no fuera porque saco petróleo hasta de las patatas, me hubiera deprimido grandemente. 

El coaching y el negocio de los globos
Fuente: Ballooncoach
Las estrategias de base que intentaban comunicar prendieron en mí y pude participar con algo de vergüenza en un taller escachando globos, indicado para niños, para viejos o para amas de casa menopáusicas, pero impropio para profesionales del ramo.

Será porque el coaching aún no es profesional, sino una tierra de nadie –y de todos- toda vez que los psicólogos han acabado profesionalizándose y acotándose, y los curanderos y espiritas están perdiendo “credibilidad”. Y decir que se es un coach, mola.


Las microexpresiones de Paul Ekman

Dejaré para el final la excelente exposición de Enrique Jurado, “Del revés, hacer visible lo invisible”. Alguien no avisado podría pensar en algo parecido a fenómenos paranormales. Se trataba en realidad de interpretar las emociones de los demás en los procesos de coaching.

Microexpresiones de Paul Ekman
Quedaba claro que el coaching no es exploración, es cambio, pero para llegar a ello son necesarios la evaluación o el diagnóstico. Tan bien expuesto y emocionado estaba Jurado explicando las emociones congénitas de varios rostros muy raciales, que se le pasó el tiempo para transmitir eso del cambio, y se quedó en la evaluación, traicionando al corolario del que presumió al inicio. 

Toda vez que la familia, la tribu, la religión y hasta la Psicología –dijo- están desapareciendo o no pueden solucionar sus propias deficiencias, surge el coaching, aterrador insight que me lleva a pensar si no será el coaching un invento del Nuevo Orden Mundial, ya que han liquidado el sentido de pertenencia a un grupo o creencia y hasta el derecho a ser tratado como individuo diferenciado y no como un borrego adoctrinado con consignas aparentemente inocentes pero con tanto poder de seducción como las sectas. 

Jurado indicó que la Programación Neurolingüística –aterrador nombre- y la Inteligencia Emocional son los pilares para generar el cambio. Lástima que se quedó en las microexpresiones del rostro de Paul Ekman como canal primario para reconocer emociones. Después aceleró, para dar por concluidos los contenidos sin desarrollarlos. Una verdadera pena.

Nokia
Conneting People

La resaca post coaching

Finalicé la tarde con unas cervezas artesanas madrileñas por Malasaña y una agradable cena vietnamita en compañía de una simpática y sexy psicóloga de Ávila, muy coach ella. Le comenté la experiencia, y se sonreía condescendiente, más interesada en que el pho bo que tenía delante no se le escurriera y en el juego de manos y piernas que habíamos iniciado debajo de la mesa que en mi opinión profana sobre el coaching.

Cansado de tanta incomprensión intelectual, no le enseñé los pechos como quería, cambié de tercio y busqué abruptamente consuelo en otra psicóloga, esta vez de Santander, que me llevó por los vericuetos de la noche oscura donde en una fiesta de cumpleaños –más globitos estallados- acabé cubierto de estrellas de papel y medio sordo por el sonido totalmente cañero y anodino del postpunk.

Sólo el  ululante susurrar del acento de una dulce azafata portuguesa en mi oído y las blancuras de su escote vestido de cuero me devolvieron a la homeostasis que abandoné a primera hora de la tarde, cuando Expocoaching quinta edición había removido mis tripas y luego quiso calmarlas con una gaseosa.


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