sábado, 27 de septiembre de 2014

El Doctor Caligari sonoro en el Goethe Institut

Intertítulo de
El Gabinete del Dr. Caligari
La institución alemana castigada por los pecados de la Merkel

El Goethe Institut de Madrid programó una película como parte de los actos culturales de EUNIC del 25 de septiembre, que menos … Y eligió la monstruosidad de Robert Wiene … 

Todos los que saben de estas cosas habían oído hablar de El Gabinete del Doctor Caligari (1920), pero pocos la habían visto, e incluso la mayor parte de sus amigos creían que el tema iba de música … 

Comienzo de la película
El Gabinete del Doctor Caligari es un claro ejemplo de que antes de 1920 los científicos inteligentes y chalados eran italianos. Wiene sacó balones fuera para hacer recaer abyectos crímenes en un viejo italiano que manejaba a su antojo a un sonámbulo con el aspecto de Romeo.

Una feria, un despreciable y oscuro científico y varios personajes de un pueblo inencontrado llamado Holstenwall conforman el elenco de dementes que circulan por esta cinta mítica e irrepetible, de decorados expresionistas tan deformados como los sujetos que los recorren.

A final el asunto se aclara y no hay tales italianos, quedando todo en casa, como la amarga confirmación de la angustia vital en la que vivían los alemanes de entreguerras.


Cesare, el sonámbulo
El enésimo visionado y la primera sensación de ajá

La penumbras dominicales de la media tarde las aderezaba antaño con filmes expresionistas alemanes mientras entraba en trance … y caía hacia un lado con la boca abierta, esperando que el frío me despertase de una profunda anestesia. 

Desde las sesiones veraniegas del Patio Herreriano de Valladolid no los había visto completos, invadido de un misterioso sopor atribuible a la magia imprimida en aquellas imágenes grises y pardas. Hoy tenía la oportunidad de resarcirme y volver a ver el final de una historia de 94 años.

Me acomodé en unos cojines blancos y azules colocados en el suelo, tan del gusto de los adolescentes alemanes … y me dolía la espalda.

En la presentación, un músico de edad indeterminada pero sospechosamente experta y afín, anunciaba música en directo de ex profeso. Al poco, la espera … 

El Doctor Caligari
Se tardó más de una hora en localizar en algún lugar del vasto edificio o sus inmediaciones el sustituto de un cable que no debió romperse. La directora se presentó, las becarias y empleadas torcían el gesto de una manera que sólo saben hacer las funcionarias alemanas … “entre inconcebible y típico”, ahogando su frustración en muecas de decepción, preocupación y angustia más que de rabia.

Todos pensábamos que era mejor suspender la música, qué más daba, al fin y al cabo Wiene la hizo muda. Pero no, el empecinamiento alemán, su falta de flexibilidad y el carácter indómito de los españoles frente a la adversidad de los elementos escasamente preparados, nos ofreció: un cable.

El abyecto Caligari
Pero la música no llegaba … Se repartió tarta de manzana para desbloquear gaznates con nudos gordianos … que nos atascaron más …Y el bar había cerrado.

Una rápida visita al aseo para engullir agua clorada del Manzanares y poder respirar … y la música estridente sonaba ya. ¡Aleluya! digo … ¡Abracadabra! 

Durante 75 minutos se nos amordazó en la sala con los sonidos oníricos y chirriantes de una tétrica sensación. Una nueva visión para una película icónica, una cautivadora atmósfera de misterio derramada sobre todos y que rebautizó a Wiene como genio, como precursor, pero que me ratificó en las impresiones de mis primeros visionados: no es una película política, sino de horror colectivo, como en la Invasión de los Ultracuerpos.

Wilkins Micawber
Y si bien el patio del manicomio se asemeja a los alemanes alienados bajo el control de un rector nativo que los enfermos creen italiano, el doctor Caligari -con su sombrero de copa- se parece más al prestamista inglés Wilkins Micawber.

Este personaje de la novela de Dickens, David Copperfield, es la cruel caricatura, posiblemente, de la Gran Bretaña que impuso las humillantes condiciones económicas de la derrota de 1918 a Alemania (269 billones de marcos). Y mucho más parecido que a cualquier simplona especulación de propaganda anti-totalitaria que las mentes de fácil contaminación le atribuyen.

Pero al final, el que manda en el manicomio es el director, que tiene lo que Francis y los demás necesitan …

Fantástica ambientación musical de muchos quilates … El empecinamiento hispano-alemán funcionó y la espera mereció la pena con creces.



Enlaces



Ampliando la interpretación, la mente que no para

Caligari es visto como un extranjero que dirige a un extranjero sonámbulo contra los habitantes alemanes de Holstenwall, pero la realidad se descubre, y no es sino un imitador alemán de pérfidas técnicas extranjeras que utiliza a un alemán alienado para cometer crímenes contra sus compatriotas y probar sus teorías sobre el control de la mente humana.

Al menos eso creíamos todos, porque al final se descubre el pastel y no es sino el poder de los funcionarios de Alemania el que le pone una camisa de fuerza a los alemanes y trata de locura su disidencia. La vida es sueño.


Apéndice aclaratorio

En la afición de crítico de cine abundan la querencia a ser un malintencionado hijodeputa o un redomado ignorante. Y es del segundo extremo del que procuro alejarme, pues lo primero es idiosincrasia -y se tiene o no se tiene- y lo segundo es pereza.










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