viernes, 18 de mayo de 2018

Calle Juanelo en San Isidro

Ejecutivo inactivo
La Juan Gallery
12 de mayo 2018


‘LA JUAN ESTÁ DE MODA’ es un evento de moda experimental que cumple su tercera edición e invita a diseñadores a explorar otra forma de mostrar sus diseños.


Las fiestas de San Isidro nunca me han llamado la atención y las pocas veces que he salido, o me he metido en problemas serios o me han resultado sucias, masificadas, estridentes y populacheras. Pero esta vez ha sido distinto.

Me invitaron a conocer un espacio de performances en pleno barrio de La Latina, La Juan Gallery, en la calle Juanelo. Había una alfombra roja sobre el pavimento a modo de pasarela y un buen equipo de música con un pincha que era la viva imagen de Almodóvar en los 80.

Enseguida anticipé que iba a asistir a un pase de modelos gays, sin embargo fue una impresión falaz.

Muy invernal para
estar en casa
En la contigua sala Juan se exhibían en dos plantas una docena de performances individuales, a cada cuál más curiosa. En una, la actriz te escupía las cáscaras de las pipas que comía; en otra un efebo se repantingaba entre libros; otra se contoneaba reptilianamente en una cajón de metacrilato vestida de rayas hasta el cuello; a su derecha, como una gran virgen de los globos rojos, hacía punto de cruz otra joven actriz; y más allá una especie del planeta de Avatar, pintada de purpurina verde, escrutaba a los viandantes en el escaparate … 

Escaleras oscuras abajo, más sorpresas: podías pintarle las alas a un ángel barbudo con un rotulador; o ver cómo una bruja echaba las cartas de tarot; una escena de crimen; un deseo carnal de Pasolini; el atrezzo urbano de una locura femenina; un sueño de terror y hasta un tendedero de bragas con chicas catalépticas en el solaz de sus tardes.

Para las noches locas de Madrid
Después de estas buenas y múltiples vibraciones, sorprendentes para la escena madrileña, conocí a su promotor: Juan Gómez, al que había criticado a base de bien un par de obras suyas: Aburrimiento Chair y Eléktrika. Pero esto era otra cosa, porque este teatro en escaques me gusta horrores.

Como en un damero, cada actor se mueve y actúa en su exiguo espacio, como muñecos o esculturas vivientes, alejados de la humanidad, con la estereotipia de su cometido, silentes, bellos, tiernos, estomagantes, espeluznantes.

Juan Gómez, que casi tiene nombre de uva, ha conseguido que vuelva a San Isidro. Loas en coro y genuflexión con puñetas caladas. Después, eso sí, todos los actores salieron a desfilar.



















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