viernes, 20 de diciembre de 2019

Entrevista a Izara Batres, poeta del ser

Versos del poemario Sin Red
de Izara Batres
Los versos dentro de una botella que encontré en una playa

Dentro del panorama artístico madrileño podemos encontrar mucha oferta en forma de conciertos y exposiciones. Algunos excelsos y relajantes, y otros muy ruidosos.

Como la noche ya no es para mí por encontrarme en un período de homeostasis abúlica con el Cosmos y perdida recientemente la fe en el vino tinto con sulfitos de las inauguraciones, dejo que sean la cosas que me gustan las que se me aparezcan en forma y vibración físicas, y ya no voy en su busca.

Algo así ha debido de pasar con las vibraciones poéticas de Izara Batres, pues huyendo del ruido llegué a los poetas de las canciones, y desde ellos al cuento gótico, y desde ahí a los poetas sin música, y entonces me encontré con su poesía.


1.- Buenas tardes, Izara, ¿poeta o poetisa?

Realmente prefiero 'poeta'. 'Poetisa' tiene su parte mágica, como 'pitonisa'. Pero quizá mi preferencia por “poeta” tenga que ver con el cariño a Poe, apellido que yo me empeño en pronunciar en español, porque comencé a leer a este autor cuando era muy pequeña y asociaba el apellido Poe con 'poeta'.


2.- Nos presentaron en una reunión de amigos góticos y tú eras la profesora de una de ellos, ¿es obligado el pluriempleo para los poetas?

Sí, yo ahora mismo estoy trabajando en tres sitios y el año pasado estaba en cuatro. Con el sueldo que tenemos los profesores asociados de universidad, si quieres que te compense, tienes que trabajar en varios lugares, y luego hay que sacar tiempo para escribir. Tal y como está ahora mismo la sociedad, no nos dejan otra salida.


Presentación del poemario Sin Red de Izara Batres
por Antonio Barnés en La Casa del Libro 10/10/19 
3.-Las personas que escriben bien normalmente provienen de ámbitos acomodados, con ambientes culturales propicios, familiares que hablan bien, que escriben bien. No es el caso Miguel Hernández, pero ... ¿de dónde provienes?

Acomodado en cuanto a haberse educado en un ambiente con acceso a la cultura, puede ser. Pero yo diría más bien que se trata de desarrollar una sensibilidad que se educa en el amor, en la capacidad de soñar, en el anhelo de trascendencia, y ello permite que puedas crecer en la poesía, por lo que no se trata de ambiente acomodado o no acomodado, sino de sensibilidad e intensidad.

Yo no he sido rica y sí en cambio he tenido amor, mucho desarrollo de la sensibilidad en el ejemplo de mis padres. Y esa sensibilidad tan necesaria para la poesía por supuesto Hernández la tenía, pienso que a partir de alguna fuente de amor, de su capacidad para percibirlo.


4.- La poesía es posiblemente la más excelsa de las artes escritas, dicen que comenzó haciéndole loas a los dioses y al amor ¿En qué punto te encuentras ahora?

Para mí va unido, el amor está unido a la mística, porque no hay amor sin un sentimiento de trascendencia y viceversa. Mi anterior poemario fue más místico, todos los poemas estaban impregnados de eso. Este último poemario tiene más de surrealismo, crítica, metafísica, una reivindicación del derecho a ser, y en todo eso también hay amor, por supuesto.


5.-En una reciente reunión, después de la presentación de tu último libro, alguien preguntó que quién era Cortázar ¿cómo de importante es ese escritor para ti?

Cortázar para mí es mi amor, por lo identificada que me encontré con él desde los 18 años cuando leí “La vuelta al día en 80 mundos” y dije: existe gente que pensaba ésto, que era tan extraterrestre como yo, que no sentía que encajara en este mundo. Siempre les leo a los alumnos “Del sentimiento de no estar del todo” de Cortázar, para mostrarles por qué tenemos el anhelo de crear, de abrir intersticios en el continuo de lo real.

El choque y el sufrimiento contra la realidad deshumanizada es lo que te lleva a escribir. Todo está mecanizado y deshumanizado y no nos permite ser. Esto lo llegas a ver sólo si estás fuera de la realidad, “excentración” lo llama Cortázar.


Izara Batres en La Casa del Libro
6.-El estilo de algunos poetas contiene una gran crudeza bajo una superficie aparentemente aterciopelada ¿crees que es un riesgo estilístico que puede restar impacto al lector menos acostumbrado? ¿O puede concebirse como el velo inconsciente del poeta,  como con don Félix de Montemar para no querer ver/mostrar el rostro cadavérico de Elvira, o sea, la cruda verdad?

El lenguaje poético jamás oculta la verdad, al contrario, la revela en toda su esencia y su magnitud, va mucho más allá de la apariencia porque llega al corazón de las cosas. Transmite el núcleo, la llama. Yo no diría que es aterciopelada sino transfiguradora. La poesía transforma la realidad en imágenes y metáforas. Un poema puede ser sumamente desgarrador y transmitir dolor sin ser soez y sin dejar de estar escrito con un verdadero lenguaje poético. De hecho, tiene más intensidad por eso mismo. Si dices “una daga hirviendo divide en dos el fino vientre de las violetas” estás transmitiendo de manera mucho más vívida que si dices “qué triste estoy”.


7.-La musicalidad de una composición creo que ayuda mucho a guiar al lector cuando recita un poema, pero también puede hacerle olvidar el significado de las palabras, entretenido con el placer de la prosodia ¿Cómo crees que un poeta puede tener en cuenta este inconveniente sin renunciar a la belleza compositiva?

Creo que, en general, en la poesía, el lector percibe si la musicalidad surge de manera natural o no, a mí me gusta cuando surge del latido interno del autor. Los acentos marcan el ritmo y el poema pide tener un ritmo u otro, o no tener ninguno.

Yo tiendo al verso libre, aunque también tengo sonetos, y no tengo nada contra la rima o la métrica pero no creo que la poesía deba limitarse a esas estructuras sino volar más a través del lenguaje poético, imágenes, metáforas, etc. Creo que debe haber una franqueza en la cadencia de la poesía, no debe ser buscada de forma artificial, y en esos casos es cuando funciona.


Izara Batres, recital
8.- Voy a recitarte unos versos de Garcilaso, muy conocidos en otro tiempo:

Y aún no se me figura que me toca 
aqueste oficio solamente en vida;
mas con la lengua muerta y fría en la boca
pienso mover la voz a ti debida.
Libre mi alma de su estrecha roca, 
Por el estigio lago conducida,
celebrándote irá, y aquél sonido
hará parar las aguas del olvido.

El poeta Pedro Salinas (autor de La voz a ti debida) me llevó a conocer la poesía de Garcilaso por estos versos del que tomó su título, que también aparecen en el capítulo LXIX de Don Quijote ¿qué poetas anteriores puede llevarnos a conocer la lectura de Izara Batres?

En mi conjunto de poemas, solo recuerdo un ejemplo en el que he podido hacer alusión a algún autor… en “Avenidas del tiempo” tengo un poema que se llama “homenaje a T.S. Elliot”, porque me lo inspiró su “Canción de amor de J. Alfred Prufrock”, como indico en el título.


9.-Hablando con algunos alumnos alemanes de Filología Hispánica casi he llegado a pensar que la literatura española es hosca, poco amable para leer y de una parquedad insoportable, en contraposición al colorido y la alegría de las letras hispanoamericanas ¿Podrías desmentir ésto?

A mí me encanta el surrealismo latinoamericano y pienso que Lorca, Aleixandre o Valle Inclán tienen obras llenas de colorido también. Algunos ejemplos pueden ser “Poeta en Nueva York” de Lorca, “Espadas como labios” de Aleixandre, o Valle Inclán con su prosa poética de “La lámpara maravillosa”. También poemas de Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez o Pere Gimferrer (“Oda a Venecia ante el mar de los teatros”).


10.- Tienes ya cuatro libros de poesía en las estanterías ¿Hay alguna temática en la que englobes tus versos en cada uno de ellos?

El primero de todos es el libro más tierno e intimista, tiene algo de autobiográfico pero no todo. Lo releo en ocasiones y me recuerda a mi juventud.

El segundo, “Fuego hacia la luz”, es más metafísico y surrealista. “Tríptico” es el más místico y parte de una experiencia dolorosa, y del cuarto aún no tengo perspectivas; se trata de un trayecto en cuatro partes. Es un grito, una reivindicación del ser y tiene un poco de cada libro anterior.


Recital de Izara Batres en el Centro Sefarad-Israel, Madrid
A la guitarra José Luis Pardo
11.-Háblanos brevemente de tus otros trabajos literarios

De otras obras destacaría “Cortázar y París: Último round” porque mi tesis la hice de su obra “Último round” y en la obra de Cortázar hay muchos temas que analizar y, bueno, de ahí salió el libro. También “Confesiones al psicoanalista”, está en clave de humor porque lo escribí para desahogarme, haciendo una crítica de situaciones del sinsentido actual. 

Mi novela , “ENC o el sueño del pez luciérnaga”, es como un retrato de juventud de los treintañeros que buscaban cumplir sus anhelos, a los que decían que trabajando duro cumplirían sus sueños, pero habitualmente nos encontramos con un muro. Las personas están dejando de luchar porque sienten que el talento y la calidad no se valoran.


12.-Y por último ¿cómo ves la creación literaria en España, especialmente en los apartados del cuento y la poesía? ¿Hay calidad o sólo cantidad por la facilidad que existe hoy en día para publicar?

Pues mira, creo que ahora hay más cantidad que calidad. Entre la deshumanización y la mecanización del tipo de sociedad en la que vivimos, muchas veces no se concede importancia a la profundidad de los contenidos ni al verdadero lenguaje poético que recoge el alma de las cosas y realiza una transfiguración.

Estamos en un contexto de usar y tirar. Hemos pasado del jarrón hecho a mano y delicado al tupperware porque es más práctico. Entonces, lo que está ocurriendo es que la poesía se está haciendo más plana y pequeñita para adaptarse a un contexto plano y pequeño, cuando realmente el mundo debe crecer para acercarse al mundo de la trascendencia que brinda la poesía, para poder expresarnos en plenitud y no mutilarnos.

Desgraciadamente se tiende más al negocio y al contenido de usar y tirar, y muchas veces los escritores buenos no son alumbrados por los focos de la fama.

Izara Batres, Casa de Sefarad
Creo que la poesía se está adaptando a un tiempo devaluado, devaluándose a sí misma y con el signo de los tiempos. Parece que ahora todo vale y todo puede llamarse lenguaje poético. ¿Construiríamos un puente pervirtiendo los principios matemáticos de la ingeniería? Lo que pasa es que la mala poesía no mata a nadie ... ¿O sí?

Tal vez deberíamos morir ficticiamente sólo con la buena poesía, en la butaca de cretona de nuestro salón, para resucitar con una buena sopa de ajo o de la juliana más ligera. La mala poesía sólo es capaz de matar de aburrimiento y tal vez al poeta de inanición.

Muchas gracias, Izara, por esta esclarecedora entrevista en este café tan literario.

23 de octubre de 2019
Café Ajenjo, Madrid



Notas

Izara Batres estará junto Antonino Nieto en la Hora Cultural de TVE 24 horas el 12/02/2020 entrevistada por Antonio Gárate.









miércoles, 18 de diciembre de 2019

DE CÓMO UN VUELO CON IBERIA TE JODE UNAS VACACIONES DE ENSUEÑO

Oslo S, estación central de Oslo, un poco de lío con
los trenes si vienes con la boina puesta,
pero bien si estás atento a la letra pequeña
Iberia es esa línea aérea que estuvo dando un servicio digno a sus pasajeros durante muchos años y que finalmente fue vendida a British Airways para pagar las pensiones de los trabajadores de ésta cuando más saneada había estado Iberia.

Desde hacía muchos años que ya no utilizaba la antigua aerolínea de bandera española, fundamentalmente porque mis destinos no coincidían con los que cubría –cada vez menos- pero también porque era cara y no ofrecía nada que no ofrecieran mejor otras.

Durante esos años viajé mucho con Sabena a Bélgica, KLM a Holanda y Lufthansa a Alemania, con SAS, Finnair y Norwegian a Escandinavia, con Air Europa, TAP, Ryanair, LOT, Garuda, SilkAir y otras que no recuerdo … Unas de bandera, otras de bajo coste y otras que ya ni existen. 

Lo que sí que recuerdo es mi reciente vuelo a Berlín con RyanAir como algo más cercano a un incordio que a un viaje, pero los dos vuelos a Oslo con Iberia en el A319 Las Médulas de hace una semana han pulverizado todas las experiencias desagradables que alcanzo a recordar.

El check-in en la T4 empezó con unos trabajadores de los mostradores más preocupados en controlar su estrés que en la inflamación de huevos que teníamos los que esperamos casi 45 m en la cola. Un vez dentro, el embarque fue un pequeño vodevil, donde los tripulantes ejercían de comparsa y estorbaban en los pasillos más que ayudaban, bisoños y desinteresados.

Iberia, la aerolínea que no te hace
ni puto caso en Twitter
Los asientos minúsculos, donde si hubiera llevado puestas unas rodilleras se me habría desencajado un fémur, y ni una bolsa o sujeción para poner la botella de agua. También brillaba por su ausencia una revista para echar un vistazo a lo que ver en Oslo. Ni por asomo habría un refrigerio a cuenta de Iberia y sólo dos horas después, cuando ya salivábamos de hambre, anuncian tímidamente el catering.

Los precios son a cojón de mico, debe de ser que se mimetizan con los precios de Noruega, aunque el servicio lo mantengan a la altura de República Centroafricana, por eso de conservar una equidistancia con la Península.

Como se me antojaba insuficiente un café de avión con galletas que no había, me pedí un bote de comida preparada que decía que contenía en una bonita foto ‘macarrones a la arrabiata’.

‘Malos no serán’ me dije, pensando en que alguna arrasadora queja anterior los hubiera defenestrado del menú. Cuando el arisco auxiliar con barbitas me trajo el abrasador vaso de cartón me frustré: Intentaba pescar diminutos macarrones en agua sucia con el tenedor que me pusieron, y, entre crudos y quemados, había algunos remojados y demudados de color. La pasta sin hacer y el picante que llevaba me dejaron jodido el estómago las dos últimas horas de viaje y el resto del día en Oslo, como un grato recuerdo de la aerolínea que me llevó. Curiosamente el equipaje bajó de inmediato cuando llegamos a Oslo.

Cuervos frente al check-in de Iberia
¡Qué mal rollo!
Al bajar, en un aeropuerto pequeño y saturado, todo bien, al igual que la fantástica semana que pasamos en Oslo. Pero el día 15 todo cambió. Nuestros compañeros en la cola del check-in parecían rudos trabajadores de plataforma petrolífera que volvían a casa, y los empleados de Iberia decidieron estar a la altura.

La celeridad y amabilidad son sustantivos prohibidos para ellos y se emplearon a fondo. Eso ya lo conocíamos, sin embargo empezaría el baile de sorpresas. La chica indostánica que nos tocó nos obligó a facturar el equipaje de mano 'porque no había sitio en cabina'. Así que saca ordenadores, revisa pertenencias privadas, etc.

Y luego el control de seguridad, tan engorroso como cualquiera. Embarcamos con algún desorden, porque no se aclaraban las empleadas –otra vez la indostánica- y se mezclaron los grupos 1, 2 y 3. Eso nos llevó de nuevo al vodevil conocido del viaje de ida. A dos pasajeros de nuestras inmediaciones los movieron de la salida de seguridad con explicaciones varias y luego anduvieron dos señoras argentinas paseando por el avión porque no encontraban sus números.

Después tocó deshelar las alas a chorro con una grúa. Finalmente, después de media hora de retraso y por 'problemas con la documentación', el pequeño, ruidoso e incómodo Airbus A 319 salió limpiamente.

El vuelo resultó aún peor que el de la ida. El curtido trabajador de delante estuvo roncando como lo haría un troll querulante con vegetaciones. El espacio para las piernas debía de haberse encogido, o nosotros engordado de culo con las pølser noruegas, porque casi todo el viaje lo hicimos con apertura impúdica de piernas. Menos mal que el clima noruego no invita a llevar minifalda porque se nos habría enfriado el asunto como a la señora de Admunsen en su ausencia.

Escarmentado y escaldado por los macarrones a la arrabiata de la ida no me atreví a pedir otra cosa que un café, mientras me comía unas obleas para tacos que me traje y de los que no me pude sacudir las migas de encima por no poder estirar el brazo hasta el final del espantoso trayecto.

Como tenía el zumbido constante del aire acondicionado que no me dejaba oir ni a mi bella e incomodada compañera de viaje, quise dormir, pero el troll de delante me desvelaba, así que decidí combatir mi insatisfacción con otro café. 

Tuve que llamar dos veces a la azafata, que por aburrimiento me atendió y me dijo que ya no servían nada porque ‘estábamos a punto de aterrizar’ aunque faltaban 40 minutos. En fin, pensé: a ver si se acaba esta puta mierda. Me lo había pasado tan bien y nos habíamos gastado tanta pasta que pensé en otras cosas.

Al aterrizar, de nuevo el incordio, pues esperamos las maletas durante 30 minutos largos; tal vez les estaban echando anticongelante a las bisagras. La cinta las expulsaba con violencia, pero las abrimos y nos pareció que todo estaba bien. En cambio, al salir y descabalgarla del carro, una se descuajeringó. Mala suerte, reclamaremos cuando estemos en casa, me dije ingenuo.

Maleta y contenido de otra rotos por Iberia
Al llegar a casa la cosa fue peor: una de las botellas que formaban parte de una lámpara de diseño sueco estaba rota, a pesar de ir entre jerseys gruesos de los que se pone uno en Noruega. Y en el trolley que nos obligaron a llevar en la bodega la presión a la que lo sometieron acabó por abrir los botes de los geles, que gracias a que iban en una bolsa ad hoc no acabaron pringando los papeles. 

Como colofón, se me ocurrió pedir ayuda a Iberia por Twitter y me dicen que no se hacen cargo de las botellas metidas en los equipajes (debe de ser que la brutalidad está en su código de navegación) y que reclame no sé dónde (no lo pone nada claro) la maleta rota, la cuál acabo de tirarla a tomar por culo del cabreo. En fin, Iberia nunca más. Y desde luego tampoco en Vueling o British. A BARCELONA iré en AVE y existen otras muchas compañías aéreas por el mismo precio y con menos desprecio, adiosito.