jueves, 15 de octubre de 2015

La prudencia de José Herrero, léase

La Prudencia de José Herrero
Dos son compañía, tres son multitud

La región de la mente donde anidan los malos pensamientos es la misma en la que convergen los malvados y los tontos.

Margarita y Trinidad, dos asustadas envidiosas cacarean sobre sus miedos y sus manías sobre una mesa de Fin de Año, entre lucecitas y copas de cava rebosantes. Fuera sucede lo amenazante.

La hipocondría de una de ellas es mayor que la de la otra, que la supera en estupidez, pero sólo a ratos. El amargo dulzor de las pequeñas burbujas se les va subiendo a sus ya alocadas cabezas, para urdir, insidiosa e inadvertidamente, una complicidad contra una tercera mujer, que falta por acudir a la reunión.

Trinidad Cruz
Detrás de la puerta, una desconsolada Nina ansía unirse al dúo, pero con excusas peregrinas basadas en la fantasía de lo amenazante, fingen no conocerla, le niegan la entrada, exponiéndola al peligro, en el ejercicio de un juicio sumarísimo in absentia. Finalmente la dejan entrar.

La discusión se torna entonces violenta entre las tres, tomando a la agredida por agresora, victimizándose Margarita y Trinidad, en un bocamanga paradójico.

Y casi sin quererlo, se produce el desenlace más consecutivo al paroxismo. Pero el silencio revela un mensaje, que Nina lleva prendido de su inocente vestido de tul.

La realidad de esa noche cobra entonces su verdadera dimensión de certeza, cuando durante toda la noche no había sido sino un ejercicio de autosugestión debido al miedo de haber perdido la seguridad, por pavor a lo desconocido.

Nina Ikonen
Se inicia ahora una angustiosa espera, que proporciona a sus protagonistas un motivo real de preocupación, situándolas del lado ominoso, consumando el esperpento de su actuación, que no es más angustiosa que la imaginaria espera, si no fuera porque ahora lo de fuera ya está dentro, y quien está más allá vendrá por los de más acá.

Margarita es Melissa Cardona, Trinidad es Trinidad Cruz y Nina es Nina Ikonen. Melissa  y Trinidad entablan un memorable diálogo de locas coherentes en el que están magníficas.

Tal vez un mayor grado de histrionismo hizo aflorar una actuación más lustrada en la colombiana Melissa, a la que la dicción le desaparece como por ensalmo, coronada por un gorro de fiesta perteneciente al rococó de Río de Janeiro, un gran acierto del director, tan atento a la vanguardia escénica como al clasicismo formal de sus textos.

Nina Ikonen vuelve a repetir papel de víctima, como ya lo hiciera en la excelente Runar y Kyllikki, del mismo director, y está convincente y resuelta.

José Herrero ha adaptado los textos de La Prudencia, la exitosa y breve tragicomedia de 60’ del argentino Claudio Gotbeter, ambientada en la Argentina de la inseguridad ciudadana real, pero acechada por los miedos imaginarios.

La Prudencia es una obra bien enmarcada en su tiempo argentino por su autor, pero que la adaptación de Herrero no da la suficiente sensación de peligro externo, tal vez porque el espectador es otro.

O quizá no ha querido trasladar las circunstancias a este tiempo español, donde las inquietudes van más por la inseguridad laboral y de valores que por los miedos a ser robado y asesinado.

Sin embargo dota a esta singular obra de una agilidad en los textos que la hace divertida y extravagante, y a tenor de algún público, que permaneció en sus butacas largo tiempo después de su conclusión, supo a poco.

Tal vez Don Claudio se anime a continuarla ambientando la segunda parte en una noche de Halloween.

Obra:
La Prudencia, de Claudio Gotbeter

Dirección:
José Herrero

Actrices:
Melissa Cardona como Margarita
Trinidad Cruz como Trinidad
Nina Ikonen como Nina

Lugar:
La Casa del Reloj, Matadero de Madrid
Sábado, 3 de octubre de 2015












lunes, 12 de octubre de 2015

Un bar ucraniano en Madrid

En Madrid ya no sólo existe la Mahou

El bar Racer es uno de esos extraños lugares que ha aportado la inmigración a Chamberí.

Muy cerca de Cuatro Caminos se encuentra una antigua panadería con techos de escayola reconvertida en bar restaurante de motos y cervezas ... ucranianas.

Hace algo más de un año hablaba con su propietario sobre el local y su pasión por las motos, patente en todos los recuerdos que exhibe en sus paredes. Incluso de cuando en el Retiro se hacían carreras.

La entrada no parece gran cosa, pero al fondo se encuentra un cómodo salón de ambiente rojo con grandes sillones para degustar enormes y sabrosas cervezas de Ucrania. Europa es lo que tiene, y en cualquier rincón hay monumentos, historia y grandes cervezas.

Esta vez me dejé recomendar y degusté unos exquisitos blinis de la casa, aunque con la Пиво (pivo) o cerveza ya me atreví yo solo: pedí unas excelentes Львівське (Lvivske) y Арсенал (Arsenal), que sin ser especialidades para gourmets, sí nos dan una idea de los tamaños y sabores que por allí se estilan.

Madrid, paraíso de la caña fría en vaso pequeño y la banderilla de encurtidos, va dando poco a poco pasos hacia la variedad regional e internacional. Y no hace falta que te eches una novia del Este, lleva a la que tengas -por paleta que sea- a tomarse una cerveza con blinis por Chamberí.


Dónde

C/ Bravo Murillo, 70


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