lunes, 5 de marzo de 2018

Una de street art con canapés: Misterpiro

Planchas de metacrilato coloreadas
De dentro hacia afuera,
pero sin perder la calle de vista
Madrid es muchas veces cutre, otras veces excelsa. Su gastronomía popular no está a la altura de otras zonas de España, ni siquiera de la periferia. Podría decir que siempre he comido mejor en otras regiones, excepto en Galicia, donde lo mejor son sus productos y lo peor sus elaboraciones.

Madrid no tiene catedral gótica, ni iglesias románicas, ni murallas conservadas. Pero el barroco dejó su impronta en la pintura y en algunos edificios notables, el romanticismo nos legó el discutido neomudéjar y del modernismo se conserva un legado muy escaso y poco significativo.

Tampoco tiene playa, ni siquiera fluvial … sin embargo, en cuestiones de arte, por tamaño, historia y acumulación de talentos, las cosas son bien distintas. 

Una ciudad de más de 3 millones de habitantes, que históricamente ha asumido el mecenazgo de artistas por parte de reyes y aristócratas, que cuenta con buenas pinacotecas, escuelas y academias de arte y atrae a miles de artistas españoles, latinoamericanos y europeos, deseando tener repercusión mediática, por fuerza tendría que ofrecer algo interesante.


Misterpiro sabe de color
El arte es morirse de frío … y de hambre

El arte es un trabajo sin utilidad práctica, que sirve para bienestar del espíritu, para expresar ideas y como forma de ejercicio intelectual. El arte no se come, no se puede viajar sobre él, no da abrigo ni refrigera, … No es, por tanto, una necesidad básica para las personas que no sean artistas, y adquirirlo depende de los superávits de cada uno en particular y de la sociedad en general.

El hecho intencionado o colateral de la reducción de las clases medias en España no permite despegar al coleccionismo privado, que se reduce a las empresas, instituciones y élites adineradas, también a extranjeros residentes y turistas de cuentas bien saneadas.

La crisis de 2008 castigó especialmente a los que vivían del arte, que tuvieron que buscar otras ocupaciones más prosaicas o emigrar. Los que se quedaron acumularon obra para mejores tiempos y otros simplemente emergieron con imaginación para elevarse sobre la mediocridad o el conservadurismo.

Interior-exterior
Una síntesis de Misterpiro
En este 2018 de cambios, casi 10 años después del inicio oficial de la crisis y 14 años después del punto de inflexión que la propició: 11 de marzo 2004, los hoteles, los restaurantes y la empresa privada han vuelto a apostar con fuerza por las exhibiciones de arte, no sólo para promocionar artistas, sino fundamentalmente para dar visibilidad a sus productos, habida cuenta de que el arte tiene tirón. Porque vuelven los mecenas.

En una sociedad madrileña aún poco entendida, pero con una legión de culturetas jóvenes, ávidos de arrimarse a eso del Arte, hace que algunas presentaciones sean verdaderos acontecimientos mediáticos.





Culturetas en diversas poses
disfrutando del ecosistema
El Hotel Emperador y
el Lobby Art Gallery

Conocí el viejo y cutre hotel Emperador en Gran Vía hace tanto como en 1998. Madrid entonces estaba pletórica, con un PIB que crecía al 4%, y seguía creciendo … Había pocos inmigrantes y los sueldos daban para dedicar un pellizco a eso del arte.

Me iniciaba en el coleccionismo por mero placer decorativo, y adquirí regularmente obras de pintoras españolas y del Este de Europa, mis favoritas, la mayor parte de las veces aún no consagradas, pero con una enorme calidad y originalidad. Existía ese superávit aludido, y otros muchos hacían lo mismo. 

Mucha gente vivía de la cosa artística y de las exposiciones, y a las galerías acudían tanto curiosos, entendidos, … como artistas y compradores. Aún la peste cultureta y hipster no había invadido las galerías masivamente con sus barbas clónicas recortadas y sus aprendices de It-girl. Y no es necesariamente malo, si no fuera porque la mayoría no ha cogido un pincel más que para rascarse el interior de la oreja o pintarse la raya del ojo.


Petardeo posmoderno y escalera pintada
Street Art: de los muros de Plasencia al sofá inglés

El Hotel Emperador se ha hecho consciente de que está situado en la Gran Vía madrileña (parece que no había reparado en ello), con una gran repercusión mediática si se decide a promocionar eventos. Misterpiro es un pintor de spray en la calle y un acuarelista de interiores acogido por la galería del hotel.

A la presentación de Misterpiro me invitó una consagrada fotógrafa de Chicago que está al tanto  -más que yo- de este tipo de eventos, que se convocan por Facebook y al que acuden ansiosos de salir en la foto muchos chicos y chicas muy por debajo de los 30.

Otros vamos a beber, comer y a ver arte del nuevo. Y algunos más se conforman con ir a ver qué se cuece. El encuentro fue masivo, muy sorprendente para el tipo de pintura, vista ya en exposiciones recientes de artistas también noveles, pero el cuidado catering, la coctelería y los escalones y sillones pintados por el artista dejaban bien a las claras la apuesta del hotel con este artista, que según la versión española de la revista Forbes “es uno de los jóvenes talentos más influyentes de España”.

Sofá ingles mordido
por la Reina Victoria
El coachsurfing más cutre
Como hace mucho tiempo que no me creo esto del márketing, y menos aún si viene de un think tank de fuera opinando sobre lo que “nos influye” o no por aquí, decidí quedarme varias horas para empacharme.

Ya dentro del vestíbulo llegué del brazo invisible de Christine, que me esperaba dentro, desesperada por la tardanza (el pluriempleo mata) y me condujo hasta un sofá inglés marrón desgastado con la esponjilla fuera, semi nuevo ya en 1998, cuando seguramente me había sentado antes para ese negocio extraño que nunca prosperó y que tal vez algún día cuente.

Nadie me explicó nada y me dediqué a observar, a pasear, a mirar a la gente, a hablar con mi amiga –que zampaba a dos carrillos- y también yo decidí atacar al sushi y las pequeñas viandas, evitando que el hambre se me notase. Como dije, observé con el estómago vacío, con él lleno … en silencio, solo, acompañado y comentando, acercando la nariz, oliendo, tocando en lo posible, … 

Estimulando todos los sentidos
Y no me enganchaba, … por lo que decidí cambiar de estado atizándome dos vinos blancos, un par de cócteles de scotch, un Martini blanco y rematé con un gin tónic a la antigua usanza, con los que te crece el pelo hasta en los empastes. 

En ese intento fallido de sublimación regresiva del espíritu llegó la madre del joven artista con un gran libro de firmas que me pasó orgullosa por las narices, y decidí firmar gustoso; si una madre está así de orgullosa de su hijo, el arte es bueno … ¡digo!

Salí de allí casi al final, sin haber cambiado de estado, y sin ver la supuesta genialidad aludida por Forbes. Pinceladas acrílicas y de chorreante acuarela muy coloridas y muy abstractas, nada pensadas, parecidas a las que había visto el día anterior en Marina Gadea, pero bastante menos estilosas las del Míster ese y más baratas, sea dicho de paso. Te podías llevar una buena pieza por 650€, cuando por ese dinero con Marina te habrías empaquetado la mitad de un cuadro y un chupa chups de regalo.

Eso sí, cómo catering nada que ver con las rajas de embutido y las patatas bravas presentadas en la inauguración de la Gadea, por lo que la tendencia subconsciente era revalorizar la obra. Aunque me resistía bravamente a que otras sensaciones concupiscentes me llevaran a caer en la trampa.


Busto coloreado
Misterpiro es un peligro en un museo
Concluyendo

Visto en la distancia y después de haberme preguntado un comisario en Hybrid si había visto la expo de Misterpiro, arqueé sólo una ceja y percibí de sopetón cuán especulativo es el arte y cómo depende del mercadeo: mil cosas había más valiosas, chulas y divertidas en Hybrid, sin embargo me preguntaban por él. 

Propender a sacar la pintura de los estrechos márgenes de un cuadro, pintarrajear infantilmente paredes, sillones y escaleras; colorear estatuas clásicas y montar un vídeo guay bien se merecen un cátering como aquél, una madre orgullosa, una animada reunión de desconocidos macizorros y una crítica en mi blog, pero no me jodas, decir que es un influencer a nivel nacional es para echarse a temblar del escroto para abajo.

Buenos postres
Animemos al muchacho diciendo que es bueno, que es estiloso, que es divertido y decorativo, pero que no se lo crea tanto, porque pintar esas cosas facilonas sobre metacrilatos superpuestos y estatuas ya se ha visto antes en otros lugares, en Hybrid en formato pequeño, sin ir más lejos. Que siga manteniendo esos precios asequibles y esa honestidad pictórica, y felicidades, estuvo muy chula la expo.

Por favor, señores del hotel, cambien ya ese sofá o pongan un parche con cinta aislante, es más kitsch. 




Cuándo fue

Miércoles, 21 de febrero de 2018
Hotel Emperador, Gran Vía de Madrid


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