jueves, 23 de enero de 2020

Hay vida en martes, pero puedes palmar de aburrimiento

Ilustración de portada del libro
Supernovas, una historia feminista
de la Ciencia Ficción Audiovisual
Supernovas, mujeres y Ciencia Ficción

Otra tertulia intrascendente en la Fundación Telefónica
21/01/2020 Madrid

Existe una expresión finlandesa muy esclarecedora para cuando escuchas a una persona que no dice nada a pesar de estar hablando todo el tiempo. Soy un gran fan de esa expresión y comparto la demanda de que si le dedicas tiempo a escuchar a alguien, que no te lo haga perder. En inglés es más expresivo, pero menos preciso, así que no ofenderé innecesariamente.

Si además de eso has de reservar entrada, pagar transporte, desplazarte dentro del atestado Madrid, renunciar a otras formas de ocio y prestar atención, al menos esperas que puedas sacar algún fruto de lo que escuchas, máxime si lo que van a presentar dos de cuatro sea un libro del que no puedes imaginar nada más allá del título si no te lo explican.

Desde la infancia que recuerdo me veo leyendo enormes pilas de tebeos (TBO, DDT, Din Dan, Mortadelo y Filemón, Tin Tin, … ), en la adolescencia cómics (Spiderman, Supermán, Dossier Negro, Zona 84, Creepy, …) y literatura romántica, fantástica y de terror (Bécquer, Goethe, Poe, Lovecraft, …) . En la adultez me di cuenta de que a eso lo llaman ahora novela gráfica y goticismo, y resulta que pertenezco al fandom de ambos, o mundo de los apasionados. No he construido mi vida alrededor de ello pero sí que he podido tener una idea muy aproximada de ese mundo y profundizar en mis aficiones, también opinando y divulgándolo.

Es por ello que soy un oyente y observador peligroso, porque no tengo mucha idea y sí un acendrado sentido crítico, que me hace repeler a los que ganan dinero criticando o escribiendo sobre ese mundo sin haberlo creado y se tienen por expertos. Si además desean pontificar sin explicar sus intenciones, la cosa se pone fea.

Cartel de la conferencia
Cuando en la entrada de una ponencia ves una mesa para vender un libro y el título de la ponencia es casi el mismo, uno se imagina que van a hablar de ese libro. Llamar a la ponencia con el título del libro y luego no hablar de él queda como muy feo, o más bien, desdeñoso … Y eso pasó hoy en Fundación Telefónica.

Pero cuando la presentadora te dice que se va a hablar de feminismo, creadoras gráficas y la mujer en el cómic y no se habla de nada de esto, te sientes encima burlado.


Cuando Jordi, Sergio, Carmen y Elisa divagaron y se encantaron de conocerse

Los auditorios merecen un respeto por su tiempo y los sujetos citados más arriba no lo tuvieron con quienes fuimos a escucharlos.

Puede haber malos ponentes, buenos y regulares, pero los peores son aquellos que no dicen nada.

Por ejemplo, Elisa McCausland, una de las autoras del libro, dio por supuesto que la conocíamos antes de ahora, y casi que habíamos leído su libro. Su fárrago discursivo versaba sobre palabrería hueca. Artefacto, complejidad, inclusivo, trending topic, arquetípico …, fueron sus palabras más recurridas, hasta media docena de veces cada una, como chorros de tinta de calamar para eludir entrar en materia, esto es: su libro y el feminismo, o de cómo su libro transita por esa idea.

Diego Salgado, su coautor, parecía absorto en su mundo y ni siquiera se afanó en darnos un trazo general de por dónde iban los tiros, él a lo suyo, chapoteando sobre divagaciones que tiene tan asumidas que ni se molesta en esbozarlas.

Los cuatro contertulios y la moderadora,
muy entregada al vacío cósmico
Carmen Méndez pasaba por allí y se quedó, en una tertulia en la que todos los ponentes parecían saber de lo que hablaban menos el auditorio.

Jordi Costa era el único conocido, al menos, por el que esto escribe, y se rindió –o mejor, ya venía rendido de casa- a la idea feminista, aunque no se desarrollara en absoluto, limitándose a asentir y a acompañar a Elisa con una sarta de pulp, fandom, distópico y utopía que dejó bien a las claras que no le apetecía tampoco entrar en materia, de lo mucho que se la sabía.

No deja de ser curioso que los que sabemos un “poco” de cómics no nos enteráramos de nada y escucháramos nombres tan bastante mal pronunciados que no éramos capaces ni de localizarlos en la Wikipedia.

Y todo sea dicho, la moderadora Laura Barrachina, naufragó en la conducción de la furgoneta distópica en la que se convirtió la ponencia.

Al final, por la pregunta de una de las personas presentes, nos enteramos de las preferencias de los contertulios:

Supernovas, una historia feminista
de la Ciencia Ficción Audiovisual
A Elisa le encanta Wonder Woman, su especialidad, a Diego las replicantes de Blade Runner, a Carmen las chicas moteras de William Gibson (suponemos que se refiere al padre del cyberpunk) y a Jordi, Dale Arden, novia de Flash Gordon y una tal Beck, o algo así, porque el acento de los ponentes nos tuvo tan torturados durante el acto que apenas sobreentendimos algunos nombres. Ni se acompañaron de un puñetero gráfico ni de una triste imagen, y eso que el rollo iba de cómics.

Para terminar, una petición: quienes acuden a una presentación de unas ideas pueden no conocer a los autores ni su trabajo, y tienen derecho, por deferencia, a que se haga una breve introducción de lo que va el tema. Eso favorece el intercambio de información.

Si a lo que que se va es a lucirse o hacer guiños a dos o tres del público, mejor que se queden en casa, o mejor aún, que avisen y nos quedamos el resto. Porque, como dicen los finlandeses puhun paska, o más cercano aún en la geografía: no es más que bullshit.