¡Oh, espera! Madrid es ya un hervidero de inmigrantes sin cualificar y de turistas baratos, masificada, con los transportes públicos saturados, con una oferta internacionalizada que ha sepultado los usos propios en la cocina y el ocio, cada día más sucia por la acumulación de basura, con peores servicios y espacios públicos y, sí, los precios cada vez más caros, lo que ha expulsado a decenas de miles de habitantes a la periferia y provincias limítrofes para seguir trabajando en Madrid.
Los inmigrantes aún están contentos viviendo en pisos-pateras, pero ya verán, ya.
Entre la estulticia y la avaricia
La instalación de multinacionales, esas que tanto favorece el gobierno de la Comunidad de Madrid, ha incrementado la presencia de salarios altos en la ciudad y todos los establecimientos pujan por esos trabajadores, dejando inasequible la oferta de ocio a las clases medias (hoy clases bajas) o limitándoselo a unos pocos días al mes o a las actividades gratuitas del Ayuntamiento y el gobierno regional.
Hoy el ocio en el centro de Madrid ya no son los bares para tomarse un café, un vino o una cerveza con un aperitivo mientras cambiabas de bares, sacándole el jugo al sueldo. Hoy se va a cenar o a tomarse unas cervezas sin cambiar de sitio, de una manera cansina, aburrida y estática, por las modas, pero sobre todo por lo inabordable de salir a tomar algo en Madrid sin que te sajen la cartera.
Los hosteleros ya no son propietarios y tenderos, que se encargaban de atender al público. Hoy los camareros son mayoritariamente extranjeros de República Dominicana, otros países americanos y de Marruecos, la mayoría sin una formación mínima en hostelería, escasa en cortesía y muy alejados de la cultura previa hostelera de esta ciudad, que están cambiando gracias a los propietarios que los contratan, la mayoría españoles, todo hay que decirlo. Unos propietarios ávidos de enriquecerse rápidamente, a los que les importa una mierda el cliente, porque Madrid, no lo olvidemos, es una ciudad para ganar dinero -o fenecer en el intento- no para vivir.
![]() |
| El mercadillo de Navidad de El Corte Inglés |
Oye, hostelero, ¿crees que un empleado temporal infra-cualificado podrá atender adecuadamente a tu clientela cuando un cliente tiene que explicarle lo que es un café con hielo, un cortado o un simple y jodido bocadillo de queso?
Visitando hoy el circo de El Corte Inglés de Castellana llamado pretenciosamente "mercado de Navidad", y que no es más que los departamentos de dicha cadena sacados a la calle con un montón de locales de restauración rápida, vi los precios:
Comida cutre a precio de cojón de mico: 17 euros por un bocadillo, 16 por una hamburguesa del cutre-pretencioso Dabid Muñoz y cifras por estilo; muy adecuadas para que, los que sólo se acercan una vez al año al centro de Madrid en Navidad, se fundan la paga extra, y para los que salimos a tomar algo casi cada día se nos pongan los dientes largos.
Para cojón, digo botón, una muestra:
Agotada la paciencia para tomar algo decente, asequible y reconfortante, pues empieza a hacer frío, nos marchamos del miercadillo navideño con el olor a fritanga en el pelo y los abrigos, nada de entrañables olores navideños a bollería, vino caliente o chocolate, ¡fritanga! que por estos lares debe recordarles a las ferias donde aún se escaldan las gallinejas con aceite rancio, eso sí, cambiando el suelo de tierra llena de papeluchos por unas alfombrillas rojas y villancicos de Bing Crosby, tan típicos de España.
![]() |
| Secrets, city food, a precios de Londres |
Bueno, a lo que vamos, buscando un sitio recalamos cerca de la Torre Picasso, en un cafetería moderna y elegante, aunque nada lujosa, no os vayáis a creer, donde vi unos croasanes y unas magdalenas grandes en la vitrina, no tenían más. Y pedí dos cafés, esperando una hostia por ellos, digamos con un diferencial de 1 € con el precio medio, que ya está bien por un puto café.
Pero hete aquí, que se me antoja la magdalena gigante y la pido, corrigiéndome el botarate del camarero diciéndome que se llama "muffin". Bueno, a estas alturas de la película globalista, es como en el chiste: toda la vida pensando que se dice "película" y es que se dice "flim".
Cuando pido la cuenta, me casca 11,90 € por dos cafés normaluchos y la magdalenita llamada Muffin, ya que ahora las bautizan.
![]() |
| El cuerpo del delito |
La cuestión es que el precio no estaba puesto y el susto fue de aúpa, y quizá una pequeña venganza del inconsciente colectivo hostelero madrileño, roñoso en cuanto al servicio y avaro en cuanto al precio.
Hosteleros madrileños, empresarios todos, acordaos de esto: cuando los pocos pijos progres y empleados de multinacionales varias pasen a jubilarse, y no van a tener casi descendientes españoles (los demás se van), sólo quedarán los hijos de los camareros extranjeros que os sustentan para poder pagar vuestros abusivos precios, y creedme que no van a cobran tanto y os vais a comer un mojón. Y os lo tendréis merecido.
¡Ah! cuánto de va pareciendo ya Madrid a París y Londres.




