martes, 23 de septiembre de 2025

A relaxing cup of ... café con leche en Madrid

 

El vaso de leche del perro de Pavlov
Cuestión de estilo

Mis primeros cafés fueron en el desayuno de casa; mi padre me ponía muy temprano un tazón de leche coloreada con unas gotitas de café de la cafetera italiana de la encimera cuando se nos acababa el Cola-Cao.

A medida que crecía en edad, la cantidad de leche y el recipiente disminuían, siendo el deseo llegar a poder tomarme algún día, en minúsculas tazas, el café negro que mis padres bebían con costumbre y delectación en el sofá familiar.

Un café después de comer, otro a media tarde; un termómetro de la temperatura familiar, que se mantenía en niveles óptimos hasta que los niños nos peleábamos.



La adolescencia experimentada

Tomar café fuera de casa, fue para mí, una autoafirmación de madurez. Pedir en las cafeterías me resultaba costoso por mi timidez, agravada por la sensación de extrañeza que suponía que causaban mi atuendo y mi pelo, entre gótico y neorromántico, en una capital de provincias muy castellana y conservadora. Recuerdo especialmente mis tardes en el Hotel Inglaterra, de grandes tazas de té y pequeños recipientes de café.

Comencé con el café con leche, que en Valladolid se pone … en una taza de café con leche, un poco mayor que la que se utiliza para el café solo, que no es tan pequeña como la que utilizan los italianos para tomarse un café expreso.

En las tazas de café con leche caben tanto el café cortado como el café con leche, que se toman habitualmente después de comer, lo mismo que el café solo. La cuestión general es que a la misma cantidad de café que sale de la máquina, se le añada un poco de leche (cortado) o la misma cantidad de leche que de café (con leche).

El café de la Comedia en Valladolid aún existe, y no sólo cabían el café y la leche, sino también un chorrito de Bailey’s para dejarte un café indeleble en el recuerdo, como las magdalenas en forma de concha de Proust.


Estudiando con café en la naciente adultez

Bayas de café de Angola
Cuando me marché a estudiar a Salamanca esto era igualmente así, sólo que el nivel de actividad de los bares salmantinos es mucho mayor que en Valladolid y los cafés sabían bastante peor: las cafeteras con residuos requemados por falta de limpieza y el café portugués torrefacto los hacía mucho más fuertes y amargos, y a veces el sobre de azúcar de la taza eran dos de los grandes.

Pero hete aquí que llego a Madrid, ciudad sin ley, ni en cafés ni en cañas ... con unas medidas de taza tan dispares que me encuentro con bañeras de leche tan clara que parecen para remojarse, desayunar o bañar bollos, o churros … como un estilo a la francesa, para meter eclaires o las magdalenitas esas de Proust.

Me recuerdan a los cafés con leche generosos que desayunaba en los pueblos de Zamora antes de la amanecida para acompañar a los agricultores para arar y ver cigüeñas, con el chupito de aguardiente blanco al lado para entrar en calor, mientras la niebla cubría aún los campos.


La taza ideal para tomar café solo
El café y la cafeterías en Madrid

La variedad de tamaños y formatos de las tazas de café en Madrid es tan grande que pedir un café con leche se transforma en un acto de esperanza y de sorpresa. Esto, lejos de ser una ventaja para los beneficios de la libre competencia, se convierte en una jodienda para el cliente autóctono y en una fuente de incertidumbre con añadido de estafa para el turista, que se tomará sólo uno o dos cafés en su viaje a Madrid y no sabrá a qué atenerse para poner en su prejuicioso y animoso blog de viajes: “En Madrid se hace esto o lo otro” y nada será verdad, porque no habrá más criterio que el del dueño del bar.

En Madrid hay muchos gallegos, castellanos, leoneses, manchegos, extremeños, … y ahora argentinos, que abren éstos últimos muchas cafeterías, de muy buen gusto en el local, por cierto, pero añaden caos a la cuestión del café, apijotados con la influencia francesa en el poso hispano-italiano de sus ancestros. Y es que Buenos Aires no es París, pero como si lo “seriese” …

De la escabrosa cuestión de las cañas en Madrid hablaré otro día, porque es la del café que nos ocupa más perentoria y estragante.

He tomado café en 18 países, 13 islas y 3 continentes, y creo que he encontrado más variedad en Madrid que en el conjunto de ellos, lo que, lejos de constituir una virtud, es un verdadero contrasentido.

La última lanzada de Longino en mi costado cafetero fue en el café Perro de Pavlov, que está bajando por la Costanilla de San Pedro desde la Plaza de San Andrés madrileña. Allí recalé después de intentar tomar café en la calle Embajadores, imposible chico.

Tipos de tazas de café
La proliferación de cafés de los llamados ‘cozy’, de chicas o bajabragas, para los más avispados, ha hecho que el público se multiplique y la gente se aposente, más que la antigua tendencia del nomadismo de la sacrosanta caña vespertina, y así nadie encuentra sitio en ninguna parte.

Lo bueno de todo es que en las callejas menos transitadas a veces queda alguna mesa y se puede sentar uno a esperar a ver qué le traen.

Esta vez, en mi caso, a la petición de un descafeinado con leche se me respondió con un enorme vaso de güisqui de los baratos, que algunos usan para el agua, lleno hasta el borde de leche con café, como si fuera a desayunar a las 5 de la tarde. La bartender con acento del cono sur no se molestó en preguntar si en taza pequeña o grande, si en vaso o en taza, si con asa o sin asa … dando por hecho que lo guay de su bar la autorizaba para ponerme el café con leche como le pareciera y le saliera de su personalidad más velluda.

Y es una pena, porque el sitio es bonito y bien situado, pero a los bares se va a tomar algo que te guste, no a contemplar un vaso de leche teñida, a ver por dónde le das el primer sorbo. Sinceramente, después de comer ya no apetece desayunar. Aprendan o extínganse, porque el estilo bien entendido de una cafetería empieza por la taza de café. Y es evidente que lo obvio es una rareza en estos tiempos, donde el continente importa más que el contenido.

Oh, meteorito, qué cerca estás.


Enlaces

Cantata del café de Bach, letra

J.S. Bach "Cantata del Café" BWV 211 (subtitulos español)

Ultimate Guide to Coffee Mug Sizes Around the World (2025)