miércoles, 25 de noviembre de 2015

Sala de despiece, ¡guau, qué etiqueta!

Sala de Despiece
Salidas (y locas) por Madrid

Dentro de las salidas de las tardes-noches de los miércoles por Madrid no suele haber oportunidades para el asombro.

Hay bares nuevos este otoño en cada barrio, sí, muchos con un gran diseño, cocina creativa, cucuruchos de papel para frituras y gin-tonics como ensaladas. Pero todos por un estilo, con barras de madera a la sueca, taburetes para cigüeños y luces como de joyería.

En la calle Ponzano casi siempre acaba uno en El Alipio –con sus vinos asotanados, las tapas cutres y sus clientes maleducados y pijoteros- o en una más que aceptable vinoteca de poco más allá ... de cuyo nombre ni por asomo me acuerdo*, pero a la que acudo para mitigar los sinsabores previos.

Pero eso ya es historia jurásica, … porque la calle Ponzano se ha convertido en poco tiempo en una potente zona de vinos y gastronomía con tal oferta de media docena de sitios realmente buenos, que si vives por Chamberí ya no hará falta que te vayas de vinos a la Cava Baja o un par de provincias más allá.

Ya en la calle, en el tramo más cercano a la gasolinera, las luces blancas de un local nos atrajeron como moscas, sin remedio. Veníamos de tomarnos cerca un Melior decente con un pincho de salchicha con padrón bien frito y el listón empezó ya un poco más arriba de lo normal.

Pero al entrar en ese lumínico local con un tirador de puerta de congelador industrial, noté el asombro en mis comisuras: … decoración de cajas de corcho blanco para pescaos, mostrador de carnicería, y clientes haciendo genuflexiones para tomarse un vino al otro lado de la barra, pasando por debajo como en Casa Camacho o la Bodega de la Ardosa de la calle Colón, enseñando el tirachinas. 

Patatas fritas
Elegí un vino al azar, deseando que fuera ribera del Duero, algo así como cucut**, que me dijo un camarero que era Rioja.

Impresionado como estaba por el caldo riojano y su botella, no atendía a la marca, aunque intenté memorizarla varias veces, ocurriéndome como a las víctimas a las que asaltan a punta de pistola, que no recuerdan la cara de su agresor, en un “efecto armas” que ha evitado que pueda localizar siquiera el vino en una listado de marcas de Rioja, a pesar de los esfuerzos.


Chipirones al infierno
Ya en la barra

Nos pusieron de aperitivo una bolsa de patatas fritas anudada como las dos coletas de Pippi Långstrump, y se quedaron tan anchos. Nos miraba con su bocaza abierta, como la de un tiburón ... y le robamos las patatas con congoja.

En la barra, que era una mesa de operaciones, los sopletes, las pinzas y los envasados individuales de salsas nos daban una pista de cómo se las gastaba el propietario. Y así, de sopetón, nos entraron por los ojos unos chipirones sonrosados con una salsa de algo verdiamarillo, en un pegote oleico como de paleta de Van Gogh.

Cuando los sirvieron, debieron de haber cometidos unos cuantos pecados mortales por el camino, porque llegaron torraos.

La cara se me congestionó, pero el vino –brebaje divino si está bueno y cicuta de almas si es malo- me mantenía absorto ante el desfile de tanta eficacia y maniobras orquestales a plena luz.


Derritiendo la grasa a soplete
De segundo, pa epatar ...

Luego probamos con una cosa rara que terminaba en Yakuza, que es como la Mafia, y no era sino … uf, a ver cómo lo explico: un san jacobo de seis láminas cuadradas de magro de vaca envuelto en su propia grasa congelada, que a base de sopletazos se derrite sobre el mismo, al que se le separan las láminas con pinzas dobladas ad hoc, que se extienden, a las que por una sola cara se vuelven a sopletear hasta que cambian al gris y que se condimentan con láminas de ajo, té, wasabi, … más cosas … y sal Maldon, que no me molesté en preguntar si era del Blackwater.

Vaca estilo Yakuza, o algo así
El resultado visual fue impresionante, aunque el sabor de un buen bistec a la plancha lo dejaría KO a los puntos.


Y ahora ¿qué?

Después no nos quedamos sin postre. No sé lo que nos pusieron, dijimos ¡Eso! y vaciaron un vasito como de yogur y lo rodearon de frutas como frambuesas, moras cultivadas y gordotas, grosellas y coronaron con un top it de algo crujiente, pequeño y redondo que estaba en una bolsita transparente. 

Memorable.



Postre, a las bravas



Caecus
Notas

*Acabo de localizarla: La Lumbre, en c/ Ponzano, 51, junto con la Taberna Averías, las dos mejores vinotecas de la Calle Ponzano. Los demás bares tienen vino, pero no son vinotecas ;-)

**En diciembre de 2016 encontré la nota y habían escrito Cauecus, y he descubierto que es un Caecus Crianza de 2012.




Enlaces

Sala de Despiece

Todos los bares de la calle Ponzano, hasta donde se puede











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