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| Nervios, de Robert Reinert |
Se encuentra en los sótanos de la Fundación Canal, Mateo Inurria, 2.
Producida por la Fundación Canal, y con la colaboración del Friedrich Wilhelm Murnau Stiftung (Wiesbaden) y el Institut für Kulturaustausch (Tubinga).
El trauma de la guerra como impulsor del arte
Los gobernantes llevan a los estados por la senda de sus intereses, y puede surgir la crisis por su ineficacia o ambiciones desmedidas. Las crisis de los estados llevan aparejadas crisis en sus ciudadanos, sobre todo si lo que se produce es un fracaso en la identidad nacional.
El fin de la Primera Guerra Mundial (1918) llevó a la población de Alemania a una crisis profunda: inestabilidad política con el fin del Imperio Alemán y el advenimiento de la República de Weimar; enormes pérdidas territoriales del 13% en Europa y la totalidad de sus colonias en África, Asia y Oceanía, y pérdida de vidas humanas (10% de población); imposición de severas reparaciones económicas a favor de los aliados, que causaron hiperinflación y desempleo masivo; y, sobre todo, un profundo trauma social alimentado por la humillación de las condiciones de la derrota, la culpa de las consecuencias la guerra y la creencia en la llamada "Puñalada por la espalda", creando un terreno fértil para extremismos de izquierda y el ascenso del nazismo.
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| Dolchstoßlegende cartel electoral del DNVP, 1924 |
La creencia de que el ejército alemán fue traicionado por el gobierno socialdemócrata que se formó en noviembre de 1918 para firmar el Armisticio, fue creado por las críticas en la prensa alemana, que supuestamente tergiversó el libro del general británico Frederick Maurice, The Last Four Months: «Ludendorff hizo uso de las críticas para convencer a Hindenburg.»
En una audiencia ante el Comité de Investigación de la Asamblea Nacional el 18 de noviembre de 1919, un año después del final de la guerra, Hindenburg declaró: «Como un general inglés ha dicho realmente, el ejército alemán fue 'apuñalado por la espalda'.»
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| Postal austríaca de propaganda antijudía, 1919 |
La crisis identitaria, la humillación y la rabia
El Expresionismo alemán fue una respuesta artística a la devastación psicológica y social de la derrota en la Primera Guerra Mundial, reflejando la angustia, el pesimismo y la incertidumbre de la posguerra en la República de Weimar.
Mediante la distorsión artística de la realidad se querían expresar emociones intensas, temas de alienación, miseria y crítica social, lo que se vio claramente en la pintura, la literatura y especialmente en el cine con sus escenarios angulosos y deformados, sus contrastes dramáticos y su temática oscura.
Este pesimismo alemán es fundamental en la explicación del Expresionismo, reflejando los artistas la angustia existencial, la alienación y la desilusión ante una sociedad moderna e industrializada que intervino en la guerra y fracasó, canalizado ese pesimismo a través de la distorsión de la realidad para expresar sus emociones interiores. Esto encuentra su justificación en la filosofía de Schopenhauer y el concepto de la vida como sufrimiento.
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| Von Morgens bis Mitternachts (1920), Karl Heinz Martin |
La felicidad es solo la ausencia temporal de dolor, mientras que la vida es una lucha constante, y la única forma de alivio real es la negación de esta voluntad a través del ascetismo, el arte y la compasión, culminando en la no reproducción para no perpetuar el ciclo. Schopenhauer dedicó 40 años de su vida a la obra Die Welt als Wille und Vorstellung (ediciones de 1819 y 1844).
Este pesimismo existencial se manifestó en la temática de la soledad y la miseria, dando forma a la visión fragmentada y turbulenta del mundo en obras pictóricas, literarias y cinematográficas.
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| Strasse in Soest, de Christian Rohlfs |
Sin duda uno de los detonantes de la constitución del Expresionismo alemán, fue el comienzo de la Primera Guerra Mundial, donde ya varios artistas, en el afán de intentar plasmar de la mejor manera este trágico evento, se involucraron personalmente en el frente de trincheras. Esta misión voluntaria tenía como fin buscar una nueva y mejor sociedad, debido a que la guerra destruiría la sociedad anterior.
Así fue como pintores como Otto Dix, Max Ernst y Oskar Schlemmer participaron en la guerra como soldados, y luego plasmaron los horrores vividos en primera persona.
El pavoroso acontecimiento impulsó el movimiento expresionista, apalancado por la visión pesimista del mundo, que quería reflejar las cosas más allá de la apariencia externa, enfocándose en la tensión entre lo interior (expresión) y lo que esto despertaba en el espectador (representación).
“La forma en que uno ve depende también de un estado emocional de la mente. Esta es la razón por la que el motivo puede ser visto de muchas maneras, y esto es lo que hace que el arte sea tan interesante”. (Münch, E, 1863)
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| Nosfertatu, de F. W. Murnau |
Uno de los elementos de representación o artes que se abrieron paso a esta nueva forma de comprender el mundo fue el cine. Esta evolución del cine durante la República de Weimar (1918-1933) tomó impulso deformando la realidad hasta el extremo de la locura.
Los directores buscaban plasmar el estado de ánimo de los personajes mediante el trabajo con la luz, los decorados y desde las distintas tomas de picado y contrapicado.
Así es como en el cine las sombras cobran vida, el miedo de la representación visibiliza los problemas de la gente, su realidad y la miseria de lo cotidiano. Esta realidad plasmada en la pantalla grande, permite también definir al cine como el nuevo arte de masas del siglo XX al reunir en una sala centenares de espectadores de una sola vez.
Nosferatu
El Expresionismo en el cine dio paso no solo a mostrar la depresiva Alemania de posguerra, sino que, como reacción, también ayudó a fortalecer la identidad supremacista de muchos alemanes, como lo fue en la obra de Fritz Lang El vampiro de Dusseldorf, donde se interioriza la locura que asesina a los débiles y justifica sus delitos con el argumento de mantener a los fuertes. De esta manera, según algunos críticos, la figura del vampiro representa la supuesta identidad maligna nacionalsocialista de muchos alemanes.
TEXTO DE LOS PANELES DE LA EXPOSICIÓN
El arte y el cine expresionistas fueron espejos de los miedos y los deseos reprimidos de una sociedad devastada por la Primera Guerra Mundial. El trauma de la posguerra generó un individuo marcado por la neurosis y la locura, que se transformó en el centro de una producción estética destinada a hacer visible el malestar invisible.
Con trazos deformados, rostros crispados y atmósferas opresivas, el movimiento plasmó la angustia colectiva y la fractura interior.
En sintonía con las teorías del psicoanálisis, el Expresionismo sostuvo que la vida psíquica excede lo racional. El inconsciente, los sueños y las pulsiones reprimidas emergieron en narrativas que parecían ilustrar las teorías de Sigmund Freud.
Así, el arte se orientó hacia la exploración del inconsciente, mientras que el cine proyectó traumas y fantasmas colectivos a través de imágenes de pesadilla.
Películas como «Misterios de un alma» (G. W. Pabst, 1926) ejemplifican esta conexión, al mostrar la neurosis de un profesor atrapado en fobias y deseos homicidas tras un hecho traumático.
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| Máscaras, de Josef Scharl |
La mujer ocupa un papel central en este universo. En una Alemania que experimentaba transformaciones sociales -con el acceso femenino al voto, a la educación y a la esfera pública- el Expresionismo contó con creadoras notables como las pintoras Käthe Kollwitz y Paula Modersohn-Becker o la guionista Thea von Harbou. Sin embargo, en la representación artística y cinematográfica, la mujer siguió apareciendo como figura ambivalente: frágil y víctima, pero también objeto de deseo o amenaza. Su iconografía osciló entre la "mujer frágil"-inocente y dominada-, la "mujer fatal" -independiente y seductora- y la "madre doliente", símbolo de sacrificio y duelo.
Käthe Kollwitz, Max Kaus y Frans Masereel plasmaron mujeres atravesadas por el dolor, muchas veces despojadas de belleza idealizada, incluso con rasgos andróginos. En el cine, la ambivalencia se intensifica: Jane en «El gabinete del Dr. Caligari» es víctima pasiva de la manipulación, Ellen en «Nosferatu» se sacrifica para salvar a su ciudad de la destrucción que ha traído consigo el Conde Orlok y María en «Metrópolis» encarna tanto la figura angelical como su doble mecánico erótico. Todas ellas catalizan los miedos y obsesiones masculinas, convirtiéndose en claves simbólicas para comprender la dimensión psíquica y traumática del Expresionismo alemán.
FORMA / DEFORMACIÓN
La distorsión de las formas exteriores como expresión de crisis interiores -ya sean psicológicas, sociales o existenciales- constituye una de las características fundamentales del Expresionismo. Calles, paisajes, rostros y figuras … nada escapa a la deformación expresiva de los artistas alemanes del período de entreguerras, como puede observarse tanto en las artes plásticas como en el cine de la época.
La ciudad aparece representada como un ente devorador que absorbe a sus habitantes en un entorno mecánico y opresivo. Esta visión se aprecia en películas como «El Golem» (Paul Wegener, 1920), cuyos escenarios, diseñados por Hans Poelzig, recrean el gueto judío de Praga con casas torcidas y muros inclinados que evocan un mundo siniestro.
Algo similar ocurre en obras pictóricas como «La vieja fábrica» (1920) de Walter Dexel y «Viaducto» (1924) de Erich Drechsler, o en estampas como «Calle en Soest» (1911) de Christian Rohlfs, donde la ciudad adquiere formas angulosas y caóticas.
La deformación también se aplica a la figura humana, despojada de la armonía clásica para proyectar el malestar interior, en sintonía con las teorías psicoanalíticas de la época. En «Nosferatu: una sinfonía del horror» (F. W. Murnau, 1921), el Conde Orlok, con su cuerpo demacrado y sus rasgos monstruosos, encarna pulsiones destructivas y miedos reprimidos. En el «Gabinete del Dr. Caligari» (Robert Wiene, 1920), la escenografía distorsionada refleja la locura, mientras que en «Dr. Mabuse: el gran jugador» (Fritz Lang, 1922) la deformación visual subraya la manipulación psicológica ejercida sobre los personajes hipnotizados, como metáfora de la vulnerabilidad social.
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| Im Aufzug, de Carry Hauser |
En «Metrópolis» (Fritz Lang, 1927), los obreros, con movimientos repetitivos, aparecen como extensiones de la maquinaria, mientras que el robot María, híbrido de lo humano y lo mecánico, encarna el temor a la deshumanización propia del Expresionismo alemán.
Esa misma idea se encuentra en la escultura «Formas orgánicas, hombre caminando» (1921) de Rudolf Belling, que propone un nuevo tipo de ser humano artificial y robótico, evocando, como si del monstruo de Frankenstein se tratara, el horror ante la modernidad.
En el arte y el cine expresionistas, el monstruo surge como metáfora de la fragilidad humana y de los traumas colectivos provocados por la guerra, la derrota y la inestabilidad política de la posguerra. Su figura encarna la descomposición de un mundo moderno en crisis, reflejando tanto la muerte como la locura, la enfermedad, el desgarramiento interior y la dualidad moral.
El Expresionismo convierte lo demoníaco en un recurso estético y simbólico para explorar la tensión entre materialidad y deseo, entre lo real y lo soñado, mostrando cómo el mal seduce y escinde al individuo.
El cine expandió este imaginario con una galería monstruosa: el sonámbulo Cesare en «El gabinete del Dr. Caligari», el gólem en la película del mismo nombre, el robot María de «Metrópolis» y, sobre todo, «Nosferatu».
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| El Golem, de Paul Wegener |
Nosferatu es más que un depredador sobrenatural: representa la amenaza invisible que invade la comunidad, el mal que acecha desde lo externo pero que refleja los propios temores internos de la sociedad derrotada.
Junto a los monstruos físicos, el expresionismo también cultivó al monstruo psicológico: la ambición desmedida, la corrupción moral o la demencia, visibles en películas como «Dr. Mabuse: El gran jugador» (1922). Sin embargo, es en Nosferatu donde se condensa con mayor potencia la esencia expresionista: el mal como sombra omnipresente y espejo de la vulnerabilidad humana.
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| Rudolf Klein-Rogge en Dr. Mabuse |
Enlaces
Expresionismo Alemán: Revolución de un movimiento en tres tiempos
Exposición del Expresionismo en el cine alemán, Fundación Canal














