lunes, 2 de noviembre de 2020

El Magosto o Samhain

 

Nabo-lámpara irlandesa de Halloween
El Magosto o Samhain


El 31 de octubre se celebraba en los países de la denominada cultura celta una festividad que era la más importante de la época pagana de esos países. Representaba el Año Nuevo Celta y en gaélico se la llama Samhain, que significa 'fin del verano'.

En España esta fiesta está muy relacionada con las castañas asadas y tiene muchos nombres, pero el mas extendido por la parte noroccidental de España es magosto. La costumbre está presente también -posiblemente por aculturación- en el sur y el este de España.

Después de la recogida de las cosechas de cereal y antes de la matanza de cerdos y de la llegada de la época oscura, que anuncia el mes más oscuro -noviembre- se realizaba esta fiesta ritual que también se quería compartir con los muertos de la familia.

El período que va desde el 31 de octubre hasta el 11 de noviembre, justo antes de la celebración de San Martín, es en el que se celebran actualmente los magostos o castañadas.


El simbolismo celta de las cabezas cortadas


Los pueblos celtas tenían la costumbre de cortar las cabezas de sus enemigos y coleccionarlas. Algunas veces las colgaban de sus monturas y carros, otras atravesaban las calaveras de sus enemigos con clavos para exponerlas (España), o las embalsamaban para sus casas (Francia).



Aves psicopompas llevando el alma del difunto al otro mundo,
representada en forma de cabeza humana dentro de una urna alada.
Friso decorativo de un vaso cerámico de la necrópolis de Uxama.




Iglesia de San Andrés, Aristu (Navarra)
Para los celtas guardar la cabeza del enemigo vencido significaba poseer su espíritu.

Los recintos y fortificaciones estaban rodeados de calaveras de enemigos bien limpias y las familias pudientes conservaban momificadas las cabezas de grandes guerreros dentro de sus hogares.

Pero también de sus familiares, así los vivos velaban por sus antepasados muertos, un modo primitivo y esotérico de lo que hacían los romanos con sus bustos de mármol.





"Los celtíberos cortan las cabezas de sus enemigos
muertos en combate y las cuelgan de sus caballos"

Diodoro de Sicilia



El carácter espiritual que los celtas otorgaban a las cabezas fue de tal importancia que los monjes cristianos no dudaron en incluirlas en la decoración de los nuevos templos para facilitar la conversión a la nueva fe. Así llegaron a convertirse en un elemento recurrente del arte medieval, hasta que poco a poco llegó a perderse el recuerdo de su origen mágico.

En la noche de Halloween se reproduce de una manera peculiar la parafernalia del Samhain celta, la noche en la que las puertas que separaban el mundo de los muertos y los vivos permanecían abiertas, conectando ambos mundos.

En dicha noche los cráneos servían como lámparas, con la idea simbólica de iluminar el camino de los espíritus en su viaje entre los dos mundos.

Máxima extensión del Imperio Romano, 117 DC
Esas prácticas bárbaras horrorizaron a romanos y clérigos cristianos, que obligaron a abandonarlas. Sin embargo los celtas y sus descendientes encontraron la manera de reproducir esas calaveras ahuecando y tallando grandes nabos.

Pero por qué en España no nos ha llegado tal fenómeno de reproducción del culto a las cabezas cortadas.

En realidad sí que nos ha llegado en forma de decoración de cabezas en las arquivoltas de algunas iglesias románicas. Pero sobre todo pensemos en la profunda romanización de Hispania en comparación con Hibernia, reducida meramente a un presidio romano. Veamos el mapa adjunto.

Por otro lado, los nabos son productos perecederos; casi tampoco tenemos vestigios de, por ejemplo, las vainas de cuero de los cuchillos o espadas, así que es posible que también existieran.

Ahora las calabazas de Halloween en forma de calavera son las que iluminan esa noche mágica, donde los espíritus han sido sustituidos por demonios, zombies, vampiros y monstruos de todo el santoral pagano.




Antiguamente en la víspera de Todos los Santos se dejaban ofrendas, habitualmente castañas, en la zona geográfica de la que hablamos. La lumbres que se hacían para asarlas proporcionaban un calor muy acogedor para los vivos y para los espíritus de los muertos, que moraban en la oscuridad desamparados.

Tal vez las velas encendidas de las casas y el calor de la hoguera servían para indicar el camino a casa a esos difuntos antepasados que vagaban cada noche, pero sólo se encendían ese día especial, dejando a los inquietantes muertos separados de los vivos el resto del año.


Las castañas y los muertos

Durante muchos años, sobre todo en el norte de España, la castaña fue considerada como un manjar ceremonial, preceptivo de fechas señaladas: el uno de noviembre y el once de este mismo mes, San Martín.

Algunos antropólogos han planteado que la castaña fue un fruto relacionado desde la Antigüedad con la muerte, pues en muchas culturas eran parte de las ofrendas que se dejaban a los muertos para saciar su hambre.

En los magostos se suelen tiznar las caras de los niños con las castañas asadas, en una especie de iniciación como la que ocurre cuando un joven mata su primera pieza de caza, que le manchan de sangre la cara, la camisa y las manos.


El porqué de asar las castañas

Las castañas pueden comerse crudas pero son astringentes, especialmente si la película interior no se quita y eso es bastante difícil en crudo.

Para poder asarlas convenientemente se utiliza un cubo de hierro agujereado y se practica una rajadura en cada castaña para evitar que explote.

Una vez tostada la textura es harinosa, algo similar a la patata. Curiosamente la patata y el maíz americanos vinieron a sustituir a la castaña en los pueblos donde era tradicional su aprovechamiento.

Las castañas, los higos secos, las granadas, el membrillo, las manzanas, las almendras... todos eran alimentos de la Ánimas. Por ejemplo, “los casamientos”, que son higos pasos rellenos con una nuez.

El castaño es un árbol extendido por los romanos en el sur de Europa para dar de comer a sus legiones plantándolo por donde pasaban. Pero también existía en España antes de su llegada, y conlleva un rico patrimonio antropológico asociado a usos culinarios y como regalo.

Las castañas asadas mejoran su sabor y son más digestivas que crudas. Se ponían de ofrenda en las entradas de las casas, junto con otros alimentos como el pan. Los antiguos habitantes de esos pueblos de la España noroccidental creían que el pan y las castañas se secaban y perdían peso porque los muertos se habían comido su esencia. 

Tal creencia no se explica sino pensando en que las acuciantes necesidades alimenticias hacían que no hubiese excedentes de esos productos y no fuera habitual dejar que se desecaran los alimentos porque se echarían a perder.


El magosto o calbote en España

En muchas zonas de España al magosto se le llama calbote, que no es más que la castaña asada. Esto sucede en algunas zonas de Ávila, Cáceres, Zamora y Salamanca, en ésta última provincia la palabra que más he oído para denominar la fiesta es magosto y así se denomina también en Galicia.

En el pueblo de mi padre celebraban la borrajá, una fiesta típica de Hoyos (noroeste de Cáceres), y así lo hicimos en casa durante dos décadas.

Como mi padre no era de hacer pasteles, como buñuelos o huesos de santo, nos legó un residuo de la fiesta en el Día de Todos los Santos y es el de comer castañas crudas envueltas en higos secos. A veces también los rellenábamos con nueces.

El nombre más extendido en España para designar a la fiesta es el de Calbote o Calbotes, existiendo también la variación Carbote. De Calbote se deriva Calbotada, como se denomina también en algunos lugares, o su variación Carbochá. La Calvochá en Perales del Puerto y la Borrajá en Hoyos. En otros lugares de la zona se denomina Moragá (Candeleda) y Borrallás en Eljas.


El Calbote y la Chaquetía en Extremadura

Un elemento del Calbote es la Chaquetía, costumbre por la cual los niños van de casa en casa pidiendo castañas, frutas y dulces. Se trata de una costumbre similar al aguinaldo navideño o al 'truco o trato' característico del mundo anglosajón. En castúo existe una palabra, 'conqui', para denominar al 'trato'.

Durante la celebración de “El Conqui”, que en castúo, habla extremeña, quiere decir trato, se cantaba La calavera el Conqui ya se murió y La Calavera el Conqui no tien pelo ni cola.

Durante esos días los niños paseaban por los pueblos sus calabazas vaciadas, a las que habían hecho unos ojos, dentro colocaban una vela y la llamaban “Calavera el Conqui” (Calavera del Truco).


Chaquetía en un colegio de Badajoz
La Chaquetía

Inicialmente la Chaquetía era el dinero que los niños recogían de sus familiares o vecinos para pagar los tañidos de campana del Día de los Difuntos, pero pasó a ser un sinónimo de calbote (castaña asada).

Se dice que las campanas debían repicar todo el Día de Difuntos y se necesitaban alimentos energéticos (castañas) para que los mozos pudieran hacerlo con la suficiente energía y esa puede ser una causa de ir a pedir alimento por las casas a los que no pudieran dar dinero. 

Pero esta explicación no creo que tenga más utilidad que para hacerlo de una circunstancia concreta y no para el fenómeno antropológico de origen. 

Seguramente el mantenimiento de la tradición en el tiempo se deba a una cuestión meramente de necesidad de recopilar alimento suficiente para consumo de los niños (casi siempre mal alimentados) y diversión, y una manera fácil y pícara es pedirlo con cualquier excusa, bien vale la de la venganza de los muertos o la del campanero exhausto y necesitado. Yo me quedo con la primera.


El toque de ánimas

Las campanas tañían a las nueve de la noche en invierno y a las diez en verano. Era un toque diario que invitaba a rezar por las ánimas del Purgatorio, y consistía en cinco campanadas graves, una pausa y tres clamores; y así se repetía el ciclo durante unos minutos.

En muchos lugares, las campanas de las iglesias tocaban a muerto desde las doce del día de Todos los Santos hasta las 12 del día de Difuntos, con el fin de guiar a las almas de los muertos. Esto hacía que muchos feligreses abandonaran los pueblos con una cesta de viandas para evitar el insoportable e interminable tañido de las campanas, convirtiéndose en una tradición salir al campo para asar castañas y chorizos y beber vino nuevo o sidra dulce.

Antiguamente se oraba mucho por los familiares fallecidos para que abandonaran los sufrimientos del Purgatorio y llegaran al Cielo.

En la iconografía de los retablos de las Ermitas de las ánimas, es frecuente la figura de San Francisco dando el cordón de su hábito a las almas, para ayudarlas a salir de tan ingrato lugar.

Hoy la muerte se ha banalizado con celebraciones como Halloween pero debemos conocer su origen para no pensar que es sólo la obra de un guionista de películas de terror.



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