viernes, 22 de noviembre de 2019

El whisky de Poe

Vuelvo a este blog casi un año después, en el mismo mes de noviembre apacible de lluvia en el llano y nieve en lo alto.

Entretanto he leído más a Poe, y a otros góticos; me he comprado un Estudiante de Salamanca en la misma ciudad; he viajado por el norte, muy al norte, en el crudo invierno de mucho más arriba del Círculo Polar; y por el centro en el luminoso junio de Sajonia y sus lagos y sus bosques; destellos de ruido y disfraz, esculturas de piel de animales, museos de tortura, llanuras y villas esteparias, castillos, cofrades negros y tapices flamencos, conciertos corales e iglesias desmochadas, princesas muertas, guisos de carne y setas recogidas, infusiones de calabaza y fiestas de cangrejos, festines de insectos y reuniones risueñas por Halloween, cine raro y más exposiciones en la frontera del arte y de la burla. 

Un año de escasa escritura por necesidades físicas que afectan al brío de la creación y alejan de opinar, pero fructíferos meses para el reciclaje y la reorientación cósmica. 

Hemos vuelto.

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