Paisaje nocturno con ruinas góticas |
El Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento artístico que surgió en el siglo XVIII en Alemania e Inglaterra, y que se expandió en el siglo XIX por toda Europa como oposición a la Revolución Francesa y a la devastación de las Guerras Napoleónicas, y también en contra de las transformaciones económicas y sociales surgidas a partir de la Revolución Industrial.
Este movimiento se opone al Clasicismo y al Racionalismo, basados en los patrones estéticos y filosóficos de la antigüedad clásica y en la importancia de la razón.
Se rompe con el Neoclasicismo, con lo que se produce un enfrentamiento entre la razón neoclásica y la intuición y los sentimientos románticos.
Inglaterra, junto con Alemania, es la cuna de este movimiento que empezó en el siglo XVIII con Edward Young y Las noches, obra en la cual aparece por primera vez una ambientación nocturna y terrorífica.
En Alemania, este movimiento surge a comienzos del siglo XVIII, pero es después de la mitad de ese siglo cuando coge fuerza con Goethe y el movimiento Sturm und Drang (Tempestad e Ímpetu), que respondía a las sensaciones de rebeldía, juventud, pasión e intuición creativa propias.
En España, aunque tardío y breve, el Romanticismo dejó un gran legado. Se estableció en la segunda mitad del siglo XIX, junto con el Realismo.
Surgen dos tipos de Romanticismo, uno tradicional, que defiende los valores tradicionales de la Iglesia y el estado, está representado por José Zorrilla (1817-1893) y el Duque de Rivas (1791-1865).
Y otro revolucionario o liberal, caracterizado por la búsqueda y justificación del conocimiento irracional, la dialéctica hegeliana y el historicismo, representado por José de Espronceda.
Walter Scott en Gran Bretaña y Chateaubriand en Francia son representantes del primero de esos estilos y Byron en Inglaterra y Victor Hugo en Francia pertenecen a la segunda corriente.
La novela gótica
Las novelas gótica y de terror fueron manifestaciones narrativas de amplia aceptación en la Europa de mediados del siglo XVIII y de gran incidencia en la literatura española de comienzos del siglo XIX.
Ambas narrativas están tan relacionadas que es difícil diferenciar una de la otra. No puede decirse, por tanto, que existiera la novela de terror hasta la aparición del terror gótico.
Las novelas gótica y de terror fueron manifestaciones narrativas de amplia aceptación en la Europa de mediados del siglo XVIII y de gran incidencia en la literatura española de comienzos del siglo XIX.
Ambas narrativas están tan relacionadas que es difícil diferenciar una de la otra. No puede decirse, por tanto, que existiera la novela de terror hasta la aparición del terror gótico.
El corazón delator de E. A. Poe, por Clarke, 1919 |
La novela gótica fue un movimiento transgresor que navegaba por los mares menos explorados e inhóspitos de la conciencia humana.
Fue venerada muy pronto por un público ávido de sus producciones pero acusó desde muy temprano, sin embargo, el desprestigio de la crítica, que cuestionó su valor literario por sus carencias y por su excesiva dependencia de la fórmula rígida que la había llevado al éxito.
Nació en Gran Bretaña y en Gran Bretaña habría de encontrar su tumba varias décadas después, porque la novela gótica se concibe como una creación propiamente británica, que sólo puede entenderse en el seno de ese marco espacio-temporal.
Avalada por el enorme éxito de público, se extendió primero a otros países europeos y luego a América, y fue adquiriendo características propias en cada país.
El novelista Walter Scott (1771-1832) fue quien recomendaría el trabajo de Maturin a Lord Byron (1788-1824). Y los escritos de Byron inspiraron a J. W. Polidori para su El vampiro, 1816, relato fundacional del vampiro romántico.
Otras obras de más avanzado el siglo XIX puede decirse que superan ampliamente el terror gótico, pues o van más allá, o no reúnen las citadas características, como Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) de Mary Shelley, El corazón delator (1843) de Edgar Allan Poe, Los musgos de una vieja rectoría (1854) de N. Hawthorne y, más adelante, Carmilla (1872) de Sheridan Le Fanu, El Horla (1886) de Guy de Maupassant, Janet, la contrahecha de R. L. Stevenson (1887), Otra vuelta de tuerca (1898) de Henry James, etc.,
Aunque Jules Verne cultivó sobre todo los géneros de aventuras y de ciencia-ficción, hay una novela suya poco conocida que posee las características de la novela gótica: El castillo de los Cárpatos (1892).
Escrita cinco años antes que Drácula (1897), comparte bastantes elementos con la obra de Bram Stoker.
Si se considera que con el poema Night Thoughts, (1742) de Edward Young comienza el Romanticismo, la novela gótica se inicia en Inglaterra con la obra Las aventuras de Ferdinand, conde de Fathom (1753) del cirujano escocés y cervantista Tobias Smollett.
Sin embargo, estrictamente hablando, Night Thoughts es prerromántico y la primera novela gótica fue El castillo de Otranto (1764) de Horace Walpole, y la última Melmoth el errabundo (1820) del irlandés Charles Maturin.
Sin embargo, estrictamente hablando, Night Thoughts es prerromántico y la primera novela gótica fue El castillo de Otranto (1764) de Horace Walpole, y la última Melmoth el errabundo (1820) del irlandés Charles Maturin.
El novelista Walter Scott (1771-1832) fue quien recomendaría el trabajo de Maturin a Lord Byron (1788-1824). Y los escritos de Byron inspiraron a J. W. Polidori para su El vampiro, 1816, relato fundacional del vampiro romántico.
Otras obras de más avanzado el siglo XIX puede decirse que superan ampliamente el terror gótico, pues o van más allá, o no reúnen las citadas características, como Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) de Mary Shelley, El corazón delator (1843) de Edgar Allan Poe, Los musgos de una vieja rectoría (1854) de N. Hawthorne y, más adelante, Carmilla (1872) de Sheridan Le Fanu, El Horla (1886) de Guy de Maupassant, Janet, la contrahecha de R. L. Stevenson (1887), Otra vuelta de tuerca (1898) de Henry James, etc.,
Frankenstein, portada de 1831 |
Escrita cinco años antes que Drácula (1897), comparte bastantes elementos con la obra de Bram Stoker.
H. P. Lovecraft (1890-1937), por su parte, lograría sintetizar en las primeras décadas del siglo XX la tradición que partía de lo gótico con la ciencia ficción contemporánea. Actualmente, muy de moda nuevamente por el cine, lo gótico ha sido rescatado por autores como Angela Carter, P. McGrath y A. S. Byatt.
La literatura española sufría a principios del XIX una férrea censura y unos principios moralistas y educativos que limitaban la novela gótica tanto en el plano ideológico como en el semántico, por ello presentó mayores dificultades que otras literaturas góticas europeas en la adaptación de un género tan transgresor como era el gótico.
En España cultivaron el género José de Urcullu, traductor de Cuentos de duendes y aparecidos, Londres, 1825 y autor de los dos últimos de esa colección, El manuscrito catalán y Padre en vida y testigo en muerte; Agustín Pérez Zaragoza, traductor, refundidor y autor de los doce volúmenes de Galería fúnebre de espectros, aparecidos y sombras ensangrentadas, 1831; Antonio Ros de Olano; Gustavo Adolfo Bécquer, con sus Leyendas en prosa; José Zorrilla, con sus Leyendas en verso; Pascual Pérez y Rodríguez con su novela La urna sangrienta, o El panteón de Scianella (1834). A pesar de su olvido injustificado, esta novela representa el máximo exponente de la novela gótica en España.
Otros autores también cultivaron la novela gótica, como José de Espronceda (El estudiante de Salamanca), Miguel de los Santos Álvarez y Pedro Antonio de Alarcón con algunos de sus Cuentos.
En España cultivaron el género José de Urcullu, traductor de Cuentos de duendes y aparecidos, Londres, 1825 y autor de los dos últimos de esa colección, El manuscrito catalán y Padre en vida y testigo en muerte; Agustín Pérez Zaragoza, traductor, refundidor y autor de los doce volúmenes de Galería fúnebre de espectros, aparecidos y sombras ensangrentadas, 1831; Antonio Ros de Olano; Gustavo Adolfo Bécquer, con sus Leyendas en prosa; José Zorrilla, con sus Leyendas en verso; Pascual Pérez y Rodríguez con su novela La urna sangrienta, o El panteón de Scianella (1834). A pesar de su olvido injustificado, esta novela representa el máximo exponente de la novela gótica en España.
Otros autores también cultivaron la novela gótica, como José de Espronceda (El estudiante de Salamanca), Miguel de los Santos Álvarez y Pedro Antonio de Alarcón con algunos de sus Cuentos.
José de Espronceda |
El Estudiante de Salamanca (1840) de Espronceda es una de las obras cumbres de la literatura española, un poema gótico que se inspira en la literatura clásica española y en las traducciones de obras británicas y francesas.
Aunque con Espronceda puede considerarse que se produce la entrada en España de lo que se conoce como literatura gótica, el cuento fantástico ya había hecho aquí su aparición al menos desde 1831.
No existió en España una auténtica producción de novelas de terror, salvo la Galería fúnebre de historias trágicas, espectros y sombras ensangrentadas ... de larguísimo título, de Agustín Pérez Zaragoza, obra editada en Madrid 1831.
Pérez Zaragoza, que había vuelto de su exilio en Francia, publicó esa serie de novelas basándose en Les ombres sanglantes de J. P. R. Cuisin. Y por ello ya fue polémico en su tiempo.
En concreto, aunque en algunos estudios críticos sobre la Galería fúnebre ya se ha señalado su posible condición de traducción o adaptación de obras ajenas, se suelen interpretar los textos como si hubieran sido escritos exclusivamente por Pérez Zaragoza.
De este modo, Pérez Zaragoza, además de traducir novelas de Les ombres sanglantes, añade otras, felices o trágicas, como las procedentes de las Novelle de Matteo Bandello, adaptadas en mayor o menor medida.
En concreto, aunque en algunos estudios críticos sobre la Galería fúnebre ya se ha señalado su posible condición de traducción o adaptación de obras ajenas, se suelen interpretar los textos como si hubieran sido escritos exclusivamente por Pérez Zaragoza.
De este modo, Pérez Zaragoza, además de traducir novelas de Les ombres sanglantes, añade otras, felices o trágicas, como las procedentes de las Novelle de Matteo Bandello, adaptadas en mayor o menor medida.
Gustavo Adolfo Bécquer, 1862 |
A este autor se le considera un posromántico. Frente al Romanticismo altisonante y byroniano de José de Espronceda, Bécquer representa el tono íntimo de la lírica profunda. Escribió veintiocho narraciones del género leyenda, muchas de ellas pertenecientes al género del relato gótico o de terror, otras de auténtica poesía en prosa y otras narraciones de aventuras.
Son temas góticos en Bécquer: el oriental y exótico, la muerte y la vida de ultratumba, el embrujamiento, la hechicería y el tema religioso, las inspiradas en el Romancero y las de tendencia animista.
Washington Irving |
Washington Irving (1783-1859)
Entre los escritores románticos en España no podemos dejar de citar al estadounidense Washington Irving vívamente interesado por el orientalismo de la España musulmana, descrito en sus Cuentos de la Alhambra (1829), que influyó en muchos de sus contemporáneos deformando la realidad española hasta situarla en unos tópicos que han trascendido en el tiempo.
Si había un país en el mundo que combinaba a la perfección el ideal gótico y orientalista del romanticismo esa era la España del XIX después de la contienda napoleónica, con su ruinosos castillos e iglesias llenos de cornejas, los caminos asaltados por bandoleros, la inmensa soledad de sus llanuras, los escarpes de sus montañas y la exótica herencia musulmana.
La revisión de la novela gótica en España (1788-1833)
La novela gótica en España (1788-1833) es el título de la tesis de Miriam López Santos, que rastrea este período de la historia, justificando los contactos de este subgénero con otros cercanos a los que se ha vinculado, como la literatura fantástica. Representa una nueva visión, contradiciendo que no existía literatura gótica en España hasta 1831 con Agustín Pérez Zaragoza.
Ofrece, al mismo tiempo, un estudio de los componentes de la fórmula que lo identifican y lo caracterizan como subgénero autónomo: al miedo como elemento definitorio e imprescindible, en sus dos variantes, miedo a la muerte y miedo al dolor. Se suman, en dependencia directa, el narrador omnisciente, la lógica narrativa del suspense, los personajes tipos, así como el tiempo y el espacio.
Este estudio ha pretendido dejar constancia de que existió una novela gótica unida a una conciencia de género en nuestro país, en las últimas décadas del Antiguo Régimen, importada pero asumida como propia.
Ofrece, al mismo tiempo, un estudio de los componentes de la fórmula que lo identifican y lo caracterizan como subgénero autónomo: al miedo como elemento definitorio e imprescindible, en sus dos variantes, miedo a la muerte y miedo al dolor. Se suman, en dependencia directa, el narrador omnisciente, la lógica narrativa del suspense, los personajes tipos, así como el tiempo y el espacio.
Este estudio ha pretendido dejar constancia de que existió una novela gótica unida a una conciencia de género en nuestro país, en las últimas décadas del Antiguo Régimen, importada pero asumida como propia.
El terror moderno es la etapa de la literatura de terror que se desarrolla a partir de la primera mitad del siglo XIX por las obras de precursores como el norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849) y el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (1814-1873), cuyas aportaciones, especialmente el llamado terror psicológico, supusieron una profunda transformación de la literatura de terror gótico anterior, de raíces estrictamente románticas, y que utilizaba técnicas que hoy podrían pasar por anticuadas y rudimentarias.
El origen del horror cósmico de H. P. Lovecraft
Uno de los modelos de Lovecraft (1890-1937) es el autor inglés William Hope Hodgson (1877-1918) al cual se considera precursor del género de horror cósmico creado por el autor de Mitos de Cthulhu.
La Obra de Hodgson La casa en el confín de la tierra narra en primera persona las peripecias del habitante de una pequeña aldea irlandesa que es raptado por unos seres mitad hombres, mitad bestias y transportado a otra dimensión.
Los maestros de la literatura moderna de terror
La Obra de Hodgson La casa en el confín de la tierra narra en primera persona las peripecias del habitante de una pequeña aldea irlandesa que es raptado por unos seres mitad hombres, mitad bestias y transportado a otra dimensión.
Hellraiser, poster de la película (1987) |
El escritor que gran parte de la crítica sitúa al lado de Poe, Lovecraft y Maupassant en el panteón de ilustres cultivadores modernos del miedo, es el norteamericano Ambrose Bierce (1842-1914), quien a través de contundentes obras como Un terror sagrado, La ventana cegada o La cosa maldita se evidenció como maestro en la recreación de tensas atmósferas desasosegantes en medio de las cuales estalla de pronto un horror absorbente y feroz.
De Stephen King deben destacarse, dentro de la enorme cantidad de textos que ha producido, los más literarios, como Danza macabra, Salem's Lot o Las cuatro estaciones.
Los textos de Clive Barker son considerados de estilo gore, que se expresa de una manera sangrienta y violenta de carácter extremo. Son de interés sus Libros de sangre, con historias de horror experimental, como Cabal o En las colinas, las ciudades, y otras que han tenido gran difusión por sus versiones cinematográficas, como Hellraiser (Hellbound Heart), adaptada al cine.
Enlaces
La novela gótica en España (1788-1833)
La narrativa gótica
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