martes, 22 de noviembre de 2016

Recorrido por la senda del Robledal, Tejera Negra


Cuerda de las Berceras desde La Torrecilla,
Hayedo de Tejera Negra
Sierras españolas: subsistencia, repoblación y ecología

España es pródiga en valiosos enclaves naturales de montaña, preservados por los usos agrícolas y selvícolas tradicionales, pero también agredidos por ellos.

Durante décadas del siglo XX, esos usos tradicionales fueron enfrentados a la fuerza con los ingenieros agrónomos y de caminos, ganándoles éstos la partida.

Aterrazamientos y plantaciones masivas de pinos y eucaliptos, construcción de presas, canales de riego y carreteras, y en definitiva: “el progreso” cambiaron la fisonomía y la conservación de un país mayoritariamente rural y muy tradicional para mejorar sus condiciones higiénicas, sanitarias y económicas, pero en detrimento del medio natural.

Río Lillas junto al
Puente de Pizarra
Si bien la repoblación forestal consiguió frenar la erosión de siglos de nuestros montes, depredados por economías de subsistencia, y proporcionó un dosel para la colonización de otras especies vegetales, también alteró el paisaje y la biocenosis existentes.

Los pantanos destruyeron cursos fluviales y se repoblaron los montes con especies alóctonas, en un nefasto ejemplo de cultivo forestal del medio. 

Después de esa vorágine, el bosque plantado creció, los embalses se integraron en el paisaje y casi todos nos acostumbramos a sus feos bordes fluctuantes. Aunque en muchos sitios los árboles crecieron raquíticos por no ser más que pedregales y en otros ardieron como teas debido a sus resinas y a lo uniforme de la composición de las plantaciones.

Los pocos enclaves botánicos y faunísticos sobrevivientes prosperaban por el olvido administrativo y lo escarpado del terreno, a salvo del hacha, del arado y del fuego, y así hasta que las autonomías metieron la zarpa para “intervenir”, en un ejemplo claro de que –en lo natural- casi siempre es mejor dejarlo estar.


Hayas jóvenes en Tejera Negra
El Hayedo de Tejera Negra 

Un ejemplo controvertido es el Hayedo de Tejera Negra, un enclave de hayas excepcional por su latitud y longitud, y por ser vestigio de un bosque casi desaparecido en la Iberia más abajo del Cantábrico y los Pirineos.

Talado a mata rasa en numerosas ocasiones -las últimas acontecieron en 1860 y 1960- ha recuperado parte de su antiguo esplendor debido a la protección de la que goza desde 1974, sin embargo sus recientes talas, la acumulación de sus restos y las intervenciones dentro de su perímetro nos llevan a ponerlo como un mal ejemplo de la gestión de una zona que debe ser protegida de manera exhaustiva y con las intervenciones justas, eligiendo a los más capacitados para que sea un ejemplo de gestión por su singularidad en todo el Sistema Central. 

Hoy en día el nombre “tejera” le viene grande, pues apenas no existen otras masas de árboles que no sean las de melojos, pinos silvestres y hayas y, por lo que parece, en Tejera Negra sólo hay un tejo que sea visible desde la parte pública de las sendas.

Ya estuve en la zona en octubre de 2010 y es un buen momento para valorar lo desafortunado de su gestión.


Puente de Pizarra, al comienzo de la ruta
La Senda del Robledal, el recorrido
13/11/16

El Hayedo de Tejera Negra pertenece al Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara, declarado en 2011.

La senda elegida para recorrerlo fue El Robledal (17 km.), cruzando el río Lillas por el puente de lanchas de pizarra, todo un principio de acierto, pues es sencillo y bellísimo.

Los melojos, jaguarzos, manchas de brezo, pinos silvestres y viejos enebros rastreros es lo que nos encontraremos a nuestro paso al principio del recorrido. 

Todos árboles y arbustos de pequeño porte, dando la sensación de que no hace más de 60 años el terreno no era sino un pelado erial expuesto a la erosión y al clima inmisericorde de estas montañas agrestes de pizarras y cuarcitas.

El aspecto es el de un bosque abierto y aclarado, con escaso dosel arbóreo. Hay profusión de pino silvestre, especie autóctona en la zona, pero de repoblación en su gran mayoría, no habiendo encontrado ejemplares de más de 5 ó 6 décadas.

Roble de Las Güensas
El primer gran ejemplar de árbol que encontramos es un melojo de unos 300 años, el roble de Las Güensas (Las Huensas), testigo mudo y solitario de un robledal que conoció mejores tiempos. Su tronco corto y rechoncho tal vez lo salvó de la tala por no poder proporcionar unas vigas de buen tamaño para la construcción.

Según avanzamos, los pinos silvestres se elevan para proporcionar sombra y es entonces cuando empezamos a ver hayas salpicando el bosque de coníferas. 

Hay una de porte considerable a la izquierda del camino, tal vez de unos 150 años. El resto no parece tener más de 60 años, y hay algunos pies jóvenes ramoneados por los herbívoros.

Hay zonas de acceso restringido, pero las alambradas están caídas en varias partes. Muchos troncos están aserrados por la base sin ningún tipo de protección visible contra la pudrición o los parásitos, en una escena dantesca y nefasta de mala gestión selvícola y paisajística, con los troncos muertos amontonados.

Puente sobre el arroyo Carretas
Numerosos árboles muertos se apilan en barreras en la ladera, y maderos procesados se amontonan junto a unos puentes prefabricados que tienen peor aspecto que una imitación mala de Ikea, con planchas de refuerzo metálicas que indican a las claras las deficiencias escandalosas de su diseño.

La corta senda del hayedo visitable (Senda de Carretas) es un remedo de la Gran Vía madrileña un domingo por la tarde, tal es la proliferación de público de todas las edades y procedencias.

Alguna gente recoge hojas y ramas secas para decorar su casa, algo que deberían saber que está prohibido, aunque no he visto ningún cartel que lo advierta. Y otra tira sus desperdicios orgánicos con total impunidad detrás de las jaras, para que no se vea.

Senda de Carretas, viniendo de
la Senda del Robledal
Los serbales cuajados de bayas excesivamente maduras, los pocos espinos albares con semillas en óptimo estado de consumo y los muchos escaramujos ya pasados son las únicas notas de color de este parque natural, si exceptuamos el amarillo de las hayas que rompe la monotonía de sus copas verdes y troncos grises habituales.

Hay frutos suficientes para las aves, pero que apenas las consumen, porque no están. También encontramos excrementos de zorro con muestras de digestión de frutos de serbal por todo el camino.


El mobiliario del parque

Muchos parques naturales españoles, alemanes y finlandeses, que son los que más conozco, son seguidistas del mobiliario y señalizaciones puestos de moda por los parques estadounidenses creados a principios del siglo xx, imitando burda o acertadamente porches de madera, postes de señalización, puentes y paneles informativos, al modo de pequeños yellowstones, laminando la rica arquitectura popular que debe hacer distintivo a cada parque.

Y en España es especialmente sangrante por el acervo cultural existente.

Urge cesar a los gestores y promotores del desaguisado en el Parque Natural Hayedo de Tejera Negra –tan escasos de cultura y buen gusto- y sustituirlos por técnicos con suficiente conocimiento arquitectónico local, para que no los veamos tan risibles como al paisano de Guadalajara al que se le encasqueta un sombrero tejano en vez de una boina y se le hace pasar por autóctono, en un ejercicio grotesco propio de actuaciones dirigidas por centros de poder que desconocen y desprecian la idiosincrasia de cada lugar.


Aparcamiento masivo junto al Río Lillas.
Vista desde Junta de los Cerros
El aparcamiento y los visitantes

La masificación del aparcamiento es más de lo mismo, pues debe retraerse hasta el mismo centro de interpretación de Cantalojas, anulando el más próximo al hayedo. Debe permitir el acceso en coche sólo a los discapacitados, mayores de 60 años, embarazadas y menores de 12 años. El resto, que se ponga un poquito en forma y recorra los 7 kms. hasta el hayedo desde Cantalojas, les será muy beneficioso.


Actuaciones y recomendaciones

Debe prohibirse completamente el uso maderero del hayedo y permitir su crecimiento natural; deben recogerse los troncos cercenados; retirar los restos de construcciones de puentes, sustituir éstos por pasarelas de piedra; plantar especies vegetales de estirpes autóctonas y locales acompañantes del hayedo e ir sustituyendo las alóctonas como el pino negral con la mayor de las precauciones para evitar solaneras y erosiones innecesarias.

Maderos procesados tirados en el bosque
También es necesario que la guardería del parque esté presente en el recorrido para controlar su uso. Recordar a los que tiran desperdicios y recolectan vegetales que están en una zona protegida, y que guardarse la porquería que generan en una bolsa no les va a suponer gran quebranto de peso.

Apenas vi un tejo de unos 400 años y escasos saúcos en las escorrentías, no estaría de más hacerles compañía, como la que tienen espléndidos serbales, tapizantes gayubas, jaras, genistas y brezos. ¿Qué tal unos acebos y abedules visibles como los que también existen muy dispersos en el interior del parque?

Y algunos álamos temblones más, alisos, fresnos y sauces en sus riberas de arroyos.


La gestión forestal de la Junta de Castilla-La Mancha

Resulta indignante, vergonzoso e inexplicable que en un parque natural que tiene el hayedo más extenso del Sistema Central (400 ha) y uno de los más meridionales de Europa, con verdaderas reliquias botánicas llamadas hayas, esté siendo talado para "favorecer la expansión del bosque autóctono", a la vez que se dejan tirados los troncos muertos y los restos de construcciones burdamente "rústicas" junto a un arroyo. No necesitamos construcciones a quienes nos basta con la contemplación de la Naturaleza en su estado más puro.


Haya talada en el
Hayedo de Tejera Negra


La Junta de Castilla-Mancha
tala hayas relictas


La estética del parque
acumulando maderos




Taina Grande
Las construcciones en Tejera Negra

Ver una nueva, derruída y abandonada gran construcción de pizarra negra con estructura de madera y teja árabe en este parque es ver una puta mierda.

La Taina* Grande de Tejera Negra expresa bien a las claras la falta de criterio antropológico, estético y de capacidad de gestión de quien construye con dinero público cada cuatro años y luego se “olvida” de su mantenimiento.

La Taina Grande debe restaurarse con maderos de roble o pino, presentes en la zona, y techarse con cubierta vegetal, con bálagos o pajas de centeno o trigo. Y no me vale eso de que con teja árabe se han techado “históricamente” las tainas de la zona, porque también lo han sido con uralita y no quiero ni imaginarme una justificación de semejante aberración a no ser que sea para una película vintage de los años 70.

Techar con barro cocido en una zona donde no lo hay desvirtúa el paisaje y agrede al ojo.

Las lechadas de cemento que allanan la ribera del río Lillas en sus proximidades, junto a un precioso afloramiento rocoso de pizarra, son una actuación de alta restauración del gobierno de Castilla-La Mancha equiparable a sellar un retablo barroco con un pegote de mocos.

Debe actuarse de inmediato para poner en búsqueda y captura a sus promotores y ejecutores.


Escaramujos cerca del centro de interpretación
Especies vegetales

La razón de ser de este parque son sus especies vegetales, y en especial el haya, que aquí es relicta, en uno de los enclaves más occidentales y sureños de su distribución europea y española.

Son muchas las especies vegetales de este parque natural que hemos visto en los casi 22 km. de nuestro recorrido a pie, sin embargo no podemos decir que sea un enclave botánico majestuoso.

Y tampoco hemos podido realizar un examen pormenorizado de las especies que no sea la del reconocimiento sobre la marcha de las especies leñosas.

Por orden de avistamiento, las especies que hemos reconocido son:

Pino silvestre (Pinus sylvestris), enebro rastrero (Juniperus communis nana), jaguarzo (Cistus laurifolius), jara pringosa (Cistus ladanifer), piorno (Cytisus sp.) melojo (Quercus pyrenaica), haya (Fagus sylvatica), Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), tejo (Taxus baccata) , brezo rubio (Erica australis aragonensis), álamo temblón (Populus tremula), saúco (Sambucus nigra), frambuesa (Rubus idaeus), zarzamora (Rubus ulmifolius), serbal silvestre (Sorbus aucuparia), mostajo (Sorbus aria), escaramujo (Rosa canina), majuelo (Crataegus monogyna) y enebro (Juniperus communis hemisphaerica).

Según información del parque, también existen brezo blanco (Erica arborea), brecina (Calluna vulgaris), pino negral (Pinus pinaster), aulagas (Genista sp.) y otras especies escasamente representadas, como abedules, fresnos y helechos.


Álamo temblón

El haya más vieja de la
Senda El Robledal


Tejo centenario


Cuatro árboles singulares de Tejera Negra:  un cerezo, un tejo, un roble y un haya.



Origen y futuro botánico del hayedo de Tejera Negra

Visto el hayedo sin ojo experto, diríase que es una plantación reciente, pero la abundancia de rebrotes en sus troncos talados, el vigor de esos mismos rebrotes en unos suelos querenciosos para el haya y el acompañamiento de especies vegetales típicas, nos hablan de una existencia del haya en estos pagos de algunos miles de años, tal vez acantonada por las sequías ibéricas después de su expansión desde el norte de Iberia y tal vez cruzada naturalmente con ejemplares de estirpes europeas llegados a estas montañas huyendo de la última gran glaciación.

Si se mantiene al menos la gestión actual, dentro de 100 años veremos un bosque de gruesas hayas como las de los mejores bosques norteños españoles.


La ruta por la Senda del Robledal y Senda de Carretas (22 km)

En el parque existen dos rutas circulares para realizar a pie, señalizadas con paneles interpretativos y balizas: la Senda de Carretas (6 Km.) y la Senda del Robledal (17 Km. con posibilidad de enlazarla y continuar por la de Carretas). Esta última fue nuestra opción elegida, pasando por La Carbonera y totalizando 22 km.

Existe una ruta circular señalizada para bicicletas que llega al río Zarzas (21 Km).



Mapa interactivo del Hayedo de Tejera Negra. Pulsar primero en el mapa y luego en los recuadros*

*El recuadro "Puente" muestra una panorámica del inicio de la ruta,
con el Puente de Pizarra y las Tainas del Río, después de salvar el puente que no aparece en la fotografía



Glosario

Una taina, en Guadalajara y Soria, es un cobertizo para el ganado. Preferentemente para el lanar, para protegerlo de los rigores climáticos y de los depredadores.

Enlaces

Historia del haya en España y Europa

Juniperus communis subsp. hemisphaerica

Turismo en Castilla-La Mancha, el Hayedo de Tejera Negra 

Excursión al Hayedo de Tejera Negra

Visitar el Hayedo de Tejera Negra

Turismo en Guadalajara: el Hayedo de Tejera Negra

El Parque Natural Hayedo de Tejera Negra

Erica australis aragonensis en el Hayedo de Tejera Negra

El Hayedo de La Predosa

Ruta a Fuente Mundo, el Molino y el Haya de la Herguijuela

Hayedos en otoño

Los 20 mejores hayedos de España

Hayedos acidófilos atlánticos con sotobosque de Ilex y a veces de Taxus (Quercion robori-petraeae o Ilici-Fagenion)

Los brezos españoles


Nuevas citas de haya y de especies características de su cortejo florístico en el Valle del Río Lozoya, Sierra de Guadarrama

Climatic and human effects on the post-glacial dynamics of Fagus sylvatica L. in NW Iberia


 



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