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Foto El Mundo |
Final España-Brasil, 2013.
La selección española de fútbol se quedó sin gasolina, sin ilusión, sin ideas y -lo que es peor- sin ganas, en la final de la Copa Confederaciones celebrada en el estadio de Maracaná. Además, el seleccionador Del Bosque se equivocó gravemente al alinear a Torres y Casillas, actualmente muy bajos de forma. De este modo, portería contraria y portería propia quedaban gravemente comprometidas desde el principio del partido.
Tal vez la causa de esto ha sido el fetichismo que el seleccionador les profesa, o lo que es lo mismo: el síndrome Raúl.
Ramos pifió un penalty. Ya estamos acostumbrados a que este inconstante e imprevisible chico crea que sus intereses particulares coinciden con los de la selección, y muchas veces no es así. El penalty debió tirarlo un especialista, no a quien se le antoje en ese momento. Creo que Torres estuvo de acuerdo con esta afirmación, a tenor de su cara antes del lanzamiento.
Iniesta, por su parte, no es David contra Goliat. Se empeñó en meterse por el centro de la defensa y se negó a pasarle a la derecha a Navas algún balón. Navas, casi siempre sin marcaje, constituía un peligro para la defensa brasileña que Iniesta se obcecó en ignorar.
Villa, otro que tampoco ha jugado mucho esta temporada y que no mete goles más que en sueños, fue un "recambio" para el seleccionador, más confiado en la suerte de algún golito que en el éxito de su fallido planteamiento estratégico.
Los brasileños estuvieron muy rápidos, poderosos y ultramotivados, al contrario que los jugadores españoles, que parecían espectros que deambulaban de aquí para allá. A pesar de lo dicho, fueron Iniesta y Navas los únicos que se salvaron de una noche histórica por la mezquina y pobre imagen ofrecida, todo un mazazo al prestigio de la selección. Mañana Brasil venderá muchas más camisetas que España.
Los que estamos ya cansados del estilo de España sólo se lo perdonábamos porque ganaba, pero es que no han metido un sólo gol en los últimos dos partidos, y así es imposible ganar.
Ayer se hizo el ridículo y se ridiculizó nuestro fútbol y al país entero: un equipo especulador, más aparente que efectivo, al que un oponente sin complejos laminó y trituró, con un punto de piedad que evitó una goleada de escándalo.
La excusa del cansancio por la dura semifinal contra Italia se torna falsa cuando vemos la falta de reflejos de Casillas en el primero de los goles, una profecía autocumplida a tenor de los visto en la tanda de penaltys ante Italia, en la que apenas agachó el culo para intentar parar al menos dos de los tres disparos rasos de los italianos.
A continuación incluyo la crónica de El Mundo, muy acertada y coincidente con el sentir de lo que muchos tuvimos que sufrir ayer.
Resultado: Brasil 3, España 0
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