
Las películas de ambiente inglés tienen unas características muy definidas y estereotipadas, y también muy truculentas, en cuanto a la morbosidad de sus planteamientos.
“La mejor oferta”, de Giuseppe Tornatore no
es una película inglesa, ni está rodada en Inglaterra. Tampoco es inglés su
protagonista, el repugnante capitán Barbossa de “Piratas del Caribe”, que
interpreta el australiano Geoffrey Rush. Pero sí que sobrecoge por la crueldad
y dramatismo con el que castiga la vida a su protagonista, y en esto sí que es
muy inglesa.

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Sylvia Hoeks |
La holandesa Sylvia Hoeks
(Claire) es mona, pero en su papel de trastornada mental no impacta más que
cualquier otra modelo insulsa de rostro simétrico y armonioso. Tal vez porque
si tiene algún trastorno es el de ser una falsa escritora y una delincuente.
Creo que el director se ha confundido con la elección de la actriz, cuya
presencia no se diferencia demasiado de los retratos que colecciona Virgil Oldman,
el protagonista. Peor aún, es muy inferior a todos ellos.
El Sr. Oldman es un remedo moderno
de El Coleccionista de William Wyler, pues su poder económico le permite llevar
a cabo los planes de seducir enfermizamente a una mujer joven, encerradas en ambos casos entre cuatro paredes. Rush dignifica el personaje de un famoso y ruin
subastador de arte inglés, tan atildado que usa guantes para no entrar en
contacto con la gente, quizá un producto de su fobia social.

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Jim Sturgess |
La película
simula unos personajes ingleses con supuestas características inglesas: un victorianismo
decadente y sórdido, pero inocente e inerme ante la avaricia, frivolidad y
depravación sexual de la sociedad “inglesa” moderna.
Los
exteriores son italianos, el palacio es italiano –ningún palacio británico
podría acercarse ni de lejos a la estética sublime e intemporal de las fachadas
de las casonas italianas- … pero el fascinado Tornatore recurre al exotismo de
Praga como Mankievicz hizo que Andrew Wyke tuviera una amante finlandesa.
Demasiadas
similitudes como para considerar a “La mejor oferta” una obra maestra o -simplemente-
una gran película. El filme se va desinflando a medida que se acerca el final
del metraje, que es excesivamente largo y prolijo en explicaciones, que ni
falta que hacen.
Con respecto de la enana
idiot savant que aparece de manera recurrente y misteriosa ¡¡Joder, cuánto me
recuerda a la Tangina de Poltergeist, al Raymond de Rain man y hasta a los muñecos vivos de J. F.
Sebastian de Blade Runner!!
Y es que hay
que ver menos cine e inventar más, señores directores. Y aún así, me dejó boquiabierto.
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