Asistimos a la presentación de la obra del pintor alemán Detlef Kappeler por parte del embajador de Alemania en Madrid, Sr. Reinhard Silberberg.
Los
lienzos de Kappeler nos aparecen de lejos como abigarrados brochazos
abstractos dados con violencia. Amarillos, rojos, negros, morados y
cenizas disarmónicos cubriendo grandes superficies. Sin
embargo, oscuridades y llamaradas, mensajes crípticos,
técnicas mixtas y trazos difusos de personas surgen con una
mirada detallada, como espectros leves que circulan por las
violentísimas escenas informes de color.
Esta
aparente abstracción no es sino un expresionismo* de colorido
fauvista que Kappeler denomina “nuevo realismo dialéctico”,
muy heredero de un romanticismo alemán que le inspira y del
que podemos colegir al menos muerte y amor.
La
biografía atormentada de Kappeler en su infancia le llevó
a sentir el martilleo constante de sus meninges con el retumbar de
las bombas rusas, su trémolo incesante, el flamear de banderas
rojas y el zumbido de los cazas sobre la riada humana que huía
hacia el Oeste.
A
Schwerin, la aburrida y provinciana capital de Mecklemburgo, huyó
y posteriormente se estableció en la vecina y dinámica
Hamburgo, donde pudo pintar con Richter, Wunderlich y Jones. También
pasó por Hannover, con un paréntesis de gran influencia
en el París del 68 y las noticias de la Guerra de Vietnam, que
determinaron su pacifismo y mensaje antibelicista.
El embajador Silberberg |
La
pintura de Kappeler se ha presentado hoy como influida fuertemente
por su estancia en La Costa de la Muerte gallega, pero es tal la
fuerza de su pasado alemán mortificado que sólo unos
pocos cuadros de los expuestos denotan dicha circunstancia.
La
obra hoy expuesta son realmente guernicas bálticos, plenos del
horror de un ser indefenso que huye, superpuestos fantasmas y
espectros, miedos corporeizados.
Los
intrincados senderos de la mente de Kappeler añaden virulentos
naufragios, pero sólo como una influencia recientemente
instalada en su psique, por la que circulan estrellas mironianas,
miembros picassianos y en sus grafitos de blanco y negro asistimos a
goyescos grabados.
Antón
Castro, un crítico buen conocedor de la obra de Kappeler,
habló en su presentación de “vómitos sobre el
lienzo” para referirse a esas descarnadas pinceladas, sin embargo
parece que es la misma materia gris del pintor la que se ha estrellado
contra la superficie, marcando solamente lo más profundo de su
inconsciente, de sus traumas infantiles rememorados.
Es
Detlef Kappeler un pintor de gran valor por dejarnos ver su mensaje,
sin más artificios que el de mitigar la brutalidad sufriente
de su interior con una búsqueda de la belleza y de la armonía,
que consigue con su maestría del color y, sobre todo, con su
mensaje de amor y de paz, que él quiere que sea duradero y que
sólo consigue por el horror plasmado magistralmente en sus
pinturas pletóricas de color y de energía.
Texto y fotos: Zenobita
Dónde:
Casa de Galicia en Madrid, desde el 07/05 al 31/05
C/ Casado del Alisal, 8 - Madrid.
Enlace:
Entrevista a Kappeler para El País en 2010
Retratos hechos a Kappeler
Web de Detlef Kappeler
*El expresionismo abstracto de Jackson Pollock
Retratos hechos a Kappeler
Web de Detlef Kappeler
*El expresionismo abstracto de Jackson Pollock
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