El río que nos lleva
Nenúfares |
Se trata de acrílicos sobre cartón con el agua como motivo, desde sus nacimientos a sus remansos e incluso desde el fondo, bajo los nenúfares de un estanque.
La potencia del pincel de Pecharromán, y su trazo, semejan óleos impresionistas sobre lienzo y acuarelas, pero son acrílicos de técnica depurada y escaso dibujo. La pintura de su serie acuática devuelve azules y rojos brillantes, amarillos cálidos y blancos danzantes para crear efectos de movimientos y quietudes resueltos con destreza y originalidad.
El pato de Delft |
Una destacable marina realizada en la ría de Aveiro (Torreira) nos deja apreciar su elegancia con los pinceles y la búsqueda del equilibrio enmarcado, sin artificios que nos distraigan de la contemplación de la escena como un todo; y tampoco con significados o filosofías intencionadas.
Los pescadores de Torreira |
El mejor de la serie, sin duda, es el dedicado al río Lozoya, realizado cerca de la cascada del Purgatorio, en el que se percibe el agua gruesa y fría, inhóspita, muy diferente de otros torrentes de aguas, sean ligeras como lienzos o grumosas y espesas, habituales en las tiendas y galerías de la ciudad.
Otro destacable es el dedicado a los reflejos en un canal de la ciudad holandesa de Delft, con un tono ciertamente cerámico y colorista, con un manejo libre de las pinceladas, pletóricas de energía y agresividad.
Cadaqués |
La selección de cartones que exhibe Sergio Pecharromán en esta sala comparten temática, pero algunos desentonan por pertenecer a técnicas y épocas diferentes. Deseamos que pronto podamos ver reunidos media docena de cuadros más con ese tratamiento de las corrientes de agua, tan vigorosos, yuxtaponiendo toques de colores puros, sin mezclar apenas, con una pincelada casi rápida, casi nerviosa, casi impresionista ...
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