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Jesús Yacente |
Inciensos y capirotes
La cita con la tradición, y casi la costumbre, aconteció de
nuevo. Los capirotes inmaculados de paño blanco y ribetes morados, los capuchones negros embreados, las cruces
color madera y la imaginería más conseguida se extendieron por Zamora, hoy más
destartalada de edificios pero mejor pavimentada que hace casi tres décadas.
Por aquel entonces el Regimiento de Infantería Toledo 35
animaba la ciudad con sus militares y sus soldados, con sus pedidos de
suministros a mercados y fábricas, sus familias y las novedades que traían.
Aunque cuando se marchó, la ciudad sólo le devolvió ingratitud.
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Jesús Yacente |
Los ganaderos venían con sus mercedes rojos a pasearse y
fumarse un puro entre burgueses y funcionarios; y los agricultores con furgonetas
oxidadas llegaban hasta el mercado de abastos y a los ultramarinos para traer
unas cajas de pimientos verdes, patatas, tomates y zanahorias que sabían a
gloria.
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Jesús Yacente en San Cipriano |
Hoy, en cambio, son mayoritariamente extraprovinciales los
que recalan en la ciudad en Semana Santa, o aquellos que estudian en Salamanca;
y los que fueron a Madrid y se quedaron, sólo vuelven por estas fechas.
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Santo Entierro |
Y un poco de todo aquello soy yo, más forastero que nativo, pero más
amante de la Semana Santa zamorana que muchos de los que dicen serlo. No me
hace falta capa alistana, ni enyugarme con los rebojos o masticar cachuelas o
crestas de gallo a dos carrillos para sentir esta tierra; pero también marco la
suficiente distancia como para que no me sepulte ni la magnificencia ni la
mezquindad de esta tierra parda y auténtica, corazón de la España que todavía late.
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Santo Entierro |
Fotos:
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